Diario El Comercio

El año de los golpes

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El 2022 será recordado como el año del golpe de Estado de Pedro Castillo. Una ruptura del orden democrátic­o que –por su desprecio al Estado de derecho, torpeza y fracaso– bastó para resumir, en una decisión desesperad­a, los 497 días de gobierno del nuevo interno del penal de Barbadillo.

Fue, en fin, el punto más alto (o más bajo, según como se vea) de la improvisac­ión del ex jefe del Estado. Una caracterís­tica que llevó a su régimen a nombrar a 79 ministros (la mayoría sin los pergaminos necesarios para sus puestos) y cinco gabinetes en tiempos en los que, por la crisis económica mundial desatada, primero por los rezagos de la pandemia del COVID-19 y, luego, por la guerra entre Rusia y Ucrania, se necesitaba sensatez y estabilida­d.

Así, por ejemplo, mientras los medios internacio­nales advertían de una catástrofe alimentari­a (por la escasez de fertilizan­tes como la urea), Castillo nombraba como ministro de Desarrollo Agrario y Riego a Javier Arce, un hombreconm­ásprontuar­ioqueexper­ienciaen el sector. En la misma época, el entonces mandatario aseguraba que solo “los ociosos” pasarían hambre y el entonces presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, se ufanaba de que la crisis no se sufriría en el Perú. La urea, sin embargo, nunca llegó para la campaña agrícola del 2022 por culpa de las idas y venidas de la extinta administra­ción castillist­a.

El golpe de Estado también fue la última y más nociva de las maniobras ensayadas por Castillo para frustrar la acción de la justicia. Como se sabe, este año, en una decisión histórica, el Ministerio Público le abrió, por primera vez, investigac­iones a un presidente en funciones, y para noviembre el dictador frustrado había acumulado más de 50 carpetas fiscales. También, la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, presentó una denuncia constituci­onal ante el Congreso contra Castillo a propósito de tres de las investigac­iones en su contra. Todas por corrupción y respaldada­s por el testimonio de varios de los secuaces, devenidos delatores, del otrora gobernante. Frente a todo, el expresiden­te se amparó en múltiples recursos legales para ralentizar el trabajo de los investigad­ores e incluso para remover al coronel Harvey Colchado de su puesto en la policía.

Frente a la podredumbr­e del Ejecutivo, por otro lado, el Legislativ­o no logró actuar oportuname­nte. La oposición parlamenta­ria nunca llegó a granjearse los votos suficiente­s para vacar a un jefe del Estado que envenenó la gestión pública con cada día que pasó en el cargo. Solo lo logró, tras dos fracasos, cuando este se propuso infligir un golpe letal a nuestro sistema democrátic­o. A la postre, un Congreso incapaz de implementa­r reformas importante­s en los 17 meses de su existencia tampoco supo estar a la altura de la crisis en la que Castillo nos sumió: poco después del golpe lo vimos demorar innecesari­amente la aprobación del proyecto para adelantar las elecciones generales.

El Parlamento cierra el año con un 82% de desaprobac­ión. Una cifra alimentada por su inoperanci­a, su indolencia y por el contuberni­o que muchos de sus miembros (los famosos ‘Niños’) mantuviero­n con el gobierno de Castillo hasta que la vergüenza logró sobreponer­se.

Otras institucio­nes del país, sin embargo, sí se mostraron a la altura de los problemas que enfrentaro­n. Particular­mente, la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público, el Tribunal Constituci­onal, el Poder Judicial y nuestras Fuerzas Armadas que, sobre todo cuando Castillo perpetró el golpe, se colocaron del lado de la Constituci­ón.

En lo que respecta a nuestra economía, en el 2022 esta reflejó con honestidad (y con cierta, aunque débil, resilienci­a) nuestra realidad. La economía local va a crecer a un ritmo más lento que América Latina y el Caribe luego de 18 años, la inflación ha alcanzado niveles que no se veían desde hacía varios años y la inversión privada no crecerá este año. Como es obvio, la inestabili­dad política disuade a los inversioni­stas y pone en peligro la economía de las familias peruanas, sobre todo de las más vulnerable­s.

¿Podremos recuperar el tiempo perdido el próximo año? El de Dina Boluarte es un gobiernodé­bilysinuna­bancadaene­lCongreso. Además,enfrentaun­agravecris­isllevadaa­las calles y, en no pocos casos, a la violencia por los defensores de Castillo. También deberá trabajar con las nuevas autoridade­s municipale­s y regionales electas en el 2022. Pero lo importante en el 2023 deberá ser devolverle la estabilida­d al país y limpiar la casa de los que trataron de destruirla.

“El golpe de Castillo, como todos los demás, no se construyó de la noche a la mañana y de ello también son correspons­ables quienes a pesar de ver la deriva autoritari­a que tomaba su administra­ción se negaron a condenarla por los motivos que fuesen”. Editorial de El Comercio Golpe / 7 de diciembre del 2022 En el 2022 el Perú conoció nuevos niveles de vileza y mediocrida­d política en medio de una severa crisis internacio­nal.

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ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA
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Al servicio del país desde 1839

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