“Muchos dicen que la democracia en Brasil está en peligro, pero no es así”
De visita en el Perú, el vicepresidente brasileño conversó con El Comercio sobre la polarizada campaña electoral en su país. Descarta un levantamiento militar si, como dicen las encuestas, el mandatario Jair Bolsonaro pierde el poder.
Tras varios meses de polarización, Brasil entra en la recta final de la campaña para elegir a su presidente. En una semana, millones irán a las urnas en unos comicios claves en los que las dos opciones claras son el actual mandatario ultraderechista, Jair Bolsonaro, y el ex jefe de Estado izquierdista Luis Inácio Lula da Silva, quienes se acusan de representar el mayor peligro para el país.
Pese a que los sondeos muestran una amplia ventaja de Lula da Silva, Bolsonaro insiste en que será reelegido el 2 de octubre.
Ante ese panorama, el vicepresidente del gigante latinoamericano, Hamilton Mourão, defiende que no hay ningún peligro para la democracia de Brasil.
El también general de reserva llegó a Lima esta semana para reunirse con las autoridades peruanas y para participar en la Feria Expoalimentaria 2022. “El mayor objetivo es mantener la conexión entre Brasil y el Perú, particularmente entre los gobiernos de los presidentes Bolsonaro y Castillo”, dijo a El Comercio.
—Los expertos afirman que estas son las elecciones más polarizadas en Brasil. ¿Cuál es el ambiente a puertas de los comicios?
La polarización existe en todo el mundo. La elección del 2018 ya tuvo una polarización grande y ahora ocurre lo mismo. Hay muchas palabras al viento, mucha gente diciendo que la democracia está en peligro, pero yo no lo veo así. Hay palabras fuertes de un lado y del otro, pero es parte de la retórica.
—Bolsonaro ha cuestionado la fiabilidad del sistema electoral brasileño. ¿Comparte esas dudas?
Nuestro sistema electoral utiliza aparatos electrónicos y es necesario que se mejore. Yo creo que algunos problemas que había están resueltos y las personas van a participar en el período electoral creyendo en el sistema, pero es un sistema que tiene que pasar por mejoras.
—Las Fuerzas Armadas supervisarán las urnas el día de las elecciones. ¿Se puede garantizar que su apoyo solo será logístico?
Eso es normal en Brasil. Es un país muy grande y las Fuerzas Armadas son responsables de la seguridad de los aparatos electrónicos y de llevarlos a los puntos más distantes del país.
—Hay quienes temen una maniobra antidemocrática en los cuarteles. ¿Cómo reaccionarían los militares si Bolsonaro pusiera en duda el resultado?
Las Fuerzas Armadas siguen trabajando bajo estos tres principios: legalidad, estabilidad y legitimidad. Si un candidato que no sea el presidente vence nada va a pasar. El presidente es un demócrata, las Fuerzas Armadas tienen una función muy clara, son responsables de actuar dentro de la legalidad, manteniendo la estabilidad del país y utilizando su legitimidad. No hay movimientos de militares ni militares alzados, yo no veo un peligro para la democracia.
—¿Se espera que la crispación se traduzca en actos de violencia? se han reporta do dos muertes en enfrentamientos políticos durante la campaña.
Para un país de más de 210 millones de habitantes hemos tenido hasta hoy dos incidentes violentos. Dos no es nada.
—Usted no acompaña en la plancha presidencial a Bolsonaro, sino que intentará un escaño en el Senado de Río Grande do Sul. ¿A qué se debe eso?
A lo largo de este primer mandato nosotros tuvimos muchos problemas para lograr aprobar nuestras ideas en el Senado Federal y, bueno, el presidente ha comprendido que yo he ganado un capital político por haberme quedado 46 años en el Ejército y haber sido cuatro años vicepresidente, entonces sería un camino natural estar en el Senado para que tengamos un grupo más fuerte que apoye más continuamente las políticas del presidente Bolsonaro.
—La deforestación y los incendios forestales se han disparado bajo el gobierno de Bolsonaro, cuya política medioambiental ha sido criticada internacionalmente. ¿Qué se hizo bien y qué no en este aspecto? Nosotros estamos viviendo un momento de cambio climático, entonces los períodos de sequía en la Amazonía son cada vez más intensos. En nuestro primer año de gobierno, en el 2019, tuvimos un período muy intenso de incendios forestales, pero actuamos y esos incendios están bajo control y bajo la media histórica.
—¿Qué responde a los líderes indígenas que reclaman más acciones y presencia del Gobierno en la zona?
Esto hace parte de la lucha política. Muchos de los liderazgos indígenas tienen ideas distintas a las de nuestro gobierno. El Gobierno ha dado un apoyo constante, principalmente en lo relativo a la pandemia. También en la cuestión alimentaria y en la protección de los indígenas, porque lamentablemente todavía ocurren algunas situaciones de violencia en sus tierras, normalmente de mineros ilegales.
—Bolsonaro ha afirmado que una victoria de Lula traería consecuencias devastadoras para Brasil, con el comunismo y la corrupción como banderas. ¿Qué significaría el regreso del exmandatario al poder?
El regreso de Lula sería un retrato de que el país no ha avanzado porque hace 20 años logró ser elegido y 20 años después desea volver con ideas todavía antiguas.
Esto muestra que su partido no logró crear nuevos liderazgos y eso es malo para un país que sabe que durante el período de gobierno de Lula y después en el de su sucesora Dilma Rousseff hubo casos terribles de corrupción que incluso llegaron hasta el Perú. Nosotros no deseamos que vuelva esa manera de gobernar. También vemos que los equipos que están con Lula están imaginando un país que no existe más.
—¿Por qué lo dice? Nosotros tendremos que hacer todos los esfuerzos necesarios para lograr el equilibro fiscal, para aumentar la productividad, y para eso son necesarias las reformas estructurales en Brasil, como la reforma del sistema tributario, la reforma administrativa, la propia reforma del sistema político, y yo no veo intención del grupo de Lula de hacer que eso ocurra.
—¿Y qué significaría la victoria de Bolsonaro?
Es la continuación de un proyecto que tiene dos bases claras: una es la cuestión de la libertad económica, que es tan necesaria para que las personas que invierten, trabajan y producen tengan amplio espacio para generar empleo y renta. También está la cuestión de las costumbres. Somos un gobierno que tiene la fe cristiana, que comprende el valor de la familia como la célula principal de la sociedad y que defiende las libertades.
—A usted se le considera el mayor comunicador del Gobierno, pero también ha discrepado con Bolsonaro. ¿Se considera un vicepresidente crítico? ¿Cuál ha sido su rol en el Gobierno? Jamás fui un vicepresidente crítico porque eso no sería ético. el presidente y yo tenemos una concordancia cordial en los grandes temas, pero tenemos estilos distintos y eso muchas veces fue explotado por la prensa.
—Usted y el presidente han expresado posiciones distintas sobre la guerra en Ucrania. ¿Cuál es la postura de Brasil a este punto? Nuestra postura es muy clara, apoyamos el respeto ala soberanía y auto determinación de los pueblos, y la solución pacífica de los conflictos. El presidente dejó en claro en la Asamblea General de la ONU que no concordamos con sanciones unilaterales. Nuestra visión es que hay que buscar un alto el fuego para que se pare esta guerra que no es buena para nadie.
—Encuanto a la región, hemos visto más presidentes de izquierda llegando al poder. ¿Ve una tendencia en ese sentido en Latinoamérica? ¿A qué se debe? Con esta cuestión de las crisis que han afectado al mundo y la polarización, la gente piensa que si se cambia el estilo del gobierno las cosas van a mejorar, pero no hay mejora que se haga por arte de magia, es un proceso. Yo veo como natural estas alternancias.
—Bolsonaro ha criticado o tenido choques con algunos mandatarios izquierdistas, especialmente con su homólogo argentino Alberto Fernández. ¿Qué tanto se ha agrietado la relación entre Brasil y Argentina en estos años?
Brasil y Argentina tienen una relación desde hace mucho tiempo. Son países que son complementarios en determinados aspectos: tenemos una frontera común, somos socios del Mercosur. Si Argentina va mal, entonces muchas cosas también van mal en Brasil. Yo creo que unas palabritas de aquí y otras de allá no van a cambiar cómo dos países se relacionan.
“El regreso al poder de Lula da Silva significaría que el país no ha avanzado”.