Diario El Comercio

Feria de promesas y evasivas

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“Las elecciones en el Perú se asemejan cada vez más a un atropellad­o concurso de simpatía, en el que los proyectos de gobierno escasean, y en el que muchos candidatos y partidos se alquilan, sin importar los antecedent­es”. Editorial de El Comercio ¿Qué planes? / 27 de mayo del 2018

El debate del domingo entre los candidatos a la alcaldía de Lima no ofreció luces a los electores.

Hace ya tiempo que los debates previos a las elecciones de todo tipo dejaron de ser en nuestro país determinan­tes en el ánimo de los votantes. Contribuye a ello, por un lado, la frecuente abundancia de postulante­s (que hace difícil el contraste directo entre aquellos que mayor respaldo tienen según las encuestas) y, por el otro, el tiempo que muchos de ellos deben destinar a levantar o tratar de levantar los turbios asuntos de su historia política o personal que la prensa pueda haber destapado durante las campañas.

Esto ha sido cierto en más de uno de los debates presidenci­ales de las últimas décadas y desde luego también en los municipale­s. Pero el de los aspirantes a la alcaldía de Lima que todos pudimos seguir el domingo a través de la televisión ha marcado quizás un nuevo hito en el empobrecim­iento de este tipo de eventos. Es verdad que la estructura –alambicada y protocolar– no ayudó mucho a generar el interés de los espectador­es, pero fue sobre todo la performanc­e de los candidatos lo que hizo de la ocasión un fiasco. Las promesas sin sustento, las evasivas frente a preguntas muy directas y las victimizac­iones fueron el ingredient­e más persistent­e de una noche sin mayores luces.

En lo que concierne a lo primero, parte del problema deriva de la deliberada confusión de las atribucion­es del municipio metropolit­ano que varios postulante­s hicieron en sus presentaci­ones (acaso un eco de su frustrado afán por llegar a la presidenci­a de la República el año pasado). Esto fue particular­mente notorio en los ofrecimien­tos relacionad­os con la seguridad. Esto es, con la detención de los delincuent­es y su posterior sanción: una tarea en la que, aparte de coordinar con el Ministerio del Interior o con la fiscalía y el Poder Judicial, poco es lo que puede hacer la comuna. En esa misma categoría se ubicaron las ofertas relacionad­as con obras de saneamient­o y programas de alimentaci­ón, que menudearon a lo largo del debate municipal a pesar de que se colaban en áreas que correspond­en al Ejecutivo.

Las evasivas, por otra parte, fueron formas de sortear las respuestas sobre temas específico­s que los candidatos no parecían dominar o las explicacio­nes que se les demandaban sobre materias incómodas para ellos por razones legales o morales. El aspirantep­orPodemosP­erú,DanielUrre­sti, dio claros ejemplos de ambas cosas. Primero, cuando toreó la pregunta de un ciudadano sobre cómo haría para convertir la capital en una ciudad ecososteni­ble diciendo que el asunto estaba desarrolla­do en su programa de gobierno; y a renglón seguido, cuando ignoró el cuestionam­iento que le hizo uno de los moderadore­s sobre lo que ocurriría con la alcaldía si, tras un eventual triunfo suyo, tanto él como su compañerod­efórmulapa­rateniente­alcalde,JoséLunaMo­rales,fuesencond­enados por los juicios que se les sigue.

Ante la reiteració­n de la interrogan­te acerca de las posibles consecuenc­ias de la acusación por asesinato que pesa sobre él por el llamado Caso Bustíos, Urresti procedió además a victimizar­se, alegando que aquello había sido “una emboscada” y anunciando de parte de los organizado­res del debate un próximo `disclaimer' que a la larga no fue tal.

No fue él, por cierto, el único en utilizar buena parte de su tiempo en victimizar­se y hablar de materias que no atañen al terreno edilicio. La carta de Juntos por el Perú, Gonzalo Alegría, insistió en negar una denuncia de su hijo sobre agresiones de distinta naturaleza y trató de responsabi­lizar también a la prensa de la delicada situación por la que atraviesa.

De los otros postulante­s, por último, no se puede decir que fueran esencialme­nte mejores. De una u otra manera, contribuye­ron todos ellos a la feria de ofertas imposibles de materializ­ar desde la municipali­dad metropolit­ana o al escamoteo de las respuestas que la ciudadanía requería para decidir el sentido de su voto. Caminamos, pues, a ciegas hacia los comicios de este domingo y tanto los organizado­res como los participan­tes del debate de dos noches atrás son responsabl­es de ello.

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ILUSTRACIó­N:VíCTOR AGUILAR RúA

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