Cuatro lecciones de la constituyente chilena
Para ser aprobado por la Convención Constitucional chilena, cada artículo del proyecto de Constitución debía recibir apoyo de, por lo menos, dos tercios de sus delegados. Por esto, la versión presentada al referendo del domingo 4 de setiembre fue producto de una mayoría muy sólida. Sin embargo, el 62% de los votantes la rechazó. ¿Por qué esta enorme brecha?
Muchas son las respuestas posibles. Como hipótesis –o lecciones– preliminares, adelanto cuatro. Intentan explicar por qué el texto se alejó tanto de las aspiraciones ciudadanas; por ello, se centran en el proceso convencional, no en el entorno sociopolítico. Son las siguientes:
Dispersión inexperta. Los delegados independientes, sin trayectoria ni disciplina político-partidaria, fueron mayoría. Su visión, más que general o ideológica, era sectorial. Por esto, en lugar de negociaciones que condujeran a acuerdos unitarios, estructurales y sistémicos, generaron intercambios transaccionales sobre reivindicaciones puntuales, a menudo étnico-identitarias, no sociopolíticas.
Afán maximalista. Por falta de experiencia en negociaciones democráticas, o conscientes de que, cerrada la convención, perderían influencia, muchos representantes impulsaron pretensiones maximalistas, que lograron imponerse por la dinámica transaccional ya mencionada, más orientada a la fisión que a la fusión. Y chocaron con la prudencia ciudadana. Absorción
colectiva. Es un fenómeno conocido que, a pesar de sus diferencias, los integrantes de un colectivo tienden a desarrollar cierta identidad común, sumergirse en su propio mundo y confundirlo con la realidad. Algo de esto también pasó y potenció las dos tendencias anteriores. Falta de “cable a tierra”. Como consecuencia, el contacto f luido y crítico con la realidad y aspiraciones generales, necesario siempre en política e indispensable para obtener el apoyo ciudadano, se perdió en buena medida.
El producto fue un texto indigesto (388 artículos permanentes y 57 transitorios) que complacía a muchos, pero amenazaba a muchos más, y que no logró generar una visión progresista realista y unitaria. Por algo fracasó. Quizá de esta experiencia surja otro proceso más sensato, capaz de articular las justificadas ansias de la población alrededor de grandes ejes de encuentros, no puntos de dispersión. Es uno de los retos pendientes para los chilenos.
“Quizá de esta experiencia surja otro proceso capaz de articular las justificadas ansias de la población alrededor de grandes ejes de encuentros”.