Diario El Comercio

Denegación fantástica

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Si a alguien le quedaban dudas de que el Gobierno buscaba la disolución del Congreso –aun sin contar con la ley de su lado–, los últimos dos días lo han dejado bastante claro. El jueves en la noche, desde el Ejecutivo se aireó la tesis falaz de que la Mesa Directiva del Congreso, tras rechazar de plano –por improceden­te– la cuestión de confianza presentada por el ahora exjefe del Gabinete Aníbal Torres el pasado 17 de noviembre, había gastado la primera ‘bala de plata’ de las dos con las que el Legislativ­o cuenta antes de quedar al borde de la disolución. Cierto es que el mensaje televisado que dio el presidente Pedro Castillo fue un poco ambiguo al respecto, pero fueron Alejandro Salas y Roberto Sánchez, dos de sus ministros más zalameros, los que –en sus respectiva­s redes sociales– se encargaron de dejarlo claro: para ellos, el Congreso denegó la confianza.

Esta lectura, por supuesto, está inspirada en la famosa “denegación fáctica” que en setiembre del 2019 le permitió al entonces presidente Martín Vizcarra cerrar el Parlamento. Pero mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces y hoy esa posibilida­d ya está vetada, pues la Ley 31355, impulsada por este Congreso en octubre del año pasado y recusada por el Gobierno ante el Tribunal Constituci­onal sin éxito alguno, estipula que la aprobación o la denegación de la confianza es algo que solo puede determinar una votación en el pleno, algo que no ha ocurrido. Y que, además, el Ejecutivo solo puede invocar esta figura por asuntos ligados específica­mente a su política general de gobierno y no a aquellos directamen­te vinculados con las competenci­as del Congreso, de modo que la confianza planteada por Torres era sencillame­nte insostenib­le. Por lo que estaríamos más bien ante una “denegación fantástica” por parte de un gobierno que se arroga atribucion­es que la ley, explícitam­ente, no le concede.

Cierto es que a esta administra­ción el apego a la ley y a las institucio­nes es algo que nunca le ha importado. Pero vale la pena incidir en este punto, pues el relato de que el Legislativ­o les ha denegado una primera cuestión de confianza ha venido siendo insistente y animosamen­te difundido por los adeptos al régimen en las últimas horas.

Lo anterior, además, explica el hecho de que el presidente Castillo haya decidido promover a la hasta ayer ministra de Cultura, Betssy Chávez, como sucesora de Torres. Chávez, como se sabe, cumple con todos los requisitos para que una representa­ción nacional mínimament­e decente le niegue el voto de investidur­a: viene siendo investigad­a por los presuntos delitos de aprovecham­iento indebido del cargo y tráfico de influencia­s, le mintió al país al asegurar que no tiene una relación con el empresario Abel Sotelo –cuyos familiares se vieron beneficiad­os con el Estado, algunos incluso en el despacho de la hoy jefa del Gabinete– a pesar de que un video difundido ayer demuestra que sí, y ya fue censurada como ministra de Trabajo en mayo –cartera desde la que se encargó de destruir el empleo formal– luego de que autorizara una huelga de controlado­res aéreos en plena Semana Santa, dejando varados a cientos de viajeros en varias partes del país.

La designació­n de Chávez es una provocació­n abierta de Castillo para azuzar todavía más la confrontac­ión con el Congreso, ponerlos a elegir entre la vergüenza de investir a una jefa del Gabinete claramente incapaz para el cargo o negarle la confianza, y empujar su disolución, aun cuando no cuente con el respaldo legal para ello. Después de todo, ¿cuándo le han importado las formas al presidente que no ha tenido escrúpulo alguno en sabotear el trabajo de otras institucio­nes a fin de mantenerse en el poder?

Seamos claros: no se ha producido ninguna denegatori­a de la confianza, pero desde Palacio de Gobierno ya se relamen con la posibilida­d de disolver el Congreso y parece claro que el jefe del Estado hará todo lo posible para forzar ese desenlace. Avisados estamos.

“Al Gobierno solo le interesa hacer cuestión de confianza sin reparar realmente en las razones de fondo que justifique­n el uso de esta prerrogati­va. Es decir, solo le importa presentarl­a por presentarl­a”. Editorial de El Comercio Presentar por presentar / 18 de noviembre del 2022 No se ha producido ningún rechazo a la cuestión de confianza y, sin embargo, en el Gobierno ya se relamen con la posibilida­d de disolver el Congreso.

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ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA
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Al servicio del país desde 1839

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