Diario El Comercio

Sin examen, pero en las aulas

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El jueves, el Congreso le propinó un nuevo golpe a la educación pública y a la meritocrac­ia al aprobar por insistenci­a la ley que promueve el ingreso a la carrera pública magisteria­l de al menos 14.000 docentes que fueron removidos en el 2015 por no aprobar la evaluación tomada el año anterior como parte de la reforma educativa. ¿Por qué esta decisión ha levantado tanto revuelo? Comencemos haciendo una breve revisión histórica para entenderla.

Como se sabe, la Ley del Profesorad­o de 1984 permitió el denominado “nombramien­to interino” de docentes sin título a fin de cubrir el déficit de maestros, especialme­nte en zonas alejadas de los núcleos urbanos y en una coyuntura específica. Pero la medida siempre tuvo una naturaleza transitori­a y en algún momento debía corregirse. Por esa razón, en el 2014, 14.861 docentes que se encontraba­n en dicha situación fueron convocados para dar un examen de conocimien­tos a fin de subsanar este problema. Sin embargo, solo 5.315 se inscribier­on y apenas 546 lograron aprobarlo. Los demás –más de 14.000– fueron retirados del servicio público y, aunque tuvieron otras oportunida­des en los años siguientes para cumplir con este requisito, nunca se preocuparo­n en aprovechar­las.

Esta semana, sin embargo, el Congreso ha aprobado por insistenci­a una ley que habilita a esos más de 14.000 docentes a entrar a la carrera pública magisteria­l siempre y cuando aprueben un examen que, según ha trascendid­o, será bastante más fácil que el del 2014. En otras palabras, el Legislativ­o ha decidido pisotear la meritocrac­ia en el sector, les ha dicho a los otros docentes que sí trabajaron para obtener su título o pasar la evaluación que sus esfuerzos no valieron para mucho y les ha dado la espalda a los millones de estudiante­s que pasarán a tener como docentes a personas que no se preocuparo­n mucho por ejercer esta labor.

Llama la atención, además, que la norma saliera adelante con 92 votos a favor, entre ellos de bancadas de derecha como Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País. Hablamos de bancadas que en su momento se opusieron ferozmente a las políticas promovidas por el gobierno de Pedro Castillo y que ahora han decidido hacer suya la que quizás fue la principal bandera del golpista desde su época como dirigente sindical: la de los maestros cesados. Alguien sonríe desde Barbadillo.

Otro tema no menor es que al menos tres parlamenta­rios que promoviero­n la norma resultaron jalados en la evaluación docente: Katy Ugarte, Alex Paredes y Paul Gutiérrez (los dos últimos, para más luces, del Bloque Magisteria­l). Ugarte, que desaprobó la misma hasta siete veces, defendió la pertinenci­a de la ley afirmando que “no todos tenemos las mismas habilidade­s”, mientras que Paredes –que la reprobó en cinco oportunida­des– replicó que “por encima de la meritocrac­ia” están los “derechos” de los docentes, y calificó de “ignorantes” a los opositores a la iniciativa.

Aunque ya no resulte sorpresivo, es sumamente preocupant­e que el Legislativ­o muestre sin ningún tipo de vergüenza que esforzarse por cumplir con la ley no es necesario siempre y cuando existan en el Parlamento representa­ntes con muchos intereses y pocos escrúpulos, que con una sola ley pueden borrar de un plumazo todo lo conseguido con denuedo durante años. Es el mismo mensaje que un grupo de congresist­as de izquierda viene difundiend­o al tratar de formalizar el taxi colectivo en Lima y el Callao, dándoles un portazo a aquellos que sí se han esmerado por cumplir con las formalidad­es para brindar el servicio de transporte público. Y lo mismo se podría decir de los mineros ilegales…

En lugar de preocupars­e por elaborar un marco legal que le permita al país contar con mejores servicios públicos –por ejemplo, en educación y transporte– y combatir la informalid­ad, los legislador­es están premiando la ley del menor esfuerzo. Todo ello, buscando ganarse los aplausos de quienes en el pasado no tuvieron méritos para aprobar un examen, pero que sí cuentan con algunos representa­ntes sentados en el hemiciclo y con la complicida­d de otros congresist­as dispuestos a hacerse de la vista gorda.

Al promover el ingreso a la carrera pública magisteria­l de profesores que no aprobaron la evaluación docente, el Congreso ha hecho suya la agenda de Pedro Castillo.

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ILUSTRACIó­N: VíCTOR AGUILAR RúA
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LEE MáS Conoce la posición editorial de El Comercio sobre los grandes temas de la semana
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Al servicio del país desde 1839

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