Consintiendo las dictaduras
El 11 de julio, miles de cubanas y cubanos salieron a las calles de las principales ciudades de la isla para protestar por la escasez de alimentos y medicinas, pero también por la falta de libertades, a lo que el gobierno de Miguel Díaz-Canel respondió cortando los servicios de Internet y disolviendo las manifestaciones de forma violenta.
Durante la celebración de nuestra independencia, el presidente Andrés Manuel López Obrador otorgó un trato privilegiado a Díaz-Canel y, de alguna manera, responsabilizó al Gobierno de Estados Unidos de provocar que “el pueblo cubano, obligado por la necesidad, tenga que enfrentar a su propio Gobierno”. Es una lástima que se haya desaprovechado la oportunidad para pedir con la misma vehemencia la liberación de los presos políticos, el respeto a la libertad de expresión y la celebración de elecciones auténticamente democráticas en ese querido país.
“La situación actualmente en Cuba es grave. Los servicios de salud colapsaron, las pers onas est án muriendo. Esa crisis está sustentada porque el país no produce, ni deja que las i nversiones privadas lleg uen. Cuba es un régimen totalitar i o”, fue lo que me dijo Anamaly Ramos, artista cubana y defensora de los derechos culturales, e integrante del Movimiento San Isidro.
Henry Constantín Ferreiro, director del diario “La Hora” de Cuba, me comentó que la vida en la isla es muy precaria. “Vivimos una represión. No hay libertad económica, de expresión, de asociación, de manifestación pacífica, libertad de credo, de enseñanza; todas son prohibiciones”, añade.
Los señalamientos de los gobiernos democráticos de Paraguay y Uruguay contra los antidemocráticos de Cuba, Nicaragua y Venezuela; así como el llamado de Ecuador a construir verdaderas democracias, en el marco de la Cumbre de la Celac, pintan de cuerpo entero la hostilidad, represión, autoritarismo e intolerancia con la que viven cubanos, venezolanos y nicaragüenses.
Como dijo el presidente de Uruguay, Luis Lacalle: “Cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando desde el poder se utiliza el aparato represor para callar las protestas, cuando se encarcela opositores,cuandonoserespetanlosderechos humanos.Nosotros,enestavoztranquila pero firme, debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurreenCuba,NicaraguayVenezuela”.
Consentir las dictaduras es directamente proporcional a avalar la destrucción de las libertades que hoy reclaman, incluso con su vida, millones de ciudadanos en América Latina.
“Consentir dictaduras es directamente proporcional a avalar la destrucción de las libertades”.
–Glosado y editado–