La conductora de “Punto final”, el dominical de Latina elegido en los Premios Luces como Mejor Programa Periodístico, nos habla de sus inicios y de por qué se siente en un momento pleno de su carrera. “Aún hay Mónica para rato”
A l culminar el colegio quiso ser cantante, y no tenía un plan B. El plan B vino después, cuando su mamá le dijo que debía estudiar una carrera universitaria, y por descarte eligió una profesión donde “los números no aparecieran, solo las letras”. “Tenía capacidades reflexivas, me encantaba la filosofía y la literatura. Finalmente, pensé en Ciencias de la Comunicación y hasta ese momento no tenía la menor idea de que sería periodista”, asegura Mónica Delta (Chimbote, 1960), presentadora de “Latina Noticias Central” y “Punto final”. Lleva 42 años ejerciendoelperiodismoatravésde distintos canales de comunicación. Está en una etapa plena y muy vigente. “Aún hay Mónica para rato”, nos dice sonriente.
— ¿Cómo llegas a Panamericana Televisión?
Me presenté a unas prácticas junto a varios compañeros de la universidad, curiosamente estuve dos fines de semana practicando y en el tercero me propusieron trabajo como reportera. Estaba por cumplir 22 años cuando ingresé, aún no había terminado la universidad. Fue en 1982, el gobierno de Fernando
Belaunde entraba a su tercer año. Luego me pusieron a conducir el noticiero con el más grande de los grandes: Humberto Martínez Morosini. Éramos dos generaciones. Aprendí muchísimo de él. Y me plantean ingresar a “Panorama” por Roxana Canedo, que estaba delicada de salud.
— Luego viajaste a Estados Unidos a empezar desde cero. ¿Qué motivó ese gran cambio? Mefuienunasituaciónmuycomplicada, personal, porque me estaba divorciando. También profesional porquealcanalingresógenarodelgado Parker, y yo sabía que allí no tenía cabida. Tampoco podía irme a otro lado porque tenía problemas con el presidente de turno, Alejandro Toledo. Estudiaba inglés entre 6y7horasdiarias,yalos4o5meses conseguítrabajoenunprogramade radio para la audiencia latinoamericana. Luego, una vez a la semana, hacía programas de radio en Univisión sobre la realidad política en los Estados Unidos. Fue una experiencia desafiante, pero interesante.
— ¿En Estados Unidos encontraste lo que fuiste a buscar?
El dato
Encontré mi tranquilidad de espíritu, que es una maravilla. Encontré el amor, conocí a mi esposo, una persona que le importaba poco si era famosa o no.
— ¿Qué te trajo de regreso al Perú?
Cuando estaba en Estados Unidos, a mi madre le diagnostican esclerosis lateral amiotrófica. Vine a verla de visita y un día, en un restaurante, coincidí con Baruch Ivcher. Me mandó una nota, quería conversar conmigo de trabajo. Conversamos, llegamos a un acuerdo, y a partir de eso se abrió la posibilidad de regresar al Perú. En el 2009 ingresé a Latina, y ya tengo casi 15 años aquí.
— Ese 2009 lanzas “Minutos antes de las ocho″, un libro que cierra una etapa difícil de tu vida, de romances inventados, entre otras cosas.
No tenía la intención de que sea un libro, quería cerrar una etapa y dar mi versión porque todo el mundo hablaba sobre esto y lo otro, mentira tras mentira. Fui muy sincera en el libro.
— ¿Los rumores de un romance con Alan García afectaron tu matrimonio con Roberto Reátegui?
Afectó la comunicación en mi matrimonio. Mi matrimonio tenía problemas que no cabe ni vale la pena contarlos.
— ¿Cómo ves el escenario político actual? Esunescenariocomplejoporque lo que más le molesta a la gente es que intenten ofender su inteligencia. A lo largo de generaciones sabemos que hay muchas motivaciones en las autoridades para no decir la verdad, pero que te tomen el pelo es duro.
— Por tercer año consecutivo fuiste elegida como la periodista de TV más influyente del Perú, y “Punto final” ganó el Premio Luces como Mejor Programa Periodístico. ¿Qué tanta importancia tienen los reconocimientos para ti?
Ser elegida como la periodista más influyente me enorgullece, me masajea el ego; y el Premio Lucesparaelprogramatieneque ver con la ciudadanía, con el voto, con las redes, con lo más cercano. Me siento contenta, y es un desafío porque las vallas se ponen altas. Siento que todavía ando muy vigente, con muchas ganas, salud y energía.
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