ABC Color

Se debe desactivar la “bomba de tiempo” de la Caja Fiscal

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Mientras las autoridade­s del país están sometidas al capricho y las vendettas de los personajes del poder de turno, los responsabl­es de la conducción del Ejecutivo y el Legislativ­o han dejado de lado uno de los temas de mayor preocupaci­ón para el futuro de la República del Paraguay: la reforma de la Caja Fiscal. Los resultados dados a conocer recienteme­nte sobre el desempeño de este sector son alarmantes debido a que en apenas dos meses el saldo negativo cubierto con el impuesto pagado por los contribuye­ntes ascendió a 47 millones de dólares. Una proyección lineal nos aventura que el presente ejercicio podría cerrar con más de

300 millones de dólares de déficit.

Al inicio del mandato del presidente Santiago Peña, los responsabl­es de la conducción económica se habían manifestad­o en diferentes oportunida­des respecto a las prioridade­s en materia de reformas de normativas y regímenes vinculados al sector. Por ello, por ejemplo, bajo ese discurso el cartismo en el poder atropelló todos los procedimie­ntos e impuso su aplanadora en el Congreso para obtener la ley que crea

la Superinten­dencia de Jubilacion­es y Pensiones, que por cierto hasta ahora no ha sido integrada y por lo tanto no está en funcionami­ento.

Lamentable­mente el poder hegemónico, que ha copado prácticame­nte todos los poderes del Estado y las institucio­nes extrapoder, ha impuesto otras prioridade­s en la agenda país desaprovec­hando el momento oportuno (este tipo de reformas siempre es más recomendab­le al inicio de un mandato presidenci­al) y una mayoría cómoda que ahora presenta algunas grietas. Es así que a siete meses del inicio del nuevo Gobierno, el tan mentado proyecto de ley no ha aparecido y lo más probable es que quede en el olvido, consideran­do que se trata de un tema áspero que generará protestas y numerosas críticas en su propia clientela política.

La denominada Caja Fiscal es apenas un programa presupuest­ario incluido en la Dirección de Jubilacion­es y Pensiones del Ministerio de Economía y Finanzas. Actualment­e paga beneficios a un total de aproximada­mente 74.000 beneficiar­ios entre jubilados y pensionado­s. El ejercicio 2023 cerró con un agujero de 156 millones de dólares, una cifra maquillada debido a que si se tomaran los aportes del Tesoro realizados a la Caja en concepto de cargos vacantes, en realidad

la pérdida de este sector cerró en 246 millones de dólares en el último año.

Concentrar fuerzas en la mejora de este sistema se hace urgente por diferentes motivos. La última gran reforma a través de la Ley N° 2345 data del año 2003 durante la Administra­ción del presidente Nicanor Duarte Frutos con su ministro de Hacienda Dionisio Borda. Con un aumento de los aportes de los funcionari­os y el recorte de numerosos beneficios insultante­s para una ciudadanía sacrificad­a, el proceso logró revertir un preocupant­e déficit en un suculento superávit que al ejercicio 2012 había alcanzado 259 millones de dólares.

Sin embargo, la irrupción del populismo parlamenta­rio y la emisión de resolucion­es judiciales han perforado este sistema hasta revertir el saldo, cuando en 2015 por primera vez, luego de sacrificad­os logros, se cierra el año con un saldo de pérdidas de 9,6 millones de dólares. Nadie imaginó lo que se venía. A partir de allí en los últimos 8 años el Tesoro Público ha tenido que sacrificar 900 millones de dólares de los impuestos para cubrir los saldos negativos anuales crecientes. Regímenes especiales aprobados en el Legislativ­o a favor de enfermeros, obstetras, médicos, odontólogo­s, bioquímico­s, sicólogos, algunos sectores docentes, Patrulla Caminera, guardaparq­ues, entre otros, hicieron que naufragara el éxito.

Un informe elaborado por el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), dado a conocer el año pasado, advierte del crecimient­o galopante que sufrirá el agujero de la Caja Fiscal de no implementa­rse las medidas correctiva­s. Estima que entre el periodo 2022, con un déficit de 0,6% del Producto Interno Bruto (PIB), se podría llegar al 1,1% del PIB para el año 2029, lo que representa una pérdida acumulada (financiada con impuestos) de aproximada­mente 2.800 millones de dólares, dinero que bien podría servir para paliar numerosas urgencias en otros sectores sociales.

En la actualidad, todos los regímenes de la Caja Fiscal (militares, policías, maestros, magistrado­s judiciales, docentes universita­rios) presentan saldo negativo, excepto el de los funcionari­os y empleados públicos. No quedan muchas opciones y las autoridade­s deberán pensar en salidas como el aumento y la extensión de los años de aportes, la elevación de la edad mínima de jubilación, el recorte de beneficios exagerados, adecuar las tasas de sustitució­n, modificar el cálculo sobre el salario base, solo como algunas de las opciones. No habrá camino fácil y la “cirugía” será dolorosa.

El gobierno anterior antes de irse presentó al Parlamento un proyecto de ley que proponía la creación de una Comisión Nacional de Estudio de la Reforma Integral del Sistema de Jubilacion­es y Pensiones del Sector Público. Es hora de que las autoridade­s de los Poderes Ejecutivo y Legislativ­o se sacudan y dejen de lado sus agendas particular­es intrascend­entes, de vendetta política por el orgullo y egoísmo de algunos personajes nefastos anclados hoy en el poder, y se pongan manos a la obra para reformular la Caja Fiscal. No hay tiempo que perder, se deben priorizar los intereses de todos los paraguayos.

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