Manual del mal activista
Si usted quiere hacer incidencia que no funcione, procure insultar a las y los funcionarios con los que tenga que resolver urgencias o planes de trabajo que interesen a su sector, comunidad o grupo poblacional. No olvide gritar, insultar y desordenar la reunión, para que todos los asistentes noten su importancia. Es fundamental que olvide la agenda colectiva y que tenga en mente solo sus rencillas o intereses personales.
Olvídese de las agendas, concéntrese en descalificar la administración con la que está haciendo interlocución, no proponga, no revise los avances que se hayan logrado en esa administración. Alegue siempre que lo están discriminando.
Siempre que lo regañen, porque usted se toma más tiempo, por levantar la voz, haga la afirmación enérgica de que le están discriminando. No por su grosería ni por irrespetar los acuerdos, sino por ser usted. Limítese a criticar, reclamar y procure insultar personalmente a los funcionarios con los que se relacione. No por sus funciones, sino por sus características personales, y, además, llámelos ladrones, bandidos, mentirosos. No haga caso si causa antipatía, no se revise, usted siga en lo suyo. Así debería sonar el manual del mal activista.
El activismo tiene que ser pacífico. Cada vez que actuamos de formas violentas, se incrementa la violencia. La violencia nunca puede ser un camino. Y la violencia siempre comienza en las palabras. Por eso hay que ser muy cuidadosos con las palabras. Recuerde que, si convence, el bienestar de muchas personas dependerá de lo que usted logre, y por eso es importante la forma en la que lo haga. Estar en un lugar desde el que se pueda hacer incidencia es un privilegio con responsabilidades.
No pierda el foco acerca de qué es lo que quiere lograr, para qué lo quiere hacer, quiénes se van a beneficiar, en cuánto tiempo espera que haya resultados y quiénes serían las personas que podrían resolver el asunto. Haga que sus interlocutores se suban al barco. Convénzalos, motívelos, deles razones para querer apoyar su causa, o muéstreles los riesgos, en costos públicos, de que no lo hagan. En ningún caso, aun si es una persona abiertamente hostil a sus intereses, acuda al recurso de lanzarlos por la borda. Sea estratégico.
En resumen: haga intervenciones serias, piense en proposiciones viables, no pierda el contacto con la gente que más requiere atención y recuerde que el Estado es una ficción jurídica que se concreta con gente. Y a todos nos gusta que nos traten bien.
“El activismo, por una causa en la que se cree, tiene que ser pacífico”.