“El idioma español se ha enriquecido con las lenguas peninsulares e indígenas”
Como preparación al Congreso de la Lengua por celebrarse en Arequipa en el 2022, charlamos con el poeta y filólogo.
Puntal de una bohemia integrada por Almodóvar, Ser r at, Sabina, Miguel Ríos y Almudena Grandes, con quien se casó, el filólogo y poeta Luis García Montero (Granada, 1958) es también director del Instituto Cervantes, que estudia la presencia del español en el mundo a través de investigaciones de especialistas. Así, en su Anuario 2021 aparecen estos números: de 591 millones de usuarios (el 7,5% de la población mundial), 493 millones tienen el español como lengua materna: es la segunda del mundo por número de hablantes y la tercera lengua global de hablantes. Y seguirá creciendo, tanto que en el 2060 Estados Unidos será el segundo gran país hispanohablante después de México.
— Como no todo puede ser demográfico, ¿a qué atribuye semejante multiplicación exponencial?
Pues influyen varias causas. En primer lugar, claro, la demografía, y después el interés que despierta una lengua que es la segunda en hablantes nativos después del chino mandarín y la tercera en comunicación después del inglés y el chino. En este momento, hay más de 27 millones de personas estudiando el castellano o español. Sin duda es una lengua que despierta interés cultural, comunicativo, laboral y económico. Más allá de las cifras, debemos trabajar por su prestigio.
“El español es la segunda lengua en hablantes nativos después del mandarín y la tercera en comunicación tras el inglés y el chino”.
— El Instituto Cervantes se funda hace 30 años. Sintomáticamente, en ese tiempo el número de hablantes se ha incrementado en un 70%. ¿Qué siente su director, que además es un célebre poeta y filólogo?
Ni qué decir tiene que el crecimiento no se debe al trabajo del instituto. Lo que me alegra es que la lengua sea fuerte y se extienda por el mundo. Nosotros solo intentamos estar a la altura de los retos de toda la comunidad. En la administración Trump, con la consigna del solo inglés, se quiso caricaturizar al español como una lengua de pobres. Eso ya es imposible porque la comunidad hispana de EE.UU. supone ya la octava economía del mundo. Hay que trabajar para que el español no solo sea la lengua de Cervantes o de Blanca Varela, o de César Vallejo, sino una lengua de prestigio científico y tecnológico, comprometida con el futuro de los valores democráticos y el respeto a la pluriculturalidad.
— ¿Por qué el Instituto Cervantes recién se funda en 1991? La Alianza Francesa se remonta a 1883, la Sociedad Dante Alighieri a 1889, el British Council a 1934 y el Instituto Goethe a 1951. Un factor puede ser la dictadura franquista, ¿pero antes de ella?
Es verdad. Si se compara con otras instituciones hermanas en Alemania, Francia o Reino Unido, el Instituto Cervantes es una institución muy joven porque su nacimiento es inseparable de la democracia. La retórica de la dictadura franquista era una farsa de tonos imperiales como si la lengua fuese propiedad de España. Los españoles solo somos el 8% de una comunidad muy grande. Los países hermanos nos fortalecemos recíprocamente en el horizonte internacional. Además, el Cervantes trabaja por valorar la convivencia con otras lenguas. Fue una lengua vehicular desde su nacimiento. Hay más de 4.000 palabras de origen árabe en el idioma, una lengua que se ha enriquecido al convivir con las lenguas peninsulares y las lenguas indígenas. Estos rasgos que caracterizan el trabajo del Instituto Cervantes eran incompatibles con una cultura no democrática.
— Habiendo España establecido una ruta de diálogo, mestizaje y reconocimiento panhispánico, ¿por qué cree que se estigmatizó al español como la lengua de los pobres?
Pues porque el supremacismo estadounidense quiso despreciar a los migrantes y usarlo como mano de obra barata. Tenemos una cultura muy importante, pero no debe olvidársenos que en nuestras sociedades el neoliberalismo ha abierto más aún la brecha entre las élites y las poblaciones pobres y, en este sentido, apostar por la ciencia, la cultura y la tecnología supone apostar por un desarrollo social más justo, más equilibrado y democrático. Así resultará más difícil que los supremacistas intenten caricaturizarnos.
— Permítame una frivolidad: ¿los peruanos tenemos un acento neutro? Y si así fuera, ¿por qué debería considerarse una ventaja y hasta llenarnos de orgullo?
No es un acento tan llamativo como el de los mexicanos o el de los argentinos. Eso tiene sus consecuencias. Me enteré hace poco de que algunas empresas prefieren atender con acentos neutros sus teléfonos y buzones de voz para aparentar un trato más hospitalario, menos identitario. Pero, en realidad, lo que debe llenarnos de orgullo a todos es saber que hablamos nuestro idioma según se habla en nuestra tierra. Yo soy andaluz y durante años se despreció el andaluz porque se decía que era peor español que el que se hablaba en Castilla. Una mentira. No es que los andaluces hablemos mal español, es que lo hablamos como se habla en Andalucía. A mí me gusta el acento peruano porque tengo muchos amigos íntimos peruanos en Madrid y en el Perú. La lengua es algo inseparable de los vínculos humanos.