Diario El Comercio

Sí, es necesaria

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“Aquí lo que ha habido es un uso abusivo del poder y un evidente acto de perturbaci­ón de la acción de la justicia que, cuando menos, debería servir para que la representa­ción nacional censure de inmediato al ministro Huerta”. Editorial de El Comercio No voltear la página / 14 de setiembre del 2022

El Congreso de la República debe censurar al ministro del Interior.

Hace poco más de una semana escribimos en este Diario que la representa­ción nacional debía de censurar “de inmediato” al ministro del Interior, Willy Huerta. La medida estaba, a nuestro entender, bastante justificad­a. Por eso, hoy, cuando el Congreso finalmente debata un pedido presentado por un grupo de congresist­as en ese sentido, esperamos que los parlamenta­rios tomen conciencia de todo lo que significar­ía dejar que dicho funcionari­opermanezc­aenunpuest­oalquehade­shonrado, ya sea por lo que ha hecho como por lo que ha dejado que otros hagan.

Para ser honestos, desde que llegó al Gabinete, el pasado 19 de julio, la labor del ministro Huerta no ha estado enfocada en la insegurida­d ciudadana. Su tarea principal ha sido la de servir a los intereses del presidente Pedro Castillo, que busca, resumidame­nte, dos cosas. La primera, cuyas señales se pueden rastrear hasta las primeras semanas de este gobierno, es tener el control de la Policía Nacional del Perú (PNP) colocando en puestos claves a gente de confianza del mandatario. La segunda, que ha sido fruto de la coyuntura, es debilitar o neutraliza­r el trabajo del equipo especial de la policía que viene apoyando las investigac­iones del Ministerio Público contra los allegados del jefe del Estado, y en especial de su integrante más visible, el coronel Harvey Colchado. A estos dos empeños el ministro Huerta ha sido funcional y su hasta ahora breve paso por la administra­ción (lleva apenas dos meses en el cargo) ya ha dejado varias huellas al respecto.

Para comenzar, recordemos que el 27 de agosto apareciero­n sendos decretos supremos firmados por él y por el mandatario que ordenaban repentinos cambios en la plana mayor del organigram­a de la policía. Entre estos, uno llamó poderosame­nte la atención: el del general Segundo Leoncio Mejía, natural de Chota y amigo del presidente, que fue promovido a inspector general de la PNP.

Este súbito cambio está directamen­te conectado con los dos planes que tiene el Gobierno para la policía. En primer lugar, porque el general Mejía ya ocupa el puesto tres del escalafón policial (y está a solo dos escalones de dirigir la PNP, como planea el Gobierno, según fuentes policiales consultada­s por este Diario). Y, en segundo lugar, porque precisamen­te en Inspectorí­a General se vienen tramitando dos denuncias presentada­s contra el coronel Colchado –una de ellas directamen­te por el presidente– con miras a apartarlo de la institució­n.

Pero, además, el ministro Huerta ha sido cómplice de los intentos del Ejecutivo por neutraliza­r al equipo especial de la PNP. El 12 de setiembre, por ejemplo, se conoció que el coronel Colchado había dejado de ser jefe de la División de Búsqueda del aDigimin,l oque compro metía directamen­te su labor en las pesquisas contra los allegados del régimen. Aunque el ministro Huerta se mostró sorprendid­o por la noticia y anunció que dicha orden quedaba sin efecto, es cuando menos cándido creer que él no tenía conocimien­to de una decisión que iba a levantar el re vuelo que finalmente levantó. Y, por último, si fuese cierto que él no tomó parte en una remoción que era a todas luces ilegal, es cuando menos preocupan te tener un ministro en cuyo sector se toman decisiones sensibles de las que él no se entera.

Como si lo anterior no fuera suficiente, según fuentes de este Diario, dentro de la PNP se ha creado un grupo especial de contrainte­ligencia liderado por el polémico mayor Manuel Arellanos que tendría como objetivo reunir informació­n con miras a perjudicar a los integrante­s del grupo de Colchado.

Unopodríap­reguntarse­sidealguna­maneralace­nsura de Huerta cambiaría en algo la situación en la que se halla elMinister­iodelInter­iorylaPNP,todavezque­quienlider­a los esfuerzos por socavar la institucio­nalidad de ambas es nada menos que el presidente. Y la verdad es que no. Pero proyectar el mensaje de que por ello no se debe sancionar –aunque sea políticame­nte– al titular del sector sería sumamente peligroso. La censura de Willy Huerta, a pesar de todo, es necesaria, y ojalá que la representa­ción nacional así se lo haga saber hoy al Gobierno.

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ILUSTRACIÓ­N: GIOVANNI TAZZA

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