Revelan que todavía hay demasiadas barreras para la economía formal
Una encuesta rea- lizada por la Fundación Pro Desarrollo Paraguay revela que todavía hay demasiadas barreras para la formalidad, por lo que resulta difícil reducir la brecha entre la economía subterránea y la formal. Tanto los asalariados como cuentapropistas tienen como primera opción de financiamiento a los prestamistas o usureros.
Los costos todavía elevados, excesiva burocracia en trámites de apertura, registros en Tributación, patentes de marcas y otras gestiones contables terminan por desalentar las intenciones de los usuarios que quieren formalizarse para acceder a mejores condiciones de financiamiento y crecer en sus emprendimientos, reflexionaron ayer dirigentes de PRO Desarrollo Paraguay en una presentación sobre los impactos de la economía subterránea. Los datos fueron expuestos por el economista Hugo Royg y el abogado Sebastián Acha, y contó además con la participación de los miembros del Consejo y representantes de gremios y empresas privadas.
Prefieren a usureros
En el marco de este encuentro, Pro Desarrollo presentó los resultados de una encuesta realizada entre 500 ciudadanos de Asunción y Gran Asunción, donde se destaca entre los principales hallazgos que tanto asalariados como cuentapropistas tienen como preferencia a los prestamistas (usureros) a la hora de solicitar un crédito. Pese a las altas tasas, casi siempre por encima del límite establecido por el Banco Central, los usuarios encuentran esta opción de financiamiento más accesible en cuanto a las gestiones y los requisitos mínimos.
Para los fines de esta encuesta identificaron como cuentapropistas a trabajadores por cuenta propia o independientes que no tributan, así como los asalariados informales que reciben un salario fijo, pero que no tienen seguro social.
Reducción gradual
La economía subterránea al año 2022 representó el 45,9% del Producto Interno Bruto (PIB) a ese año, que representa en término de valores unos US$ 22.019 millones y el porcentaje no ha variado mucho con respecto al promedio de los últimos años. Con esta cifra, fácilmente la economía está movilizando alrededor de US$ 70.000 millones al año, considerando tanto la actividad formal, como la informal.
La pregunta es cómo hacer que todo ese caudal que se mueve en negro pueda ingresar en los registros legales y que a la vez pueda generar mayores ingresos al fisco y permitir un mayor crecimiento, expresaron.
Los expertos reconocieron que las barreras para la formalización aún son enormes, pero que es preciso avanzar con políticas de Estado que permitan la inclusión de personas en la economía formal. Señalaron que es preciso analizar estas situaciones que están impidiendo a los usuarios poder formalizarse.
Considerando nuestra realidad, los profesionales instaron a desarrollar políticas que permitan la reducción gradual de la economía subterránea, entre uno a dos puntos porcentuales por año, que permitiría fácilmente integrar unos US$ 1.000 millones a la economía formalizada.