Diario Correo

UN CHARLATÁN

- @Ivanslocov­ich IVÁN SLOCOVICH PARDO DIRECTOR DE CORREO

La campaña internacio­nal en defensa del recluso Pedro Castillo sigue al galope. Ahora ya no solo sacan cara por él algunos presidente­s como los de México, Colombia y Chile, sino que también han soltado por allí a un abogado argentino a tratar de engañar a quien se lo permita, con el cuento de que el profesor chotano no dio un golpe de Estado, sino que lo visto por el mundo entero el 7 de diciembre último fue un “hecho atípico” que no tuvo la intención de revertir el orden constituci­onal.

El abogado se llama Leonardo Croxatto, quien además se queja que a Castillo se le metió preso sin que haya podido defenderse ante el Congreso que mandó cerrar horas antes. Lo risible es que si el golpista no era detenido en la avenida Wilson, tal como ocurrió, en este momento estaría asilado en México riéndose de la justicia peruana como lo hace su esposa, quien también es investigad­a como presunta integrante de la red de delincuent­es que encabezarí­a el profesor. Este sujeto que ha estado en Bogotá en una reunión con el presidente Gustavo Petro, uno de los escuderos descarados de Castillo en la región, ha tenido el desparpajo de señalar que el golpe del 7 de diciembre fue “simbólico” debido a que no hubo ni tanques ni fusiles, y que más bien su cliente fue una víctima. Finalmente, como de costumbre en todos los castillist­as, sale con el discurso surrealist­a de que el profesor representa a los “pueblos originario­s y campesinos”.

Acá no importa dónde nació Castillo, ni si es campesino, empresario, panadero, abogado o sicólogo. Lo único cierto es que siendo presidente en funciones y desde su cargo de jefe supremo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, dispuso el cierre del Congreso con la idea de asumir poderes absolutos sin ningún amparo legal. Eso en el Perú o en cualquier parte del mundo, señor Croxatto, se llama golpe de Estado y es penado por las leyes de este país.

Más allá de charlatane­rías, estafas y cuentos dentro y fuera del país, la justicia tiene que hacer su trabajo como lo viene haciendo. En este momento el golpista paga además una prisión preventiva por presunta corrupción, lo que va pintando de cuerpo entero a este sujeto que muestra como único “argumento de defensa” el discurso de que “soy un pobrecito y me odian porque soy del campo”. Ya pues, ya tuvimos bastante de eso por casi año y medio, bajo el mandato del hoy reo de Barbadillo.

MÁS ALLÁ DE CHARLATANE­RÍAS, ESTAFAS Y CUENTOS DENTRO Y FUERA DEL PAÍS, LA JUSTICIA TIENE QUE HACER SU TRABAJO

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