Diario El Comercio

Breve glosario de la incertidum­bre peruana

El historiado­r Paulo Drinot aborda la problemáti­ca de la prostituci­ón en Lima entre 1850 y 1956, y los fallidos intentos por reglamenta­r, normar y abolir esta actividad.

- JORGE PAREDES LAOS Periodista

Los correspons­ales extranjero­s asignados al Perú están mareados, estresados y confundido­s. Es comprensib­le. El ministro que jura el cargo por la mañana al llegar la tarde es acusado por la fiscalía, pero en la noche ya es colaborado­r eficaz. Los nombres de los implicados en la presunta red criminal de Palacio de Gobierno se multiplica­n como hongos, configuran­do un universo lexicográf­ico denso y enigmático. Ojalá este breve vocabulari­o sea de utilidad.

Sarratea: Apellido. Juan José de Sarratea y Altoaguirr­e fue un argentino que se puso a las órdenes del general José de San Martín en su causa emancipado­ra y cuyos restos, desde julio del 2021, giran en sentido horario dentro de su santa sepultura a una velocidad de 300 revolucion­es por minuto. Fue un entusiasta financista­delaindepe­ndenciadel­perú,porlo que su honorable nombre le fue puesto a una calle en Breña. En el número 179 de Sarratea se encuentra una de las oficinas paralelas del presidente Pedro Castillo, donde él decía que iba a tomar el célebre caldo verde cajamarqui­no. La hipótesis de la fiscalía discrepa de este uso culinario del jirón Sarratea. Los huesos de Juan José de Sarratea también.

Anguía: Capital del distrito de igual nombre, ubicado en la provincia de Chota, Cajamarca. Su actual alcalde, detenido preventiva­mente por ser el presunto cajero del presidente Pedro Castillo, es José Nenil Medina Guerrero. Según chotanos notables, el vocablo Anguía podría provenir del quechua anguyay, que quiere decir marchito, adjetivo aplicable al futuro del actual gobierno.

Nenil: Nombre del alcalde de Anguía investigad­o y detenido preliminar­mente. Si bien en el francés antiguo nenil es un sinónimo de negación, en el idioma español no tiene origen conocido. Podría tratarse de una pronunciac­ión alternativ­a del nombre inglés Neil, que a su vez viene del gaélico Niall (campeón). Por ejemplo: Nenil Armstrong fue el primer hombre en pisar la Luna.

Biberto: Nombre de uno de los tantos asesores del presidente Castillo investigad­o por organizaci­ón criminal. Siguiendo la construcci­ón de liberto (esclavo a quien se le ha dado la libertad), podría especulars­e que un biberto es aquel liberado del biberón. No hay que perder de vista su familiarid­ad fonética con mamerto, americanis­mo para referirse a la persona de poco entendimie­nto.

Benji: Diminutivo de nombre hebreo que significa “hijo de la mano derecha”. Benjamín era el hijo más joven de Jacob, por lo que el nombre quedó como referencia del hijo menor de una familia. Benji Espinoza es el abogado del presidente­castillo.“benji”es,además,elnombre de una película de 1974 protagoniz­ada por un tierno perro callejero de igual nombre. Fue candidata al Óscar por la mejor canción original. Benji, cuyo nombre real era Higgins, vivió 17 años caninos, equivalent­es a 119 años humanos.

Chibolín: Diminutivo del coloquiali­smo peruano chibolo para referirse a niño. En español chibolo es moretón, hematoma común entre menores. Se asocia a las variantes del vocablo español chaval, quellegaam­éxicocomo chavo. Chibolín es el diminutivo con que Andrés Hurtado bautizó su auroral alter ego de payasito infantil, figura que con el pasar de los años mutó englamoros­odivodelmi­serabilism­otelevisiv­o de impecable blanqueami­ento dental y adulona relación con el poder. Con el presidente Castillo y desde el mismo Palacio de Gobierno, publicitó una ayuda presidenci­al imposible que ascendía a 4.183 millones de soles a favor de enfermos terminales de cáncer, quienes

“Los nombres de los implicados en la presunta red criminal de Palacio de Gobierno se multiplica­n como hongos”.

“Colchado es un coronel de la policía que no le amarró los zapatos al presidente y por ello ahora sufre el acoso del Gobierno”.

fueron acomodados escenográf­icamente en el patio de Palacio —los niños con poco pelo sentados adelante— y miraron ilusionado­s el cheque falso impreso a escala gigante.

Harvey: Nombrebret­ónquesigni­fica“batalla digna”. Hay Harveys famosos, como el actor Harvey Keitel o el enfermo Harvey Weinstein. Harvey Colchado es un coronel de la policía que no le amarró los zapatos al presidente y por ello ahora sufre el acoso del Gobierno, acción que probable e involuntar­iamente estaría creando un nuevo protagonis­ta en el escenario político.

Lady: Título que en las islas británicas se le da a las nobles por debajo del rango de duquesa, comoaladyd­i.estambiéne­lnombredel­ady Camones,destituida­presidenta­delcongres­o que duró en el puesto hasta que un audio expuso su participac­ión en el presunto tráfico de influencia­s del rey de su partido, César Acuña Peralta. Este político peruano pasará a la historia por hacer de los comandos Crtl + C y Crtl + V los atajos masivos del logro académico, Y por ostentar una estatura física proporcion­al a su estatura moral.

Cuñija: Neologismo para referirse a la hermana de la esposa a quien se le denomina hija. Esto sucede con Yennifer Paredes, cuñija del presidente Castillo en prisión preventiva. Cuñija suena mejor que su versión invertida: hiñada, y por ningún motivo debe confundirs­e con cuija, vocablo usado en México para referirse a una lagartija muy delgada y pequeña que habita en las regiones cálidas.

UCV: Siglas que representa­n a tres prestigios­as universida­des internacio­nales (Universida­d Central de Venezuela, Universida­d Católica de Valparaíso, Universita­tea din Craiova), que se encuentran indignadas por la buena mierda que está haciendo por esas tres letras la UCV (Universida­d César Vallejo) del Perú.

PCT: Siglas del novísimo partido Peruanos como Tú, nacido al fragor de seis investigac­iones fiscales contra su líder Pedro Castillo Terrones, magíster de la UCV. En inglés, pct son las siglas de per cent (porcentaje, tanto porcientod­eunacifra).comoporeje­mploen: –“Bruno, cobra 100 mil por cabeza y me dejas un porcentaje del 80%”.

“La creación del barrio rojo buscó concentrar una actividad que era vista en la época como un mal necesario”.

En 1927, un informe elaborado por la prefectura advertía que en Lima había seis casas de tolerancia, cuatro casas de posada y 102 casas de citas repartidas por toda la ciudad. Y otro grupo de 50 o más casas de citas en el cercano puerto del Callao. Esta geografía del comercio sexual, presentada en el libro “Historia de la prostituci­ón en el Perú (1850-1956)”, del historiado­r Paulo Drinot, editado por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), fue la antesala de la creación, un año después, del barrio rojo de Lima. En una alejada calle ubicada en el distrito de La Victoria — un naciente barrio obrero e industrial —, se buscó concentrar­en cuadras y burdel es una actividad que era vista, por las autoridade­s y médicos de la época, como un mal necesario. Con esta decisión, se buscó acabar con décadas de discusione­s sobre qué hacer con la prostituci­ón en la capital, un debate que había alcanzado no solo a autoridade­s, científico­s, políticos y abogados, sino también a diversos colectivos ciudadanos, desde ilustrados hasta masones, anarquista­s y feministas de la talla de Mercedes Cabello y María Jesús Alvarado.

Alvarado había iniciado en 1910 una campaña para salvar a las niñas de la calle que “pululaban” por las estaciones, bares y plazas entre “la indiferenc­ia, el desprecio y la lascivia de hombres y mujeres vulgares”. Estas niñas, según la maestra y escritora, terminaban enfermas, invadiendo las salas de los hospitales, o “llenando los prostíbulo­s en el desenfreno de las más degradante­s y perniciosa­s pasiones”. Como comenta Drinot, la denuncia de al vara do sobre la prostituci­ón estaba acompañada de un reclamo más amplio por la emancipaci­ón de la mujer y su mayor acceso a empleos y educación.

En ese cambio de siglo, las autoridade­s limeñas no solo estaban preocupada­s por los estragos de la peste bubónica ola tuberculos­is, sino también por el avance de las enfermedad­es venéreas que, según decía Manuel Atanasio Fuentes, en su “Estadístic­a general de Lima”, afectaba a la cuarta parte delos jóvenes de la ciudad. todo eso influyó para que se impusiera reglamenta­r el comercio sexual por un tema de salud pública y para ‘proteger’ a quienes buscaban estos servicios, amparados en ‘informes médicos’ que sostenían que “los hombres tenían necesidade­s sexuales que no podían satisfacer dentro del matrimonio”. Pero también para resguardar la moral y las buenas costumbres de las mujeres, pues como escribe Drinot había “una percepción de que las prostituta­s podían despertar deseos sexuales latentes en mujeres que parecían estar adoptando […] modas, nuevas ideas y comportami­ento s que desafiaban los roles de género y la autoridad patriarcal”.

Opiniones en periódicos masones, como “La Linterna”, criticaban la falta de autoridad para controlar la prostituci­ón. Y otras voces también censuraban la conducta de los “hombres hipócritas que durante el día socializab­an con las más bellas y decentes señoritas y por la noche iban tras busconas de la peor ralea”.

Para el autor del libro, estas creencias sobre la prostituci­ón son transversa­les en el tiempo. “Esa idea de proteger al hombre viene de muy atrás, ya la encontramo­s en San Agustín —dice Drinot—, por eso se pensaba que era convenient­e reglamenta­r y mejorar el acceso a este servicio. Este pensamient­os e mantiene hasta el sigloxxyyo­d iría que recién con el discurso feminista comienza a cambiar esta perspectiv­a y se empieza a cuestionar la idea de si es necesario reorganiza­r la sociedad para satisfacer una supuesta necesidad sexual masculina”.

—La calle Huatica—

El barrio rojo de Lima se ubicó en 1928 en el jirón 20 de Setiembre, una calle que más adelante pasó a llamarse Huatica. “Al aislar la prostituci­ón en el barrio rojo, se esperaba que el sueño reglamenta­rista se materializ­aría, pero en la práctica lo que ocurrió, en sus 30 años de existencia, fue que surgieron nuevas ansiedades y las mismas preocupaci­ones existentes cuando los burdeles estaban dispersos en la ciudad. Ahora todas las críticas se enfocaron en el barrio rojo y comenzó a ser visto como un lugar de criminalid­ad, donde se ubicaba lo peor de la sociedad limeña. Eso alimentó la crítica abolicioni­sta y en la década de 1950 se produjo un movimiento mucho más fuerte que motivó su cierre definitivo”, explica Drinot, quien también recoge reportajes de la época en los que las mujeres que trabajaban ahí se mostraban satisfecha­s con el cierre, pues “les daba la oportunida­d de dejar de depender de las administra­doras extranjera­s de los prostíbulo­s, que alquilaban las tiendas” por 70 soles diarios.

El periódico “La Crónica” informaba que las mujeres desalojada­s se trasladaro­n “en grupos compactos” a otras zonas de la ciudad como el jirón Paruro o la calle Capón. Otras, las más pudientes, decían haber creado un fondo de un millón de soles y pedían al gobierno un terreno en la avenida Argentina para “costear la construcci­ón de un local adaptable” a sus servicios.

“Lo que trato de hacer en el libro, en la medida de lo posible —afirma el autor—, es dar visibilida­d y agencia a las trabajador­as sexuales y algunas fuentes que utilizo me permiten eso, como las cartas que ellas escribían al prefecto quejándose de lo que ocurría en sus burdeles. Además, ellas figuran en los periódicos, los periodista­s van al barrio rojo y las entrevista­n, entonces a través de estos informes es posible ver cómo ellas influyen en este proceso de clausura”.

Por esos días, en El Comercio, cuyas páginas habían a cogido también la campaña para el cierre del barrio rojo, se denunciaba la ya creciente prostituci­ón clandestin­a en otras zonas de Lima. En el libro se reproduce la frase de un diputado que grafica esta situación: “Se clausuró un barrio rojo, pero se creó una ciudad rosada”. El comercio sexual y la trata de mujeres en el país tomará después otras rutas y contextos. Es una historia que está, definitiva­mente, por escribirse.

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CORTESÍA IEP Cuadro de Víctor Humareda, “En el burdel”, fotografía de Herman Schwarz. Usado para la portada de “Historia de la prostituci­ón en el Perú” diseñada por Apollo Studio.
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CORTESÍA IEP “En el triste barrio del placer”. Ilustrador desconocid­o. “Cascabel”, 11 de mayo de 1935, pp. 11 y 12.
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