La camisa de fuerza y la pusilanimidad
RUBÉN
Exministro del Interior, expresidente ejecutivo de Devida
La acción estatal más eficiente que nos permitía evitar que la hoja de coca se convirtiera en cocaína es, de lejos, la erradicación. En total, 25 mil hectáreas de coca erradicada equivalían a 245 toneladas de cocaína menos.
Desde la actual gestión de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) se está actuando con una candidez sospechosa. Anunciaron que, para evitar el ‘círculo vicioso de la resiembra’ propondrán solemnes “pactos sociales ciudadanos”. Se supone que este pacto provocará una especie de exorcismo liberador que inmunizará al campesino de la narcococa. Tengo la impresión de que estamos ante una copia mal entendida del llamado ‘control social’ que se aplicó en Bolivia.
La evidencia empírica nos dice que solo la erradicación sostenida, acompañada de desarrollo alternativo y la inversión en infraestructura vial, pudo romper la matriz económica de la coca ilegal. Así se hizo en el Alto Huallaga. Resultado: se recuperó el Estado de derecho, se derrotó al terrorismo y se redujo significativamente el narcotráfico.
En el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) nunca se erradicó. Parte importante de su economía está narcotizada con las 500 toneladas de cocaína que procesan anualmente. ¿Cuál es la propuesta del Gobierno? Defender y legalizar esa coca. Hay tres proyectos de ley con este propósito.
Lamentablemente, en Devida le pusieron una camisa de fuerza a la lucha contra las drogas reduciendo la erradicación solo a algunas zonas sin mayor importancia para el narcotráfico. No necesitamos hacer mucho análisis para prever que en los próximos dos años superaremos las cien mil hectáreas de coca, que producirán a su vez más de mil toneladas de cocaína. La pusilanimidad generará uno de los mayores daños a la democracia y a nuestra seguridad.
En general, igual que el narcotráfico, el crimen organizado predatorio seguirá desbordándose, especialmente en la franja costera del país. El grito desesperado será pedir la declaratoria de emergencia y la intervención de las Fuerzas Armadas. Obviamente esto no resolverá nada; al contrario, complejizará aún
“En Devida le pusieron una camisa de fuerza a la lucha contra las drogas reduciendo la erradicación a zonas sin mayor importancia para el narcotráfico”.
más el problema. El negocio de las extorsiones seguirá lotizando las ciudades, no se escaparán las bodegas ni los puestos ambulantes de esta fuerza fáctica. Seis meses de gobierno y no hay nada parecido a una estrategia para enfrentar este problema. Esta guerra avisada sí matará gente, especialmente a los que no puedan recurrir al servicio privado de seguridad.
El terrorismo en el Vraem seguirá gozando de buena salud. Sus principales mandos, siguiendo su adicción mediática, seguirán recurriendo a la demagogia de la defensa de la hoja de coca. Claro, ellos le agregan el plus de la protección armada y el asesinato a quienes los combatimos.
Entonces, como se habrá notado, podríamos decir que en el Perú del bicentenario si hay algo realmente protegido esa es la coca, y no por el consumo tradicional ni para el pago a la pachamama.