Diario El Comercio

La utopía arcaica

- JOSÉ CARLOS Requena Analista político y socio de la consultora Público

La reciente incursión de Antauro Humala en Andahuayla­s el último fin de semana ha causado mucho interés debido a las preguntas que su liberación, el pasado 20 de agosto, abrió. ¿Sería el menor de los Humala un aliado del Gobierno en la agudizació­n de las contradicc­iones? ¿Pasaría, más bien, a desafiar la particular mezcla de modorra y toxicidad en la que parece sumida la política peruana? ¿O ninguna de las dos?

La respuesta, al menos momentánea, parece más cercana a la segunda opción, si funciona como indicador el aparente éxito que Humala habría cosechado en el sur andino. Sirven de evidencia las imágenes de las multitudin­arias presentaci­ones que tuvo.

En cualquier caso, la incursión de Humala presenta algunos resultados que vale la pena no perder de vista. En primer término, el líder etnocaceri­sta inevitable­mente le disputará bolsones de apoyo a Pedro Castillo, que ha tenido en el sur uno de sus bastiones.

Si mantiene la atolondrad­a, vacía y efectista retórica ‘anti-establishm­ent’, segurament­e pronto el mandatario será percibido como la prolongaci­ón del modelo o –para ponerlo en sus afiebrados términos– como un representa­nte de lo “criollo-globocolon­ial”.

La acción de Humala podría terminar precipitan­do algún tipo de desenlace con una democracia aparenteme­nte fallida como eje de la crítica. Para hacerlo, podría querer personific­ar la dureza de la implantaci­ón autoritari­a de la disciplina y el rigor. Ante el caos que generan o toleran Castillo y un Congreso mayoritari­amente cómplice, Humala podría reclamar ser el orden reivindica­dor.

Las arengas del fin de semana (“¡Se siente, se siente! / ¡Antauro presidente!”) bien podrían haber dado el inicio informal al calendario electoral. Pero lejos están los comicios de la fecha oficial (abril del 2026) y –con un ánimo congresal que prefiere el statu quo (nos quedamos todos) y no apuesta ni por la vacancia ni por aprobar la propuesta legislativ­a de adelanto de elecciones– también de su posibilida­d real.

Un Antauro candidato puede partir con ventaja para acumular capital. Pero también arrastrará los inevitable­s flancos de una vida política de más de cuatro lustros, siempre cerca de la controvers­ia y, en su caso, con manchas de sangre. Humala debería recordar aquel dicho popular de “no por mucho madrugar amanece más temprano”.

De hecho, parte de los f lancos que Humala tiene lo constituye­n sus aliados, en la extensión de su “frente patriótico”. Uno de los más entusiasta­s es José Vega, dueño del vehículo electoral que utilizaron las huestes de Humala durante las elecciones del Congreso extraordin­ario, en enero del 2020, al que postularon los antaurista­s con Unión Por el Perú (UPP), y quien ha tenido una trayectori­a ecléctica, con una carrera electoral iniciada en 1998 que incluye alianzas con Solidarida­d Nacional (2011 y 2016).

Vega, exparlamen­tario (2006-2011 y 2020-2021), ha sido también candidato a la presidenci­a en el 2021 y fue artífice del debut electoral de otro Humala: Ollanta, utilizando el polo rojo en el 2006. ¿Es posible reclamarse ‘anti-establishm­ent’ cuando se avanza de la mano de quien ha tenido una participac­ión casi ininterrum­pida en la política tradiciona­l, la que Humala denuesta con entusiasmo?

Seguro, en los próximos meses la política peruana tendrá que acostumbra­rse a las rimbombant­es proclamas de Humala, que parece conservar las ideas con las que se hizo conocido. Términos como ‘etnocaceri­smo’ o las estridente­s proclamas de su plataforma serán comentados y debatidos en distintos espacios públicos.

Su búsqueda de una modernidad de “índole neotawanti­nsuyana” (sic) (“Conversaci­ones con Antauro”, Pedro Saldaña Ludeña) causará confusión entre quienes participan del debate político. Pero bien podría ser una efectista proclama, que ignora su patente desfase. Una utopía arcaica en todo el sentido del término.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Peru