Diario El Comercio

De Tokio 2020 a aprender a caminar

Velerista María Pía van Oordt se sometió a una reconstruc­ción del pie derecho y no sabe si podrá caminar bien, pero se esfuerza para volver a navegar.

- CHRISTIAN CRUZ VALDIVIA

Ni l os fuertes vi entos pudieron detenerla, pero el dolor en el pie derecho era un tema por resolver, así que, tras cumplir el sueño olímpico en Tokio 2020, María Pía van Oordt se sometió a una operación para reconstrui­r esa extremidad y ahora tiene que aprender a caminar nuevamente.

“Mi pie no estaba hecho para ser deportista profesiona­l”, nos dice. Desde el 2017, día a día el dolor estaba presente, tanto que se acostumbró a él. Sus metas deportivas de ser olímpica fueron postergand­o esa necesaria operación. Al final, tras representa­r al Perú en Tokio junto a Diana Tudela en vela 49er, se sometió a la cirugía.

“Es una lesión de desgaste que implica una deformidad en varias partes del pie. Me hicieron una reconstruc­ción total. Me hicieron seis cortes, me alargaron un hueso, me cortaron otro. Me alargaron el músculo de la pantorrill­a y tengo seis clavos de titanio”. Así grafica la operación que, en un inicio, le iba a demandar hasta tres meses de reposo absoluto. Sin embargo, solo seis semanas después de la intervenci­ón –a mediados de setiembre–, ella ya está dando sus primeros pasos.

—El proceso—

“Me dio miedo porque no se sabe lo que pueda pasar. El doctor me dijo que hay un 30% de posibilida­des de que no camine bien, pero prefiero quedarme con el sabor de que intenté curarme que con el sabor de que no hice nada”. Por eso, pasó las primeras semanas en cama sin hacer nada, se sometió a una dieta estricta para que su cuerpo la ayudara en el proceso y trabajó con sus psicólogos el aspecto mental para no derrumbars­e.

“No me molesta que digan: de Tokio a aprender a volver a caminar”, acepta y asume este nuevo proceso como una nueva faceta de su vida .“Estoy aprendiend­o a caminar y debo hacerlo bien. Debo pisar pensando”, agrega.

Ahora hace su rehabilita­ción en una trotadora antigravit­acional, la cual hace que su cuerpo pese 12 kilos para que el pie no reciba tanta presión. Así, seguirá su rehabilita­ción por un par de meses más. Pese a ser muy activa y ansiosa, ha encontrado en otras actividade­s que la apasionan una forma de `olvidar' la vela. “No siento que mi vida paró. Empecé un mininegoci­o de bisutería, me gustan las manualidad­es, y me puse a trabajar en mi carrera de Ciencias Políticas como practicant­e. No es que tras la recuperaci­ón voy a retomar mi vida, mi vida sigue”, nos dice.

Su plan de regreso al deporte depende de cómo evolucione. “Volver a navegar entre febrero y marzo, con la indicación del doctor. Si no puedo seguir navegando, me encantaría que haya un equipo de 49er -bote para dos personas- en París y motivaría a alguien a que vaya con mi compañera”. Pero es consciente de que eso hoy es un deseo. “No sé si voy a terminar con un bastón. Pero digo, lo intenté. Es un riesgo que yo tomé y me iré a la tumba tranquila”, sentencia.

Por eso, María Pía agradece a quienes estuvieron siempre a su lado. Sus psicólogos, su familia y amigos, e incluso aprendió de los que no estuvieron. Los momentos duros la hicieron más fuerte y espera enseñar con eso.

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ARCHIVO PERSONAL Así trabaja el pie en las competenci­as de vela. Van sobre el borde del bote para equilibrar la embarcació­n. Pese a toda esa exigencia, la velerista llegó a competir en Tokio.
 ?? ARCHIVO PERSONAL ?? Días después de la operación, con el buen humor de darlo todo.
ARCHIVO PERSONAL Días después de la operación, con el buen humor de darlo todo.

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