La alegría se llama Richarlison
Ante una Serbia que solo tuvo físico para poner el partido peliagudo en el primer tiempo, Brasil ● confirmó su chapa de candidato con un Richarlison en estado de gracia. El ‘Scratch’ ha calentado motores.
Cadacuatroaños,mientrasla pelota rueda y paraliza al planeta, hay tres cosas que siempre repetimos los futboleros: -Que el fútbol es un deporte once contra once donde siempre ganan los alemanes. - Que Argentina t i ene al mej o r ‘ 1 0 ’ d e l mundo. -Que la alegría es brasileña. En Qatar 2022, dos de ellas son mentira.
La alegría es Richarlison haciendo una acrobacia en el gol más bonito de lo que va del Mundial. O es el mismo delantero cazando un balón en el área para evitar que en nuestras mentes siga circulando esa corriente de opinión que dice que este es el Mundial de los equipos chicos. Brasil no es más que una oncena de cracks que solo quieren divertirse haciendo locuras.
El ‘penta’ tuvo que superar un primer tiempo en el que Serbia mostraba una defensa intransitable. Los europeos aprendieron a cortar los circuitos poblando el mediocampo, obligando a la verdeamarelha a escudarse en el histrionismo de Neymar. Un intento de gol olímpico del jugador del PSG a los 13’ fue el inicio de una infinidad de remates de larga distancia de sus compañeros que siempre terminaban en las manos de ese monstruo de dos metros apellidado Dmitrović. Serbia convirtió a Brasil en cualquier cosa menos Brasil.
Pero Brasil también es el darle vuelta a lapo breza–futbolís ti caen este primer tiempo –. Es hacer como el autor de los dos tantos en el debut brasileño de Qatar, que aprendió a gambetear la violencia de las calles de Nova Venecia y que hoy ve goles de Ronaldo en una tablet mientras va sentado en el bus camino al estadio. Es también dejar de sentir que chocas con una barrera y aprender a saltarla.
En el segundo tiempo, luego de la salida de Gudelj, el sello del mediocampo serbio se rompió: el ‘penta’ empezó a unir su juego entre Neymar, Vinícius y Richarlison para superar ese partido en apenas 11 minutos.
Para ese momento Brasil ya había tenido dos avisos claros: una volea que Neymar mandó al cielo cataría los 55 y un remate al poste de Alex Sandro a los 59. Luego llegaron esos 11 minutos de gracia que le bastaron al cuadro sudamericano para construir un triunfo casi a las patadas.
Neymar encara y amaga en el área, cede a Vinícius y el rebote lo toma Richarlison a los 62’ para el 1-0. Vinícius da un pase a tres dedos para Richarlison y este levanta el balón y lo conecta de tijera a los 73’ para el 2-0. De ahí en más Brasil volvió a ser Brasil.
Volvió a ser el Brasil que sorprende con un remate de Casemiro que choca en el travesaño. O el Brasil donde Rodrygo estuvo a punto de llenar el ángulo con un gol. El mismo Brasil que todos miran como candidato cada cuatro años, mientras la pelota rueda y paraliza al planeta, y los futboleros empezamos a decir verdades universales que no siempre se cumplen.