Diario El Comercio

Homenaje y gratitud a heroicas reliquias Se decretó duelo nacional los días 15 y 16 de julio. Todos los restos se depositaro­n en primera instancia en la Iglesia Matriz del Callao.

En 1890, Lima vivió con emoción patriótica la llegada de los restos de los héroes caídos en la Guerra del Pacífico. Entre estos, destacaban los de Miguel Grau.

- HÉCTOR LÓPEZ MARTÍNEZ Historiado­r

Dando respuesta a un compacto y creciente clamor nacional recogido y respaldado por el periodismo de todo el país, el 3 de junio de 1890, el presidente de la República, general Andrés A. Cáceres, firmó un decreto disponiend­o la formación de dos comisiones especiales que debían viajar al sur y al norte, respectiva­mente, para traer a Lima los restos de los heroicos combatient­es peruanos caídos durante la guerra con Chile en las acciones de Angamos, Pisagua, Tarapacá, Tacna, Arica y Huamachuco. Las reliquias serían depositada­s en un osario que se construía apresurada­mente en el Cementerio General.

La comisión que marchó al sur en la cañonera Lima, severament­e enlutada, la integraban Guillermo Billinghur­st, cónsul general del Perú en Chile, el coronel Manuel C. de la Torre, el capitán de navío Melitón Carvajal, el sargento mayor Enrique Lapeyre, Enrique Masías, Juan Pereyra, el capitán de fragata Pedro Gárezon y el capitán Nicanor Menacho. La comisión al norte, para lo cual se designó al transporte Santa Rosa, igualmente enlutado, la componía el coronel Jus ti ni anoBorgoño,C ar los Germán Amézaga y el teniente coronel Pedro Silva.

Carlos Elías, ministro plenipoten­ciario del Perú en Santiago, cablegrafi­ó a nuestra Cancillerí­a informando que el gobierno de La Moneda ofrecía toda clase de facilidade­s para que los restos de soldados y marinos peruanos depositado­s en territorio ocupado por Chile pudieran ser exhumados sin problemas. El presidente de la República y el Congreso chileno disponían, asimismo, honores especiales para el almirante Miguel Grau, cuyos despojos habían sido enterrados provisiona­lmente en el mausoleo de la familia Viel, en el cementerio de Santiago.

El 14 de junio de 1890 zarpó del Callao la cañonera Lima. A bordo, como enviado especial de

El Comercio, iba Gustavo Luna, excelente redactor cuyos numerosos y amplios despachos permitiero­n a los lectores del decano de la prensa nacional un detallado conocimien­to de la misión. La cañonera tocó en Arica y en Iquique y luego prosiguió hasta Valparaíso. Una vez allí la delegación peruana viajó a Santiago. En la capital chilena, el gobierno, el Congreso, institucio­nes públicas y privadas, el cuerpo diplomátic­o y la población en general, brindaron deferente y respetuosa acogida a quienes tenían el encargo de traer a la patria los restos del Caballero de los Mares. En la imponente ceremonia en que se hizo entrega al Perú de los venerados despojos, el ministro de Relaciones Exteriores de la nación sureña, Juan E. Mackenna, dijo: “El almirante Grau ha pasado ya a la historia y su nombre vive en una esfera a la cual solo llegan la gratitud de su propio país y la admiración de los restantes”.

Al retornar a Valparaíso se renovaron los homenajes a Grau cuyos restos fueron embarcados en la Lima en horas de la noche del 28 de junio. La bahía estaba iluminada con luces de bengala encendidas por los botes que formaban el cortejo y por los reflectore­s del buque peruano y del crucero chileno Esmeralda, encargado de darle escolta de honor hasta el Callao.

El transporte Santa Rosa, a su vez, salió del puerto chalaco el 5 de junio y llegó a Salaverry dos días más tarde. La comisión bajó a tierra y pro siguió hast aH u a machuco donde llegó el día 14. El 30 de junio el Santa Rosa ya estaba de retorno en el Callao. Traía los restos del general Pedro Silva, de los coroneles Leoncio Prado, Emilio Luna, Máximo y Manuel Tafur, Eugenio Aragonés, del capitán de navío Luis Germán Astete, del teniente coronel Santiago Zavala y de los capitanes Portugal y Cáceres. Se dispuso que el transporte esperara a la cañonera para proceder a un desembarco conjunto.

Mientras tanto la Lima se detuvo en Arica para recoger los restos de Alfonso Ugarte y de numerosos héroes más. En Iquique subieron a bordo los despojos de los vencedores de Tarapacá y en Mejillones los del gallardo Elías Aguirre y otros miembros de la dotación del Huáscar. El viernes 11 de julio llegaron al Callao la Lima y la Esmeralda. Ambos buques se aguantaron sobre la máquina frente a San Lorenzo donde esperaba el Santa Rosa. Se acordó entonces que la ceremonia de desembarco sería el domingo 13 a las 12:00 del día. Todos los ataúdes eran de madera, excepto el de Grau –que fue el primero en llegar a tierra–, fabricado en acero.

Se decretó duelo nacional los días 15 y 16 de julio. Todos los restos se depositaro­n en primera instancia en la Iglesia Matriz del Callao, dando comienzo a los homenajes cívicos y religiosos que tuvieron su punto culminante el martes 15 cuando un tren especial trajo las reliquias a Lima y fueron colocadas en un imponente catafalco instalado en la Exposición. De allí, en carros especiales, sobriament­e adornados y acompañado­s por una inmensa multitud de ciudadanos, fueron llevados hasta el Cementerio General.

El día 15, por iniciativa de El Comercio, se publicó en sus talleres “La Prensa de Lima y el Callao”, que contenía un artículo en homenajea los héroes de cada una de las publicacio­nes que por entonces aparecían en ambas ciudades. Con toda seguridad jamás se repetirá en Lima la emoción colectiva de esas horas. Todas las casas, todas las tiendas, los faroles de luz eléctrica y de gas lucían crespones negros. El silencio era impresiona­nte y lo rompía tan solo el lúgubre doblar de las campanas de todos los templos. Era natural. Las heridas dejadas por la guerra estaban todavía frescas, llenas de dolor.

 ?? CORTESÍA DEL C.C. MICHEL LAGUERRE ?? Retrato de Miguel Grau, obra de Orlando Yantas existente en la Dirección de Intereses Marítimos de la Marina de Guerra del Perú.
CORTESÍA DEL C.C. MICHEL LAGUERRE Retrato de Miguel Grau, obra de Orlando Yantas existente en la Dirección de Intereses Marítimos de la Marina de Guerra del Perú.
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