Diario El Comercio

La palabra de la socia silente

-

“El golpe de Castillo, como todos los demás, no se construyó de la noche a la mañana y de ello también son correspons­ables quienes a pesar de ver la deriva autoritari­a que tomaba su administra­ción se negaron a condenarla por los motivos que fuesen”.

Editorial de El Comercio Golpe / 7 de diciembre del 2022

Verónika Mendoza, aliada acrítica del gobierno de Pedro Castillo, rompe ahora su mutismo con poca verdad y bastante desvergüen­za.

Verónika Mendoza, la derrotada candidata presidenci­al de Juntos por el Perú durante las últimas elecciones y lideresa de Nuevo Perú, interviene poco en el debate político nacional. Coloca algunos mensajes en las redes y concede de vez en cuando alguna entrevista, pero en general practica la hibernació­n que caracteriz­a en nuestro país a tantos aspirantes sin suerte que quisieran volver al ruedo electoral en una futura ocasión.

Culminado el proceso que acabó con alguien más en el poder, efectivame­nte, casi todos los ex postulante­s presidenci­ales aguardan la siguiente campaña en un silencio de claustro, que solo rompen cuando son forzados por las circunstan­cias o aparece por ahí una coyuntura en la que sienten que tienen algo que ganar. Rehuir la exposición, parece ser, se les antoja una ingeniosa manera de no perder puntos y lucir como una novedad en los próximos comicios en los que puedan competir. Sobre todo, si han estado asociados con algún gobierno reciente, desastroso y corrupto,como el de Pedro Castillo, y no tuvieron el coraje de romper con él cuando la evidencia de sus turbios manejo sera clamorosa. Tal es el caso de la señora Mendoza, que en la última compulsa electoral quedó sexta y decidió firmar una alianza con el candidato de Perú Libre para la segunda vuelta.

Tras el triunfo, como se recuerda, ella obtuvo en consecuenc­ia una dosis de poder en el gobierno que se estrenaba, expresada en la presencia de algunos personajes de su entorno en el Consejo de Ministros. Como también se recuerda, sin embargo, cuando las primeras evidencias de corrupción asomaron en esa administra­ción –como, por ejemplo, cuando se supo de las citas de negocios clandestin­as de Pedro Castillo en el pasaje Sarratea, o de las licitacion­es en Petro-Perú y el Ministerio de Transporte­s que el escándalo obligó a anular–, no fue la suya precisamen­te una voz de denuncia. Fue, literalmen­te, una socia silente, en el peor de los sentidos.

Solo cuando ya fue obvio que había que amputar cualquier vínculo con el ahora inquilino de Barbadillo –esto es, cuando él dio un golpe que fue rápidament­e conjurado– proclamó a través de sus redes: “Primero traicionó la promesa de cambio por la que el pueblo votó y ahora perpetra un golpe emulando al fu ji mor ismo. ¡Qu ese largue Castillo !”. Y, según parece, quedó convencida de que con esa tardía intervenci­ón había pasado por un baño lustral.

Así pues, en días pasados, durante una entrevista a un medio huancaíno, ha recobrado el habla, pero, lamentable­mente, para lanzar afirmacion­es con poca verdad y bastante desvergüen­za. En primer lugar, ha dicho que Dina Boluarte “pasará a la historia como la primera mujer dictadora”. Una aseveració­n que no responde a la verdad, pues como ella misma anotó en sus redes, lo que Pedro Castillo hizo el 7 de diciembre fue dar un golpe de Estado y, en esas circunstan­cias, lo que tocaba constituci­onalmente era que la vicepresid­enta –es decir, la señora Boluarte– asumiera la presidenci­a. ¿Dónde está, entonces, la dictadura?

Ciertament­e hay mucho por lo que criticar al gobierno de Boluarte y, como hemos dicho antes, indicios preocupant­e s de una respuesta policial excesiva que las autoridade­s deben esclarecer. Pero no vivimos en una dictadura, como dice Mendoza, a quien habría que recordarle que fue socia de un régimen que siempre mostró un talante autoritari­o y que desembocó en un golpe de Estado perpetrado por Castillo, quien, al romper el orden constituci­onal, sí se convirtió en un dictador.

Por otro lado, Mendoza tuvo también la desfachate­z de presentar como un mérito el hecho de que la llegada del congresist­a Héctor Valer a la Presidenci­a del Consejo de Ministros supusiera el alejamient­o de su organizaci­ón política del gobierno anterior. “Castillo […] decidió romper el acuerdo con nosotros”, dijo. Y la pregunta que se cae de madura es: si la ruptura la decidió el ex jefe del Estado y no ellos, ¿en qué consistió el presunto gesto virtuoso de Mendoza y los suyos?

De la corrupción campante en el gobierno del que fue muda aliada, por supuesto, continúa sin decir palabra, a pesar del cúmulo de evidencias de corrupción que han continuado saliendo a la luz. Pero ante tan penosa constataci­ón, la que no podía quedarse callada es la prensa. Qué poca verdad, cuánta desvergüen­za.

 ?? ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA ??
ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Peru