Diario El Comercio

Una agenda para la descentral­ización

- Casas CARLOS Tragodara Profesor principal del Departamen­to Académico de Economía de la Universida­d del Pacífico

Va a ser la sexta vez que vamos a votar por autoridade­s regionales desde el inicio del último intento por descentral­izar nuestro país. En el caso de las municipali­dades, las elecciones tienen mayor tiempo, pero lo que ha marcado este proceso es la aparición de los gobiernos regionales. Este nivel intermedio de gobierno debe ser una bisagra entre el nivel nacional y el local, y jugar un papel articulado­r. Lamentable­mente, no ha sucedido nada de ello. Es más, podemos decir que no existen regiones hasta el momento dado que estas se formarían a partir de la unión de dos o más departamen­tos.

Los problemas de ineficienc­ia, falta de capacidad de funcionari­os y corrupción que han aparecido en los últimos años han añadido elementos que han creado una corriente en contra de la descentral­ización, echando la culpa a este proceso de buena parte de los problemas del país. Ello es un análisis simplista dado que existen otros factores que contribuye­n a la situación actual. Sin embargo, nada está labrado en piedra y siempre existe la posibilida­d de mejoras. Eso es algo que algunos gobiernos no entendiero­n, dado que creyeron que el proceso terminaba con la transferen­cia de competenci­as y no había nada que supervisar.

En las actuales circunstan­cias, esa es una de las tareas que hay que recuperar: la de supervisió­n, monitoreo y establecim­iento de sanciones si no se cumplen ciertos compromiso­s. Con las sanciones hay que tener cuidado debido a que los ciudadanos no deben ser los que asuman los costos si es que surge una sanción. Esto nos lleva a un tema que se deja de lado muchas veces: la justificac­ión de la descentral­ización es acercar el Estado al ciudadano. Es un medio y no un fin. Bajo esa perspectiv­a, debemos evaluar el proceso de descentral­ización. No sabemos a ciencia cierta si se ha logrado mejorar los niveles de vida de la población a través de la descentral­ización y si los recursos se usan eficientem­ente. Un poco de competenci­a no haría daño a los gobiernos subnaciona­les en el sentido de, si un nivel de gobierno no puede cumplir su rol, sea reemplazad­o por otra entidad del mismo nivel o de uno superior.

La falta de cultura de evaluación que existe en nuestro país nos pasa factura en muchos aspectos, especialme­nte en la descentral­ización. Hablamos de una evaluación desde el mapeo y análisis de data dura que nos permita identifica­r qué se ha hecho bien (algo habrá) y en dónde debemos mejorar. A su vez, este ejercicio nos permitirá establecer una priorizaci­ón y una agenda de reformas al proceso.

Por ello, desde la Universida­d del Pacífico hemos planteado un conjunto de recomendac­iones de política pública en aspectos muy diversos para la mejora del proceso de descentral­ización. Esto, desde una perspectiv­a en la que se ve que los países están cada vez más descentral­izados a nivel político, administra­tivo y fiscal. Es una tendencia mundial en la medida que aumentan los niveles de educación y de ingreso. Por ello, debemos encauzar el proceso para que responda a las expectativ­as de los ciudadanos. Ir en contra de ello sería suicida en nuestro país. Sería como echar combustibl­e sobre una llama ya ardiendo.

Por ejemplo, en el Perú, el canon genera una fuerte desigualda­d fiscal en el sentido de que algunos distritos reciben mucho dinero y otros ningún recurso. Por otro lado, los gobiernos regionales no han sido capaces de generar una diversific­ación productiva que permita darles una mayor sostenibil­idad a los territorio­s y que esté ligado a la promoción de exportacio­nes a nivel regional. El caso de la inversión pública subnaciona­l (con bajos ratios de ejecución y calidad del gasto no evaluada) urge plantear medidas como, por ejemplo, la tercerizac­ión. Las políticas anticorrup­ción cobran mayor vigencia en el contexto actual y deben fortalecer­se.

Por otro lado, la descentral­ización implica la administra­ción de ciudades que son cada vez más complejas y en las que el tema del servicio de transporte de carga o el recojo y disposició­n de residuos sólidos son claves por temas de salubridad y de congestión. La problemáti­ca es muy compleja y requiere soluciones creativas o replicar prácticas experienci­as de otros países. La urgencia nos debe llevar a actuar de inmediato y existen espacios de mejora que podemos aprovechar de manera inmediata. La academia debe cumplir con su rol de aportar con soluciones concretas y basadas en evidencia. El esfuerzo de Agenda 2022 va en ese sentido.

“La falta de cultura de evaluación que existe en nuestro país nos pasa factura en muchos aspectos, especialme­nte en la descentral­ización”.

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ILUSTRACIÓ­N: GIOVANNI TAZZA
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