Precariedad laboral afecta más a las trabajadoras durante la crisis sanitaria
La PEA de mujeres cayó un 8% al mes de enero
Golpe. Aunque el empleo se redujo para hombres y mujeres ante la pandemia, es a ellas a quienes les está costando más encontrar oportunidades formales.
Desde el inicio de la pandemia, diversos especialistas pronosticaban que el impacto de este evento afectaría a las mujeres con mayor magnitud que a los hombres a nivel económico y social. Más de un año después, la evidencia demuestra que, efectivamente, esa predicción fue precisa; y el retroceso en los avances laborales ha sido evidente desde varios aspectos.
Para empezar, en el Perú más mujeres que hombres salieron de la Población Económicamente Activa (PEA) entre diciembre del 2019 – tres meses antes de la pandemia– y enero de este año, de acuerdo a cifras del INEI. En el último mes del 2019, los hombres que pertenecían a la PEA (2,84 millones) superaban a las mujeres en más de 348 mil personas (2,5 millones). Al primer mes de este año, sin embargo, la cantidad de la PEA masculina sobre la femenina aumentó a más de 488 mil personas. Así, la PEA de mujeres registró una caída de 8% entre noviembre del 2020 y enero de este año, en comparación al mismo período del 2019-2020.
En paralelo a este resultado, más mujeres que hombres ingresaron al grupo de personas no económicamente activas con la pandemia: hacia fines del 2019 las mujeres que no pertenecían a la PEA superaban en más de 697 mil a los hombres del mismo grupo, pero a enero de este año esa cantidad fue cercana a 859 mil personas.
Hugo Ñopo, investigador principal de Grade, remarca que tanto hombres como mujeres fueron severamente afectados por la crisis que generó la pandemia en el mercado laboral: la caída más fuerte en la población ocupada se vio en el trimestre móvil de abril a junio del 2020, los meses de cuarentena estricta, cuando la población ocupada masculina retrocedió un 53,6% y la femenina un 56,9%. No obstante, resalta que las diferencias de género se empiezan a ver en la recuperación del empleo, donde se evidencia que a las mujeres les está costando más recuperar los empleos que a los hombres [ver infografía].
Y cuando se hace zoom en el empleo adecuado, la diferencia en el ritmo de recuperación es aún más cla
ra: antes de la pandemia, la tendencia en el aumento de empleo adecuado era más favorable para las mujeres (8,7%) que para los hombres (1,1%), y ahora, esta variación se ha revertido.
Es así que al mes de enero de este año, el empleo formal de mujeres registró una variación de -32%; mientras que en el caso de los hombres, la cifra es de -23%.
Carolina Trivelli, asesora senior en Análisis Estratégico de la Oficina Regional de la FAO, explica que el cambio de tendencia se debe a que los sectores donde muchas mujeres tenían empleo adecuado (servicios, hoteles y restaurantes, entre otros) no se están recuperando al ritmo esperado.
“En general estamos viendo que es una recuperación lenta. Estos rubros donde las mujeres están sobrerrepresentadas pensaban que se iban a recuperar hacia fines del 2020 y mantuvieron sus relaciones laborales, pero luego se dieron cuenta de que sería tan fácil. Hay una precarización del empleo ahí y, sin duda, eso las golpea más”, agrega la economista.
Por el contrario, Cynthia
Sánchez, directora de Talento para Perú y Chile de Manpower Group, menciona que los rubros de tecnología, almacenamiento, logística, y medicina son los que han registrado una mayor demanda de personal el año anterior; y son, justamente, donde predominan los profesionales masculinos.
A la mayor precarización y ausencia de empleo en los rubros donde predomina la fuerza laboral femenina se suma también el desbalance que la pandemia ha generado en las responsabilidades que asumen los hombres y las mujeres en sus hogares; y que nuevamente ha tenido un impacto diferenciado.
Shirley Quino, laboralista del estudio Payet, resalta que aunque el trabajo remoto ha generado un mayor involucramiento de los hombres en los quehaceres del día a día, sigue habiendo una brecha importante entre géneros porque las mujeres, por su lado, han asumido más carga de la que ya tenían; y para quienes tienen hijos menores que requieren acompañamiento escolar en casa, ese impacto ha sido mayor.
“Una encuesta que el Ministerio de la Mujer realizó durante la primera cuarentena mostró que los hombres tenían la percepción de que están participando más en quehaceres en el hogar, pero las mujeres asumieron el doble de esas tareas”, precisa Quino. Por otro lado, Diana Plasencia, gerenta de Consultoría en Aequales, sostiene, según datos del Ministerio de Educación, que un 53% de madres se hicieron cargo del seguimiento del colegio en casa de sus hijos, versus un 14% de padres.
CÓMO CAMBIAR EL PANORAMA
Ante los nuevos retos que plantea el mercado laboral y las nuevas modalidades de trabajo a las mujeres, surgen propuestas que podrían ser aplicadas tanto en el ámbito privado como en el público, y de hecho, muchas políticas ya están siendo implementadas en la actualidad.
Por el lado del empleo, Trivelli considera que se deberían implementar políticas “súper agresivas” de generación de subsidios o de incentivos desde el Estado para que se den contratos de empleo formal, y añade que a eso se le puede sumar una mirada de género.
“Podrías, por ejemplo, premiar a aquellas empresas que generen contratos con mayor flexibilidad, que importa mucho a las mujeres; hacer programas de empleo temporal en los que se puedan sumar mujeres no calificadas; o hasta subsidiar contrataciones en planilla para profesionales y con lentes de género, reconociendo que quieres que la proporción de mujeres con empleo adecuado crezca”, precisa.
Liliana Tsuboyama, socia de Tax y Legal de KPMG, señala que los empleadores deberían reforzar iniciativas que respalden el bienestar de sus trabajadores, identificando, por ejemplo, las labores que puedan tener fuera del trabajo. “Nosotros tenemos un programa que busca dar f lexibilidad a las mamás y papás que trabajan. Incorporar al padre en el cuidado de los hijos es importante para logar la equidad”, comenta.
Pero Ñopo precisa que no basta con que las empresas o el Estado construyan esa equidad laboral. “Del otro lado está la casa, donde se tiene que generar esa conciencia. Los hombres pasamos a cumplir un rol muy importante de reconocer e identificar esos repartos inequitativos y tratar de equilibrarlos”, enfatiza.