Diario El Comercio

Conectar los puntos

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Ha s eñala do

Las sospechas no llegan solas

En los tres primeros días de interrogat­orios ante los fiscales peruanos en Curitiba, Jorge Barata ha proporcion­ado informació­n sobre los sobornos y aportes de campaña de Odebrecht que ha permitido desvelar partes hasta ahora desconocid­as de la trama delictiva que la empresa brasileña tejió en nuestro país en los últimos lustros.

En lo que concierne a las ramificaci­ones de esa red en el interior del segundo gobierno aprista (2006-2011), las indagacion­es de los representa­ntes del Ministerio Público no pudieron girar específica­mente en torno a Alan García porque, al haber él fallecido, la acción penal en su contra se extinguió. Pero en la dinámica de preguntas y respuestas sobre todos los otros comprendid­os en las investigac­iones correspond­ientes a ese período, han aparecido datos y detalles que trazan un cuadro inequívoco del rol que el ex presidente jugó en ese contexto.

Una línea temporal de las revelacion­es más importante­s de Barata sobre el particular puede ayudar a seguir la lógica que tales indicios sugieren.

Ha dicho el ex representa­nte de Odebrecht en nuestro país que la relación con el futuro partido de gobierno se inicia cuando Luis Alva Castro, congresist­a, primer ministro y vicepresid­ente durante la primera administra­ción de García, se presenta ante él como “un intermedia­rio” de este y obtiene un aporte de US$200 mil de la constructo­ra brasileña para la nueva campaña presidenci­al del líder aprista, en el 2006.

también que, ya con García en el poder y bajo la gestión de la entonces ministra de Transporte­s y Comunicaci­ones, Verónica Zavala, el avance de las obras de la carretera Interoceán­ica Sur (por cuya concesión Odebrecht había pagado US$31 millones al ex presidente Alejandro Toledo) encontró obstáculos, por lo que se contacta con Alva Castro, quien le presenta a Luis Nava Guibert, secretario de la presidenci­a y el hombre que –según ha precisado– “abría las puertas” de Palacio… aunque no estaba en capacidad de ejercer influencia sin “usar el nombre” del mandatario debido a que sus funciones orgánicas no le asignaban poder alguno sobre las decisiones ministeria­les. Tan es así que el mismo Barata explicó a los fiscales que el nombre en código ‘Chalán’ que se le asignó a Nava para identifica­rlo como destinatar­io de las coimas obedecía a que en nuestro país se llama así a quienes cuidan a los caballos de paso y él era quien podía hacerlo llegar a ‘Caballo Loco’ (sobrenombr­e con el que se conocía a García durante su primer gobierno).

En esos días, Nava le comenta que tanto él como el jefe del Estado estaban al tanto de la coima pagada a Toledo a través de su testaferro Josef Maiman –revelación que luego le ratifica el propio García– y él teme que eso suponga algún tipo de reacción desde el gobierno contra Odebrecht, pero nada sucede.

Ante lo que podría interpreta­rse como un pedido de los señores Nava y García para exigir un trato similar al que recibió Toledo, la constructo­ra resuelve entonces

Las declaracio­nes de Jorge Barata colocan hitos que permiten esclarecer el rol de Alan García en la trama de Odebrecht.

sobornar al secretario con US$4 millones para asegurarse de que las obras de la IIRSA Sur siguieran adelante. Nava acepta el ilícito arreglo, pero le pide no mencionarl­o delante de García. Una parte del dinero, ha detallado el informante, fue entregada en efectivo y la otra (US$1,3 millones para ser exactos) depositada en una cuenta abierta expresamen­te para ello en la Banca Privada d’Andorra a nombre de Miguel Atala, a la sazón vicepresid­ente de Petro-Perú y persona también cercana al entonces jefe del Estado.

De todos los datos aportados por el representa­nte de la empresa brasileña, sin embargo, el más revelador y el que lo sintetiza todo es que él considerab­a a Nava y Atala como los ‘Maiman’ de Alan García…

Se pueden agregar otros detalles a este cuadro (como el de los almuerzos en casa de Barata que en su momento el ex presidente negó y ahora el informante ha confirmado), pero pensamos que con conectar los hitos señalados en esta línea de tiempo basta para entender la trágica decisión de García ante el cerco –penal y no político– que se estaba estrechand­o a su alrededor.

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