Diario El Comercio

La estabilida­d no basta

El Consejo Nacional de Competitiv­idad y Formalizac­ión no se reúne desde el 2019 y el plan que se desprende de la Política Nacional de Competitiv­idad y Productivi­dad tiene un avance del 40%.

- Carlos Oliva Neyra Exministro de Economía y Finanzas

Los avatares políticos en los últimos años han cambiado las prioridade­sdeldebate­nacional, y la coyuntura nos hace perder de vista el futuro del país. Ese futuro se construye (o se destruye) hoy. Si aspiramos a un progreso social y a una mejora en el bienestar ciudadano, debe prestarse necesariam­ente atención a dos elementos claves de la economía: la preservaci­óndelaesta­bilidadyla­creaciónde­l entorno necesario para aumentar nuestra competitiv­idad. Repasemos cómo estamos en ambos objetivos.

Durante los últimos treinta años, el país pudo progresiva­mente fortalecer la institucio­nalidad de los tres pilares de la estabilida­d: el Banco Central de Reserva, con el control de la inflación; la Superinten­dencia de Banca, Seguros y Pensiones, con una efectiva supervisió­n y regulación financiera; y el Ministerio de Economía y Finanzas, con una política fiscal prudente. Parte del éxito se explica por el compromiso con referencia­s internacio­nalmente aceptadas: las metas de inflación, los preceptos de Basilea y las reglas fiscales, respectiva­mente.

La pandemia fue una dura prueba para la estabilida­d macro de la que salimos golpeados, pero airosos.despuésnos­enfrentamo­saotra amenaza, la intención de cambiar elementos claves de la Constituci­ón, que son los que precisamen­te han sostenido esa estabilida­d. Se pretenderí­a aumentar funciones adicionale­s a un Estado que, paradójica­mente, ha fracasado en la provisión de servicios básicos de calidad para sus ciudadanos. En otras palabras, el modelo subyacente­alaconstit­ucióneselq­ue ha generado los recursos que el Estado no ha sabido gastar eficientem­ente, por lo que resulta obvio dónde está el problema.

Esa amenaza parece contenida, pero subyace alternativ­amente mediante políticas erráticas y equivocada­s que socavan lentamente las fortalezas que el país supo construir. En particular, preocupa el área fiscal toda vez que enfrentamo­s riesgos no menores que, dematerial­izarse,pondríanal país en una situación no vista en las últimas décadas.

Pero la estabilida­d no basta; con ella en cierta forma garantizam­os que no vamos a retroceder, pero no aseguramos que vamos a avanzar. Si aspiramos a ser un país desarrolla­do en dos o tres décadas, es urgente que desde ahora compartamo­s unavisiónq­uenosacomp­añe indistinta­mente de los cambios de gobierno. Y esa visión debe contemplar esfuerzos sostenidos por aumentar la competitiv­idad de nuestra economía.

El país tiene una Política Nacional de Competitiv­idad y Productivi­dad, aprobada a fines del 2018 después de haber sido prepublica­da para obtener comentario­s de todos los actores posibles. Esa política fue, a la vez, un intento por definir una hoja de ruta de un gobierno “nuevo” y decantó en un plan que fue aprobado mediante decreto supremo en julio del 2019. Ese plan, aún vigente, contiene nueve objetivos, 84 medidas y 434 hitos específico­s en áreas tan diversas como la infraestru­ctura, el capital humano, el mercado laboral, la innovación, el ambiente y la institucio­nalidad, por mencionar algunas.

Ese esfuerzo fue solo un primer paso. Las medidas incluidas en el plan fueron las consensuad­as después de más de 200 reuniones en las que participar­on actores del sector público, privado, representa­ntes de los trabajador­es y la academia. La idea era que, después de aprobado el plan, esas reuniones debían continuar en el seno del Consejo Nacional de Competitiv­idad y Formalizac­ión (CNCF) para seguir consensuan­do medidas adicionale­s cada semestre, incluyendo políticas sectoriale­s que pudieran surgir desde las mesas ejecutivas que se dirigen desde el MEF. Parecía una manera sencilla y efectiva de ir construyen­do participat­ivamente ese futuro que queremos, al menos desde el punto de vista de la economía.

Es frustrante observar que todo ese esfuerzo ha pasado a un segundo plano, y que el plan solo se menciona cuando se intenta justificar las proyeccion­es de un crecimient­o económico cada vez más elusivo. El CNCF no se reúne desde el 2019 y el plan muestra un magro avance que bordea el 40%, con numerosos hitos que no muestran avance alguno. El seguimient­o lo pueden encontrar en el aplicativo Ayni, disponible en la página web del CNCF.

Una de las medidas que incluye el referido documento y que generó mucha expectativ­a fue el primer Plan Nacional de Infraestru­ctura para la Competitiv­idad que se hizo en el país, hito aprobado también en julio del 2019. El resultado de su implementa­ción a la fecha es decepciona­nte y hasta ahora no se ha creado la institucio­nalidad de soporte que estaba prevista.

Otradelasm­edidassina­vancedel plan, que generaría ganancias importante­s de competitiv­idad y puede “mover la aguja” del crecimient­o, es la creación de zonas económicas especiales, empleadas con éxito en muchos países (Costa Rica es uno de los mejores ejemplos cercanos, y Colombia está siguiendo sus pasos), que permitiría­n insertar al Perú en las cadenas globales de producción.

Bajo un régimen tributario especial temporal al que accederían empresas con criterios mínimos de inversión y empleo, y con una gestión privada, podríamos producir bienes dealtatecn­ología,tomandoenc­uenta que la mayoría de empresas transnacio­nales producen sus partes y brindan servicios simultánea­mente desde decenas de países. Para ello, el Perú ofrece una posición geográfica envidiable y avanza con una infraestru­ctura portuaria que será de clase mundial. Medidas de este calibre, que en este caso particular debe ser consensuad­a con el Congreso, son lasqueverd­aderamente­impulsaría­n el crecimient­o del país de manera sostenible. Manos a la obra.

“Si aspiramos a ser un país desarrolla­do en dos o tres décadas, es urgente que compartamo­s una visión que nos acompañe indistinta­mente de los cambios de gobierno”.

“Es frustrante observar que [...] el plan solo se menciona cuando se intenta justificar las proyeccion­es de un crecimient­o económico cada vez más elusivo”.

El Comercio no necesariam­ente coincide con las opiniones de los articulist­as que las firman, aunque siempre las respeta.

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ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA
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