Bailar boleros para salvarnos de la realidad
Con melancolía y humor, Fernando Ampuero nos da clases de baile para enfrentar la incertidumbre: “Tanta vida yo te di” es su nueva entrega de relatos que auscultan los sueños y las pesadillas de ciertos limeños.
Un estudio reciente publicado en la revista científica “Nature”, analizando la evolución de las letras de canciones en las últimas cinco décadas, concluye que, sea el género que fuere, estas han ido involucionando con el tiempo. Estudiando léxicos y estructura lingüística, analizando rimas, ponderando emoción y complejidad, encontraron una pérdida en el vocabulario, legibilidad y complejidad. los científicos aportan pruebas aloque por sentido común sabíamos: no es lo mismo escucha ralos pancho scantar“Sab ora mí” que a Karol G darle al pum pum que la ha encumbrado recientemente.
Y es que tanto la música como los relatos nos ofrecen un retrato dela sociedad, un reflejo de las normas,emociones y valores cambiante salo largo del tiempo. Un notable ejemplo de ello es “Tanta vida yo te di” (Tusquets), el último libro de cuentos de Fernando Ampuero, cuyo primer relato, que da título al volumen, da cuenta del romance de larga data entre el bolero, género tan vinculado a los años dorados de la radio, entre los años 30 y 50, y la literatura. “Ambos están unidos por el melodrama”, afirma el escritor. “En los últimos dos siglos, el movimiento romántico de la literatura y la música no ha desaparecido. Sobrevive en las historias de amor condensadas con virtuosismo en un bolero de tres minutos. Allí se cuenta todo. No necesitas más”.
Ampuero sabe que el bolero fue, durante mucho tiempo, el preámbulo del enamoramiento. Recuerda sus fiestas de adolescente, cuando sacaba a bailar a una desconocida luego de que ella lo aprobara con la mirada y, en un instante, la tenía pegada a su cuerpo, abrazados, moviéndose apenas, hablándose al oído sobre una sola loseta. “Era como una licencia”, dice este autor devoto de boleristas clásicos como Javier Solís o Lucho Gatica, o de intérpretes de la versión cantinera del género, como Daniel Santos.
—Ritmo y salvación—
En “Tanta vida yo te di”, un cuento de soledad y melancolía acunado al ritmo de “Sabor a mí”, bolerazo compuesto en 1959 por el cantante mexicano Álvaro Carrillo, dos limeños de edad madura estrecharán los cuerpos en un baile de insólitas condiciones: en una casa en la playa, alquilada por un fin de semana, una mujer espera a su cita. Ella está vestida de fiesta, quizá para re producir alguna escena del pasado. Mientras prepara los tragos con coloridas sombrillitas, canta un bolero y una balada de Sinatra. Pero pasan las horas y, al otro lado de la verja, un hombre escucha a su vecina reclamar a gritos por teléfono. Se entera de que el invitado de la mujer no llegará, y tiene motivos: un huaico ha envuelto el balneario y la torrentada de lodo tiene aislados a los vecinos del malecón que no alcanzaron a evacuar.
Y, sin embargo, en su ficción de amargado humor, entre la risa y la pena, Ampuero propone que, a pesar de estar cerca dos por el lodo, la gente puede enamorarse. “El huaico es una metáfora tremenda de la realidad. Y frente a ella, tenemos estas canciones que exacerban los sentimientos y a vivan los recuerdos de juventud. Puede haber desastres naturales o guerras, pero la gente siempre tendrá un espacio para la ilusión. Algo que tiene que ver, probablemente, con la reproducción de la especie”, analiza el autor de “Bicho raro”.
La tercera edición del evento cervecero que reúne a cinco grandes cervecerías regresa con música en vivo, juegos, tours por las instalaciones de la planta, y más. Sábado 27 de abril, a las 12:30 p.m., en la Av. Manuel Valle Mz. 45, en Pachacámac. Entradas disponibles en Joinnus.