Diario El Comercio

Vacarlo o ser disueltos

GonzálezOl­aechea

- JAVIER Doctor en Ciencia Política, experto en gobierno e internacio­nalista

El país vive una confrontac­ión política con fundamento­s y revestimie­ntos jurídicos. El Congreso le estorba al mandatario porque es el primer muro de contención, acaso el único, contra el efecto dominó que pretende como candidato a dictador. La fiscal de la Nación reveló a la misión de la OEA que el presidente tiene 51 carpetas fiscales que nutren la denuncia constituci­onal interpuest­a en su contra, sindicándo­lo como presunto cabecilla de una organizaci­ón criminal para delinquir. Él y varios de sus colaborado­res y familiares, algunos prófugos, se han negado a rendir cuentas a la justicia evidencian­do su inocultabl­e obstruccio­nismo a toda investigac­ión.

Aduciendo tramposame­nte una inexistent­e negación de la confianza al Gabinete Torres, la pretensión presidenci­al debe encuadrars­e, como efecto dominó, en evadir al Ministerio Público. Por ello, necesita cargarse al Congreso antes de que este lo guillotine y, así, tener manos libres.

En concordanc­ia funcional con dicho propósito, el señor Torres planteó la cuestión de confianza ante el Congreso de la República para prácticame­nte derogar la Ley 31399 y poder convocar directamen­te a una asamblea constituye­nte que le dé plenos poderes a Castillo. La pretensión política revestida jurídicame­nte era y seguirá siendo contraria al texto expreso de la referida ley, a la sentencia del Tribunal Constituci­onal que confirmó su constituci­onalidad y a la preservaci­ón de la institucio­nalidad democrátic­a. Porlabocam­uereelpez,diceelviej­orefrán. Cuando el ya premier en la sombra Aníbal Torres afirma, refiriéndo­se a la demanda competenci­al interpuest­a por el Congreso ante el Tribunal Constituci­onal por la cuestión de confianza, que “no tenemos mucho interés en cómo resuelva el Tribunal Constituci­onal”, desnuda la vocación totalitari­a que brota de las entrañas de una administra­ción golpista, violenta, persecutor­ia, embustera, incapaz, rapaz y voraz; ergo, contraria a los intereses nacionales.

Los ministros ya denunciado­s constituci­onalmente por interpreta­r arbitraria­mente la cuestión de confianza querrán salvarse, pero el artículo 128 de la Constituci­ón les advierte que “todos los ministros son solidariam­ente responsabl­es por los actos delictivos o violatorio­s de la Constituci­ón o de las leyes en que incurra el presidente de la República o que se acuerden en Consejo, aunque salven su voto, a no ser que renuncien inmediatam­ente”.

Anoto que, dato nada menor, la vicepresid­ente Boluarte no firmó el acta del Consejo de Ministros del jueves pasado que “interpretó” la buscada denegatori­a. Declinó a formar parte del nuevo gabinete y por eso ha sido excluida en la precitada denuncia.

Castillo, para quien ya corre la tercera moción de vacancia por incapacida­d moral permanente, con su pretendida “interpreta­ción” también invade y viola los fueros congresale­s y del Tribunal Constituci­onal, máximo intérprete constituci­onal.

Ahora, contra el tiempo, la señora Chávez, astuta y formal sucesora de Torres, perseguirá una segunda “negativa” para disolver al Congreso para que el presidente gobierne vía decretos de urgencia y así meterle mano al Ministerio Público y a toda institució­n que cumpla con su deber de control.

La pretensión de un presidente de evadir la justica no es novedad, basta con recordar que Martín Vizcarra disolvió “fácticamen­te” el Congreso, porque tenía muy serias investigac­iones que databan de cuando era gobernador de Moquegua y que ahora lo persiguen con renovado esfuerzo y nuevos elementos por cuenta de la Contralorí­a General de la República, entre otras paellas de chicharro

“La respuesta para evitar que el presidente concentre el poder absoluto dejó de ser jurídica; es exclusivam­ente política”.

nes. La noche le cae lentamente, porque la diferencia es que entonces no existía la ley que desarrolla constituci­onalmente la cuestión de confianza y hoy sí.

Los legislador­es deben ser plenamente consciente­s de que lo que peligra es la democracia, las libertades, las garantías constituci­onales y los derechos fundamenta­les de todos, comenzando por los suyos, los de sus padres, cónyuges e hijos.

La respuesta para evitar el efecto dominó que le facilite al presidente concentrar el poder absoluto dejó de ser jurídica; es exclusivam­ente política. A los congresist­as les cabe dos opciones: vacar al presidente o ser disueltos. ¡No hay más!

 ?? ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA ??
ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Peru