Cartismo no está atrayendo, sino espantando a los inversionistas
Voceros y medios oficialistas calificaron de sumamente exitosa la reciente gira del presidente Santiago Peña a España y resaltaron el supuesto gran interés que despertó en importantes inversores españoles y europeos. Sin embargo, el Financial Times de Londres acaba de publicar que la buena fama que se ha ido ganando la economía paraguaya se ve amenazada por la fuerte influencia de Horacio Cartes, sancionado por Estados Unidos, a quien se lo vincula con sobornos para expulsar del Congreso a “una senadora de alto perfil anticorrupción”, lo que “pone en duda el Estado de Derecho en el país sudamericano”.
A ello se suma la sugestiva segunda visita en cuatro meses de Richard Nephew, coordinador de Anticorrupción Global del Departamento de Estado. Ninguna posibilidad de atraer capitales de calidad en estas condiciones.
A mediados de los años noventa, Rupert Pennat-Rea,
entonces vicegobernador del Banco de Inglaterra –el banco central del Reino Unido–, hombre de extraordinario prestigio quien fue, además, editor ejecutivo de The Economist, se vio envuelto en un affaire extramatrimonial con una periodista. Durante semanas el caso fue la comidilla de los tabloides británicos sin hacerle a él mucha mella, pero bastó que el Financial Times le dedicara unas pocas líneas en una página interior, deslizando que el escándalo empezaba a comprometer la imagen de la institución, para forzarlo inmediatamente a renunciar.
Claramente no lo hizo por sentirse culpable o avergonzado, ya que el tema llevaba tiempo de haber tomado estado público, sino porque el FT era y sigue siendo una de las principales fuentes de referencia de la comunidad internacional de negocios.
La famosa anécdota viene al caso para dimensionar la magnitud que está adquiriendo el impacto negativo de los últimos acontecimientos y, en general,
del hecho de que una persona designada como significativamente corrupta sea percibida como la que controla al Presidente y mueve a discreción los hilos del poder.
El Financial Times resalta que Horacio Cartes ha sido acusado de ordenar la expulsión de Kattya González, “mientras aumentan las preocupaciones de que la influencia del expresidente, sancionado por Estados Unidos por corrupción significativa, esté arrastrando a la economía estelar de América Latina”, en alusión a los elogios que ha merecido últimamente Paraguay en el campo económico como diamante oculto que comienza a ser conocido en la región.
Señala que Santiago Peña es un tecnócrata sin base legislativa que depende del “magnate de los cigarrillos” y destaca que la difícil situación ha llamado la atención internacional. Como ejemplo, menciona el respaldo recibido por Kattya González por parte de los embajadores de Reino Unido, España, Francia, Italia, Alemania, junto con un diplomático estadounidense, quienes se reunieron con ella después de su destitución y divulgaron una foto con el título: “Siempre con el Estado de Derecho y la democracia en Paraguay”.
Algunos podrán creer que atropellar la institucionalidad para destituir a Kattya González no tendrá mayores consecuencias, pero inversionistas importantes no considerarán en serio al país si tienen la sensación de que es manejado por una mafia, donde los principales actores se alinean para cumplir no solo la voluntad, sino hasta los caprichos de niño malcriado del “jefe” que da órdenes desde su casa, muy especialmente si es alguien designado por Estados Unidos.
Este escenario se presenta justo cuando se aspira a alcanzar los primeros escalones del “grado de inversión” dentro de las calificaciones otorgadas por las evaluadoras internacionales de riesgo, un logro que en Sudamérica solo han conseguido Chile, y en menor medida Uruguay y Perú, y que implica una ventaja determinante a la hora de atraer inversiones financieras y directas de calidad, algo fundamental para la creación de riqueza y de oportunidades.
Las tres principales calificadoras, Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch, tienen a Paraguay en el último peldaño antes del grado de inversión (BB+, Ba1 y BB+, respectivamente) para su deuda soberana de largo plazo, precisamente debido a la buena impresión que ha causado la economía nacional en diversos ámbitos y en comparación con la región, pero todavía dentro de la categoría “especulativa”, y no se moverán de allí hasta que se evidencien avances significativos en el campo de las reformas económicas y de la consolidación institucional.
Mientras tanto, no importa lo que le digan a Santiago Peña o lo que afirmen sus propagandistas, el país solo captará porciones muy marginales de los portafolios y pequeñas apuestas de los inversores. Si realmente se quiere dar un salto, como primera medida los referentes políticos, incluyendo al Presidente de la República, deben decidir si le van a ser fieles al Paraguay o fieles a su patrón.