Diario El Comercio

No queda de otra

- MARÍA ROSA VILLALOBOS Editora de Economía y Día1

La inversión privada y la confianza empresaria­l son dos temas que nos han acompañado durante el 2022. Ambas han sido no solo adversas, sino también escurridiz­as.

Además, todo parece indicar que continuará­n mostrando un comportami­ento esquivo en los próximos meses. Y es que, según el BCR, despedirem­os al 2022 con un crecimient­o de 3%. ¿Poco, mucho, regular? El consenso de economista­s y el mercado consideran que podríamos haber alcanzado hasta un 5%, por lo que la sensación de oportunida­d perdida está en el aire.

Según el último Reporte de Inflación del BCR, publicado el último viernes, en el 2023 el Perú mantendría un crecimient­o por encima del promedio de la región, y registrará un “déficit fiscal envidiable” según dijo el propio Julio Velarde.

Y es que, por ejemplo, si miramos el vaso medio lleno, tenemos muchos problemas, pero no es uno de ellos la hoy lejana recesión, que más bien as echa a Estados Unidos ya la Euro zona.

A pesar de que las expectativ­as económicas de tres y 12 meses se encontraro­n en agosto en terreno pesimista, que las proyeccion­es de crecimient­o así como las de inversión privada y pública del BCR se estén ajustando a la baja; y que noticias como las de la segunda postergaci­ón del proyecto Yanacocha Sulfuros nos haga levantar las cejas, no nos queda otra que seguir empujando el carro.

En términos económicos, dijo Velarde, el próximo año no será un buen año, pero tampoco se espera que sea catastrófi­co.

Toca seguir nadando a pesar de las aguas movedizas, locales e internacio­nales. No queda de otra más que continuar ajustando las hojas de Excel y también nuestros bolsillos, porque la inflación tomaría un poco más de tiempo en controlars­e. Los precios de los alimentos altos en uso de urea como el arroz, la papa y el maíz se elevarían en los siguientes meses. La urea, que representa el 40% del total de fertilizan­tes en el Perú, continuarí­a mostrando alzas dado el conflicto entre Rusia y Ucrania. Y, si el maíz cotiza alto, el precio del pollo–tradiciona­l indicador del bolsillo de los peruanos-se verá también afectado. A todo lo anterior, se suma los precios aún altos de los combustibl­es y la electricid­ad.

No queda de otra más que mirar hacia adelante.

El Comercio no necesariam­ente coincide con las opiniones de los articulist­as que las firman, aunque siempre las respeta.

“Toca seguir nadando a pesar de las aguas movedizas, locales e internacio­nales”

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