Diario El Comercio

Manual del mal activista

- Elizabeth Castillo Diario “El Tiempo” de Colombia, GDA

Si usted quiere hacer incidencia que no funcione, procure insultar a las y los funcionari­os con los que tenga que resolver urgencias o planes de trabajo que interesen a su sector, comunidad o grupo poblaciona­l. No olvide gritar, insultar y desordenar la reunión, para que todos los asistentes noten su importanci­a. Es fundamenta­l que olvide la agenda colectiva y que tenga en mente solo sus rencillas o intereses personales.

Olvídese de las agendas, concéntres­e en descalific­ar la administra­ción con la que está haciendo interlocuc­ión, no proponga, no revise los avances que se hayan logrado en esa administra­ción. Alegue siempre que lo están discrimina­ndo.

Siempre que lo regañen, porque usted se toma más tiempo, por levantar la voz, haga la afirmación enérgica de que le están discrimina­ndo. No por su grosería ni por irrespetar los acuerdos, sino por ser usted. Limítese a criticar, reclamar y procure insultar personalme­nte a los funcionari­os con los que se relacione. No por sus funciones, sino por sus caracterís­ticas personales, y, además, llámelos ladrones, bandidos, mentirosos. No haga caso si causa antipatía, no se revise, usted siga en lo suyo. Así debería sonar el manual del mal activista.

El activismo tiene que ser pacífico. Cada vez que actuamos de formas violentas, se incrementa la violencia. La violencia nunca puede ser un camino. Y la violencia siempre comienza en las palabras. Por eso hay que ser muy cuidadosos con las palabras. Recuerde que, si convence, el bienestar de muchas personas dependerá de lo que usted logre, y por eso es importante la forma en la que lo haga. Estar en un lugar desde el que se pueda hacer incidencia es un privilegio con responsabi­lidades.

No pierda el foco acerca de qué es lo que quiere lograr, para qué lo quiere hacer, quiénes se van a beneficiar, en cuánto tiempo espera que haya resultados y quiénes serían las personas que podrían resolver el asunto. Haga que sus interlocut­ores se suban al barco. Convénzalo­s, motívelos, deles razones para querer apoyar su causa, o muéstreles los riesgos, en costos públicos, de que no lo hagan. En ningún caso, aun si es una persona abiertamen­te hostil a sus intereses, acuda al recurso de lanzarlos por la borda. Sea estratégic­o.

En resumen: haga intervenci­ones serias, piense en proposicio­nes viables, no pierda el contacto con la gente que más requiere atención y recuerde que el Estado es una ficción jurídica que se concreta con gente. Y a todos nos gusta que nos traten bien.

“El activismo, por una causa en la que se cree, tiene que ser pacífico”.

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