No han jurado por ti, Pedro Castillo
Tras la racha de errores congresales, los reflectores críticos vuelven a posarse sobre el presidente, su nerviosa defensa y sus cambios ministeriales.
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Todos l os e r r ores eran nuestros, ya era hora de que Castillo meta la pata”, me dice un dirigente opositor comentando el triunfo de Williams en la presidencia del Congreso. Mi interlocutor se refiere a que Palacio dejó entrever, a través de sus aliados íntimos, el Bloque Magisterial y Perú Democrático, que su candidato era Luis Aragón, de Acción Popular. Ello, de hecho, tuvo impacto a favor de Williams.
Se acabó, pues, la mala racha del Congreso y volvemos la mirada hacia Palacio. El Ministerio del Interior metió y sacó la pata entre el lunes por la noche y el martes de madrugada, removiendo a Harvey Colchado de la División de Búsqueda de Personas de la Digimin y reponiéndolo una vez que cayeron en la cuenta del despropósito de obstrucción a la justicia. Todo sucedió tan rápido, que no quedó rastro para confirmar que Huerta actuó a pedido de Castillo al meter o sacar la pata.
¿Pero algo así podría pasar al margen del presidente? Sí y no. Lo que varios personajes que han interactuado con Castillo cuentan es que este escucha con aparente atención y, muchas veces, el interlocutor no está seguro de si su propuesta ha sido aceptada. Luego, empieza a ejecutarla sin estar ni del todo empoderado ni del todo convencido de que contará con el respaldo presidencial.
Repuesto del traspiés del Mininter, Castillo saludó a Williams y dijo que lo invitaba a reunirse. Williams respondió que lo esperaba en el Congreso. El pulseo de poderes acabó ayer en la mañana en una reunión con seis ministros y la Mesa Directiva entera, y la entrega, hecha por Torres, de un documento que propone prioridades legislativas llamado ‘consenso por el Perú’.
–Dos más–
Varios sesgos cognitivos (‘cognitive bias’) y defectos de Castillo se mezclaron en la designación de Miguel Ángel Rodríguez Mackay como canciller: improvisación, deslumbramiento por la aparente sabiduría ajena, oír solo la última palabra, desconfiar de los buenos consejos, hacer creer al interlocutor que sí lo escucha aunque no haga caso, sobrevalorar al que dice lo que quiere oír, subvalorar al que dice lo contrario. Por ejemplo, había prescindido de César Landa con un simple mensaje de despedida, a pesar de que este llevaba la fiesta en paz con el cuerpo diplomático. Se encandiló con Rodríguez Mackay y su engolada disertación geopolítica. Este tomó decisiones sin la venia clara del presidente, como quitar el reconocimiento ya dado a la República Saharaui y anunciar que nos adheriríamos a la Convemar y despreciaríamos el acuerdo de Escazú. En el camino, provocó las renuncias de los embajadores en retiro, Manuel Rodríguez Cuadros a la ONU y Harold Forsyth a la OEA. Landa, indolente respecto al maltrato de su salida, aceptó volver, e inmediatamente retiró las renuncias del par anterior. El jueves, visitó Torre Tagle un representante saharaui.
Según fuentes palaciegas, para convencer a Landa de aceptar y a Castillo de convocarlo, tuvieron influencia los ministros cercanos al presidente. Esto le da a Landa el respaldo de Gabinete que su predecesor no tuvo; pero, por otro lado, lo compromete a defender a Castillo como ellos, cosa de la que, por supuesto, el canciller querrá huir por la tangente. Algo similar le pasa al ministro de Economía, Kurt Burneo. El par padece la presión de ser voceros, como si hubieran jurado por Pedro y no por cualquier mejor razón.
La renuncia de Andrés Alencastre al Ministerio de Desarrollo Agrario (Midagri) fue más compleja y lastimera. Entró porque estaba en la banca desde la segunda vuelta del 2021. Heredó la mala decisión de importar y distribuir urea en el ámbito nacional. En lugar de convencer a Castillo de lo que final y tardíamente hizo, dar bonos para que los campesinos compren a los importadores nacionales que sí cuentan con stock suficiente; fracasó en dos intentos de compra. He ahí un terrible defecto de Castillo y entorno: a pesar de carecer de cuadros y experiencia, confía a la gestión pública problemas que el sector privado puede resolver con holgura.
¿ Y quién reemplaza a Alencastre? ¿ Un experto gestor agrario? No. Tiempo atrás, en previsión de su renuncia, se barajaron diversos candidatos, cuyos nombres llegaban por diversas y azarosas vías a los entornos de Castillo. Uno de ellos era el de Julver Vilca Espinoza, ingeniero puneño ex director del PEBLT (Proyecto Especial Binacional Lago Titicaca); pero ganó Jenny Ocampo, que hasta hace poco estaba a cargo de la dirección de pesca artesanal en el Ministerio de Producción y antes fue dos veces gerenta de desarrollo productivo de la región Lambayeque.
Según una fuente castillista, Ocampo habría sido recomendada por el entorno de Samuel Dyer Ampudia, empresario agroexportador, el mismo que fue víctima de secuestro en el golpe del 5 de abril de 1992; y que no ha perdido canales de comunicación con los últimos gobiernos. ¿Por qué juraron dos ministros el martes y no tres, sumando la renuncia de Geiner Alvarado, a punto de ser censurado? Aquí se mezclan la improvisación y las ganas de enfrentar gratuitamente al Congreso.
Alvarado fue censurado con 94 votos, 7 más que los 87 que se requieren para vacar a un presidente. Si el lugarteniente de una mafia de dirigir obras públicas –según hipótesis fiscal– es censurado con 94 votos, no es imposible que la cabeza de esa mafia –según la misma hipótesis– atraiga 87 votos contra sí. Ese aguijón acompañará a Castillo en su segundo viaje a Nueva York.
Si el lugarteniente Geiner Alvarado fue censurado con 94 votos, no es imposible que la cabeza atraiga 87 votos contra sí”.