¿Dina, antes o después de Pedro?
A pesar de quienes le aconsejaban tomar prudente distancia de Castillo y del Gabinete, Dina Boluarte afrontará su acusación constitucional aferrada al Midis.
Una fuente palaciega ríe y me dice: “Hubo un berrinche”, cuando pido que me confirme si, en efecto, Boluarte no fue considerada para continuar en el Ministerio de Inclusión Social (Midis) en los cambios ministeriales del 22 de mayo. Otra persona me contó que tampoco había sido considerada en febrero, cuando juró Héctor Valer. O sea, si la vimos volver a ponerse el fajín y arrodillarse ante el presidente es porque tuvo que cuadrar a Pedro, que no se pase, pues, que no la deje sin cartera.
–Vladimir sin ti– Desde la segunda vuelta, Dina le hizo varias señas a Pedro de que con Vladimir Cerrón no iba a llegar a buen puerto y lo mejor era construir un frente de centroizquierda. Estuvo dispuesta a ser su primera ministra el 29 de julio, pero Pedro prefirió honrar su pacto con Vladimir y nombró a Guido Bellido. Dina, con Aníbal Torres y los ministros de Nuevo Perú, conspiraron para que cayera Bellido. Lo lograron y juró Mirtha Vásquez. Dina y Aníbal tomaron rutas distintas. Ella había roto lazos con Perú Libre (ellos dicen que la expulsaron; ella dice que renunció), y él pactó con Cerrón para llevar la fiesta en paz mientras fuera primer ministro.
A comienzos de año, algunos amigos de Boluarte le aconsejaron tomar distancia de Castillo. Pero ella escucha otras voces, entre las que está la de su hermano Wigberto, que fue viceministro de Trabajo de PPK. Dina no les hizo caso a los primeros, según me cuentan fuentes que la conocen, aunque sí admitía que metió la pata en un viaje en diciembre a Puno: “Si al presidente Pedro Castillo lo vacan, yo me voy con él”. Para contrarrestar ese arrebato castillista, los mismos amigos le sugirieron a Dina, a comienzos de año, que deje el Midis para no ser devorada por cargos de corrupción que no la implican.
–¿Y si cae antes?–
La gran ironía de Dina sería irse antes que Pedro, luego de especular tantos meses sobre qué haría de quedarse en su lugar. Como bien saben, apareció a fines de mayo una acusación constitucional, presentada por Norma Yarrow de Avanza País, pidiendo la inhabilitación de Boluarte por haber hecho gestiones, siendo ministra, en nombre del Club Apurímac, del que fue presidenta. Dina nació en 1962 en Chalhuanca, Apurímac.
Si se interpreta la Constitución con extrema severidad, las gestiones de Dina por sus paisanos generan una causal de incompatibilidad con el cargo ministerial, y deben sancionarse hasta con la inhabilitación, lo que la dejaría sin opción de suceder a Castillo. Si se interpreta con ponderación, se puede asumir que no hizo una gestión ajena, sino meros trámites de regularización y se la absuelve o amonesta. La definición es política.
Los mismos amigos y asesores de Dina que le aconsejaban que deje el Midis en el veranomorigeraronsuopinión. El cargo le daba el poder y los recursos humanos (defensa legal, enlaces parlamentarios, vitrina mediática) que no le daba el ser mera vice. Era urgente que ella, personalmente o a través de intermediarios, hiciera una ronda con las bancadas para exponer sus argumentos contra la acusación. Me han contado que habló hasta con Vladimir Cerrón, con quien guardaba distancia desde el año pasa
Dina Boluarte no fue considerada para continuar en el Ministerio de Inclusión Social.
do. Ese cabildeo dio la inevitableimpresióndequeestaba tejiendo sus respaldos ante la caída de Pedro. El proceso empezó con viada con la consigna de “Dina caerá primero”. ¿Pero, realmente, todos los vacadores creen que Dina caerá primero?
–Rosío y Édgard– Cuando Yarrow presentó la acusación, esta corrió rápido. Lo más significativo y polémico ocurrió cuando se decidió cuál de los 17 miembros de la comisión debía elaborar el llamado informe de calificación de hechos y pruebas. La presidenta de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, Rosío Torres, de APP, propuso a Édgard Reymundo de la bancada Cambio Democrático-jp. Se votó y salió elegido. A ver, un momento, ¿Rosío Torres, del bloque opositor, planteó a Reymundo, congresista de izquierda, para que elabore el informe acusatorio de la compañera Dina? La derecha, comprensiblemente, puso el grito en el cielo y pidió una reconsideración del voto. Esta se hizo y la propia Rosío, que había propuesto a Reymundo, votó en contra de él. Pero Édgard se quedó. Según el reglamento, las reconsideraciones de votos requieren más que la mayoría simple con la que se ganó la primera votación.
Esta historia marca un patrón en el año que conocemos a Boluarte: su apego a quedarse con soga y cabra. Primero, estuvo a punto de ser excluida de la plancha presidencial por pedir licencia y no renunciar a su trabajo en el Reniec. Una vez que ganó, Dina quiso que la licencia que había sido de pocos meses se extendiera a cinco años. Se la negaron y ella entabló un proceso contra el Reniec. Perdió. Luego, vemos que no ha querido soltar el Midis. Tampoco quiso soltar del todo al Club Apurímac y miren lo que le ha pasado: una acusación constitucional que podría dejarla sin soga, cabra, corral y chacra. Si hay algo a su favor es que, a pesar de no haber tomado la prudente distancia con Castillo para ganar la confianza del resto del espectro político, hay bancadas de centro que se preguntan a sí mismas: ¿por qué no salvar a Boluarte para tener, llegado el momento sucesorio, dos alternativas, negociando a la vez con Dina y con la cabeza del Congreso, los términos de la transición? A ver quién ofrece más votos por el futuro del Perú.