Más allá de la resiliencia
Pabón
higuro relaciona el culto en los funerales de la reina con la coyuntura británica y europea. Lo que dice podría aplicarse a cualquier país de hoy. “Los británicos estamos muy divididos”, dice Ishiguro. El ‘brexit’, las tensiones independentistas con Escocia e Irlanda del Norte, y otros temas han creado enfrentamientos profundos. En su entrevista en “El País”, Ishiguro agrega que en estos tiempos de la guerra de Ucrania, la crisis de energía y la incertidumbre sobre el futuro, la gente “necesita de la monarquía porque necesitamos símbolos que nos unan”.
Según los medios, mucha gente de la cola comentaba que esta estabilidad se ha roto, que entramos en una época incierta, que los nuevos líderes pueden no estar a la altura de esta misión. La reina, que había vivido más tiempo como monarca que ninguna otra, representaba de algún modo la estabilidad en un mundo cada vez más incierto. Para muchos, era vista como la madre que protegía a la gente de cualquier mal. Tan longeva y sonriente, parecía eterna. Resistió en silencio a todo lo que se dijo de ella en las series televisivas y en los medios. En su caso, el silencio fue un ejemplodefortaleza.Elmundo que deja tendrá que buscar certezas en otros líderes. Quién sabe cuáles.
La resiliencia implica la capacidad de superar la adversidad. No cabe l a menor duda de que Puerto Rico es un país resiliente. Lo hemos demostrado en múltiples ocasiones. Hemos sobrellevado cada una de las situaciones que nos han tocado vivir. Sin embargo, más allá de la resiliencia, como país nos encontramos en un constante proceso de recuperación. Entonces, ¿qué factores propician que no logremos alcanzar una óptima restauración y que podamos desarrollar un país en su máximo potencial?
Si bien es cierto que cada ser humano es dueño de sus decisiones y de la manera en que enfrenta o afronta la adversidad, como todo barco u avión que se dirigen hacia una tormenta, el rumbo lo llevan el capitán y su tripulación.
Bajo ningún concepto resulta justificable que, a la fecha, sobrevivíamos con las soluciones que debían ser provisionales, como lo fueron puentes, postes y techos, entre otros. No hay duda de que el pueblo salva al pueblo, pero ¿a qué precio? Mientras tanto, tras el paso del huracán Fiona, una estremecedora foto nos mostró una casa destruida con la expresión “estoy vivo”.
Qu e el pueblo puertorriqueño sea resiliente no justifica que a cambio reciba mediocridad.
No h a - brá manera de fomentar el bienestar psicológico y la salud mental sin una búsqueda eficiente de soluciones a largo plazo. Merecemos, necesitamos, contar con un sistema de salud estable, mayor acceso a los servicios esenciales e infraestructuras seguras y de calidad.
¿Que estamos tristes? Sí, lo estamos, con justa razón, pero no tendríamos por qué enfrentar tanta adversidad, si se llevara a cabo un plan de recuperación justo y eficiente. Y no se trata solo del paso de un huracán; después de todo, somos una isla del Caribe y es parte de nuestra realidad. Se trata de decisiones, solución de problemas, políticas públicas: se trata, de la acción y la falta de esta.
Mientras t anto, no me cabe l a menor duda de que nos salvaremos a nosotros mismos y nos levantaremos las veces que sea necesario. Después de todo, como bien dijo el famoso neurólogo y psiquiatra Víctor Frankl: “las circunstancias externas pueden despojarnos de todo, menos de una cosa: la libertad de elegir cómo responder a esas circunstancias”. ¡Nos volveremos a levantar!
“Que el pueblo puertorriqueño sea resiliente no justifica que a cambio reciba mediocridad”.