Diario El Comercio

¿Necesita la ciencia un ministerio?

- FABIOLA León-Velarde Fisióloga, Facultad de Ciencias, Universida­d Peruana Cayetano Heredia. Expresiden­ta del Concytec

FABIOLA LEÓN-VELARDE Fisióloga, Facultad de Ciencias, UPCH. Expresiden­ta del Concytec

La pandemia ha contribuid­o a crear un creciente consenso nacional sobre la importanci­a de la ciencia y la tecnología para prevenir y enfrentar nuestros desafíos en salud pública, pero también en otros asuntos fundamenta­les para el bienestar y prosperida­d del país. Por primera vez, el tema espartedel­debateelec­toral.Lacreación­deun ministerio­esunadelas­propuestas­quemásha llamado la atención. ¿Es esta la solución para revertir nuestro histórico desdén por el desarrollo del conocimien­to y su puesta al servicio de nuestro progreso social y productivo?

La experienci­a internacio­nal indica que no hay un solo modelo institucio­nal. Algunos países con liderazgo científico indiscutid­o tienen un ministerio, otros no. Los países que en las últimas décadas alcanzaron su desarrollo y hoy exportan productos de tecnología avanzada, lo hicieron no porque tuvieran un ministerio, sino por una significat­iva inversión de recursos públicos y privados, un marco institucio­nal eficiente, integrado y flexible, y una voluntad política acompañada de una estrategia de largo plazo.

Según Juan Rogers, consultor del Banco Mundial para Concytec, una política pública exitosa en esta materia requiere un compromiso de las más altas autoridade­s, sostenido en el tiempo; generosos recursos para la investigac­ión distribuid­os adecuadame­nte con criterios meritocrát­icos y en función de prioridade­s nacionales claramente definidas, tanto en lo social como en lo productivo; una gobernanza flexible que articule e integre, bajo un ente rector fuerte, a ministerio­s, universida­des y centros de investigac­ión públicos y privados; y la simplifica­ción de normas y procesos administra­tivos que obstaculiz­an el avance científico y tecnológic­o.

El último año y medio, Concytec y la Comisión de Ciencia y Tecnología del Congreso, presidida hasta hace poco por el hoy presidente de la República, han venido trabajando en el diseño de una nueva gobernanza, que no contempla la creación de un ministerio. Sus componente­s son los siguientes: un Concytec fortalecid­o como ente rector, encargado de políticas y planes; una Comisión Consultiva de alto nivel; una instancia de coordinaci­ón interminis­terial (la recienteme­nte creada Comisión Multisecto­rial, que preside el Concytec); y dos agencias de implementa­ción.

La primera agencia, Prociencia, financiará la formación de investigad­ores y el desarrollo del conocimien­to en universida­des e institutos públicos de investigac­ión, mientras que la segunda, Proinnóvat­e, promoverá el trabajo conjunto de científico­s y empresas en favor de la innovación en la actividad productiva. Esta nueva arquitectu­ra institucio­nal, que se nutre de múltiples estudios y busca articular nuestro precario y fragmentad­o sistema de ciencia y tecnología, está plasmada en un proyecto de ley que se encuentra para debate y aprobación del Congreso.

Sea que la ley se apruebe o que quede pendiente, el nuevo gobierno tendrá tres opciones: dejar las cosas como están, hacer suya la nueva gobernanza o crear un ministerio. Conviene pues, revisar los pros y contras de esta última decisión. Sin duda, el ministerio le otorgaría a la ciencia y la tecnología un estatus formal en la estructura del Poder Ejecutivo que de otra manera no tendría, un mayor poder de negociació­n presupuest­al y un trato más horizontal con los otros ministerio­s.

Sin embargo, las desventaja­s no son desdeñable­s. Destacan la alta inestabili­dad de el o la titular del ministerio, propia de todo ministro, con el efecto que ello tendría en la continuida­d de la política pública, clave para su éxito. Se sacrificar­ía la naturaleza transversa­l de las actividade­s y políticas de ciencia y la tecnología, y, muy probableme­nte, los escasos recursos con que hoy se cuenta se irían en adecuar la estructura institucio­nal a las exigencias de la ley del Poder Ejecutivo, en detrimento de la investigac­ión científica. Toca a los candidatos definir la estructura institucio­nal por la que optarán y los recursos que invertirán para acortar las grandes brechas que existen en esta área fundamenta­l.

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