Mujeres ocupan menos del 10% de los más altos cargos del Estado
Especialistas señalan que persiste un machismo institucionalizado. Funcionarias relatan episodios de hostilidad que sufrieron.
Brecha.
“Se concibe erróneamente que el poder tiene códigos muy asociados con la masculinidad”. Beatriz Ramírez Abogada especializada en género
“Si una mujer se equivoca, se tiende a criticar el género. Esa carga no la tienen los hombres”. Mariela Noles Politóloga especializada en género
En el Perú, los liderazgos no son –y nunca han sido– paritarios. Desde los tres principales poderes del Estado –Ejecutivo, Congreso, judicatura– hasta los despachos autónomos y las oficinas municipales, son los hombres quienes, por mayoría, han tomado siempre las decisiones en el país. Aunque hoy el Poder Judicial, la Fiscalía de la Nación, el Tribunal Constitucional y la Presidencia del Consejo de Ministros son liderados por mujeres, la participación sigue siendo histórica y estadísticamente masculina.
El Comercio consultó a siete funcionarias y exfuncionarias para saber qué tan hostil se torna el camino cuando una mujer “irrumpe” en espacios académicos, profesionales y de poder político. El resultado es un punto en común: su opinión es subvalorada y sus capacidades son puestas en doble cuestionamiento (ver historias).
De acuerdo con información analizada por la Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio, las mujeres siguen infrarrepresentadas en casi todos los sectores. En la infografía que acompaña este informe, se muestra que las mujeres ocupan menos del 10% de altos cargos en diversas entidades estatales.
—Una ‘falsa igualdad’—
Si bien las mujeres no están – en teoría– impedidas de aspirar a altos cargos, muy pocas suelen alcanzarlos. Y aquí se abreelmitodeunmenorinterés en el poder o en la política. Adriana Urrutia Pozzi-Escot, presidenta de la Asociación Civil Transparencia, explica que esa creencia se basa en un concepto de “falsa igualdad”.
“Se maneja la idea de que las mujeres ya lo han conquistado todo, de que ya son iguales [a los hombres]. Pero lo cierto es que aún hay brechas. Por ejemplo, yo diría que el ‘techo de cristal’ que varias mujeres han roto parece ser de elástico: en cuanto ya pasó una, detrás de ella vuelve a cerrarse. Y esa elasticidad es generada por el machismo institucionalizado: no se reconoce la autoridad de la mujer y se normaliza que no se reconozca”, expresa Urrutia.
Mariela Noles Cotito, politóloga especializada en género, señala que aún se perpetúa la idea de que las mujeres están “invadiendo” los espacios de poder.
“Aunque hay avances, todavía está la estigmatización de que las mujeres deben dedicarse a lo doméstico o a lo familiar. Cuando salen de ahí y, más aún, cuando son exitosas, se las concibe como ‘transgresoras’. Eso suele redundar en la creación –a veces no intencional– de ambientes hostiles”, dice.
Beatriz Ramírez Huaroto, abogada especializada en género, indica que los tratos discriminatorios –incluso los más sutiles– desalientan a las mujeres a perseguir más cargos de tradicional dominio masculino. “Hay condiciones de acceso al espacio público, pero no de permanencia. Las conductas que estigmatizan, prejuzgan y estereotipan a las mujeresfinalmentelasempujanasalir.Lamentablemente, pueden pasar muchos años más para que los preconceptos basados en el género desaparezcan”, expresa.
Cuando e l Cong r e s o aprobó la paridad y alternancia para las listas electorales, ya existía una cuota de género del 30%. Pero su efecto nunca fue significativo. “Las cuotas son necesarias, pero insuficientes. Es positivo afinar mecanismos que no solo alienten la inclusión, sino que también legitimen el liderazgo de las mujeres”, precisa Urrutia.