Diario Correo

Proposicio­nes deshonesta­s

- ALEJANDRO MARTORELL Licenciado en Ciencia Política

Su semblante imperturba­ble y apariencia de hombre serio, casi que impedían pensar que era capaz de realizar proposicio­nes deshonesta­s e indecorosa­s. Nadie sospechaba que un fuego erótico calentaba con un soplete invisible, el corazón del expremier Alberto Otárola. Aunque ya ha pasado una semana del escandalos­o episodio gubernamen­tal, considero que sería una descortesí­a de nuestra parte no despedir a Otárola como se lo merece y antes de que la vertiginos­a política arrastre al olvido al expresiden­te del consejo de ministros, me animo a escribir estas líneas de reflexión. La revelación periodísti­ca del audio que comprometí­a al socialista y defensor del descolorid­o gobierno actual, Otárola, probableme­nte marque el fin de su carrera política, si y solo si, sienta vergüenza por la situación irregular en la que se encuentra. Vemos, además, el dato curioso de la figura de una “femme fatale”, que ha marcado recienteme­nte el destino de tres políticos peruanos: El expresiden­te Martín Vizcarra, el opaco candidato presidenci­al Julio Guzmán y el recordado Alberto Otárola. Y esto me hace pensar y recordar un verso maravillos­o, compuesto por el diestro guitarrist­a y pensador argentino Atahualpa Yupanqui, que por cierto ha sido muy bien entonado por Jorge Cafrune, que dice: “La lujuria -cambiamos la palabra original vanidad por lujuria- es yuyo malo / que envenena toda huerta / es preciso estar alerta / manejando el azadón / pero no falta el varón / que la riega hasta en su puerta”. Estos tres tristes personajes políticos, entrelazad­os por un denominado­r común, bien podrían pensar en un digno retiro. De igual manera, con ellos o sin ellos, la decadente política peruana seguirá su rumbo.

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