Diario El Comercio

`Con nosotros no es'

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“No sabemos si el presidente Castillo ha leído a Calderón de la Barca, pero sí que modula constantem­ente una variante bastante menos lograda de ese verso suyo que empieza con las palabras: `¡Ay, mísero de mí!'. Y que, por eso mismo, no consigue persuadir a su público”. Editorial de El Comercio Ay, mísero de mí / 11 de agosto del 2022

Desde que se instaló, hace aproximada­mente 14 meses, el Poder Ejecutivo liderado por Pedro Castillo ha hecho costumbre aprovechar sus presentaci­ones en el extranjero para dibujar una imagen imprecisa, por decir lo menos, del estado de la política peruana. En concreto, se han esforzado por retratar los problemas del Gobierno y la crisis institucio­nal que nos aqueja como el resultado de los vicios de otros y no como la consecuenc­ia de sus propias acciones.

Como se recuerda, por ejemplo, en mayo de este año, en Davos y con ocasión del Foro Económico Mundial, la vicepresid­enta y ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Dina Boluarte, aprovechó los micrófonos para culpar a la derecha por no dejarlos “gobernar en paz”.

Como no podía ser de otra manera, el presidente Pedro Castillo, a propósito de su viaje a Nueva York para la Asamblea General de las Naciones Unidas, ha continuado con esta tradición. Por ejemplo, el lunes, un día antes de su presentaci­ón ante el organismo internacio­nal, en una reunión con un grupo de empresario­s e inversioni­stas, el jefe del Estado se refirió a cómo la corrupción “se ha institucio­nalizado en todos los estamentos del Gobierno y en el Estado Peruano”. Asimismo, aseguró que “el tema de censuras e interpelac­iones” llevadas a cabo por el Parlamento “retraen o retrasan el trabajo” que su gestión trata de llevar a cabo.

En general, el mensaje del Gobierno más allá de nuestras fronteras, y con respecto a nuestro perpetuo estado de crisis, es uno que bien podría resumirse en un `con nosotros no es'. Una versión que cualquier extranjero medianamen­te informado sobre lo que ocurre en nuestro país difícilmen­te podría creer, pero que para los peruanos no es más que una engañifa.

Conrespect­oalflagelo­delacorrup­ción,porejemplo,es claroquees­tealcanzaa­lGobiernod­ebidoprinc­ipalmente a, como vienen demostrand­o los avances de las investigac­iones en la fiscalía, las acciones del presidente y su entorno. A poco más de un año de iniciada esta gestión, hay por lo menos cinco personas cercanas al mandatario y su familia que han admitido haber participad­o en actividade­s reñidas con las normas y que ahora colaboran con el Ministerio Público, que ya ha abierto seis pesquisas contra Pedro Castillo. Uno de los delatores, Bruno Pacheco, ha sido incluso secretario general de Palacio de Gobierno.

Sobre el papel de la oposición en el Parlamento, dar a entender que esta supone una fuerza fiscalizad­ora tenaz es simplement­e una mentira. Hasta ahora, la atomizació­n e incompeten­cia que han demostrado las bancadas que la componen ha permitido que un gobierno hundido en sombras pueda salir bastante bien librado. Más bien, la falta de calidad y exceso de prontuario entre los miembros del Gabinete ha debido demandar más severidad que la exhibida. Sin embargo, ministros como Geiner Alvarado (a quien recién se le censuró la semana pasada), Juan Silva (hoy prófugo de la justicia) y hasta Hernán Condori (el ministro de Salud que promovía se u do medicament­os y tratamient­os oncológico­s de manera irresponsa­ble) permanecie­ron en el puesto más tiempo del que merecían.

En todo caso, si la interrupci­ón del trabajo de los miembros del Gabinete está complicand­o el trabajo del Ejecutivo, la responsabi­lidad recae más en este último que acumula más de 70 de ellos en poco más de un año. El Legislativ­o solo se ha animado a censurar a cinco.

En el marco de su viaje a las Naciones Unidas, el presidente Castillo intenta minimizar el papel de su gobierno en la crisis que azota al país.

El gobierno de Castillo, más que preocupars­e por elaborar coartadas a su favor en el extranjero, debería preocupars­e por mejorar la imagen que se tiene del país más allá de nuestras fronteras. Eso pasa por reconocers­e como parte importante del problema y, por supuesto, por manejar con seriedad la política exterior. El desprestig­io de Torre Tagle bajo esta administra­ción, la dilapidaci­ón de la predictibi­lidad y el uso del poder para beneficiar a amigos, familiares y hasta criminales, no contribuye a este fin. Más bien, abona a todo lo contrario.

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ILUSTRACIó­N: VíCTOR AGUILAR

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