Andrés Roca Rey puso a Sevilla en su sitio
El sábado, con tres orejas, salió en hombros de la Maestranza, imponiéndose sobre dos diestros locales.
El sábado, Andrés Roca Rey salió en hombros de jóvenes aficionados, atravesó la mítica Puerta del Príncipe de la Maestranza, aclamado por una multitud que pugnaba por acercarse y tocarlo. Reafirmó su condición de primera figura del toreo ante gente difícil y engreída, que el sábado anterior lo había maltratado y pitado sin ton ni son; un público usualmente con categoría que una semana antes torno se en gentuza irrespetuosa.
El sábado 13, el peruano tuvo el gesto de enfrentarse a los difíciles toros de Victor in o Martín, que no nada. Estuvo muy bien; sin embargo, oyó pitos y gritos chauvinistas. Anteayer, lidió los de Victoriano del Río ante dos sevillanos artistas, frágiles técnicamente y no sobrados de valor. A pesar de la debilidad del público sevillano por sus paisanos, la verdad incuestionable del toreo de Andrés doblegó a la Maestranza; triunfo rotundo.
—La corrida del sábado 20—
Los toros de Juan Ortega y Pablo Aguado –frágiles esperanzas sevillanas para reemplazar a Morante– fueron noblotes, pero con poca raza y escasa transmisión de emoción. Ortega dejó chispazos estéticos: verónicas sublimes, unos pocos derechazos con empaque, algunos naturales con arte y dos buenas estocadas, pero sin redondear ninguna faena. Aguado, otro tanto de lo mismo; mejor en el mansurrón sexto, al que cortó una oreja.
Ambos torean con arte, pero son incapaces de superar las dificultades de asta dos a contra estilo de su toreo.
—Triunfo de Roca Rey—
Con el segundo de la tarde, Roca Rey, impecable desde que se abrió de capa; tuvo clase y movilidad, pero había que llevarlo muy toreado; al menor descuido lo podía coger. Verónicas de recibo. La inteligente lidia en el primer tercio y el poco castigo en el caballo lo dejaron a punto. Lo recibió con dos escalofriantes cambia dos por la espalda, en los medios y de rodillas. El público, de pie, música que el sábado 13 se le negó y ovaciones. Larguísimos y templados derechazos, exponiendo mucho; los de pecho, enroscándose al toro; soberbios y artísticos naturales y, finalmente, metido entre los pitones, el dominio total sobre el toro. En un descuido, lo cogió y le pegó un puntazo. Repuesto, de nuevo entre los astifinos cuernos, Roca Rey demostró cuán dominado lo tenía. Gran estocada y dos orejas indiscutibles.
El quinto no era fácil, tenía mucho peligro y llevaba la cara alta. Lo sometió con su poderosa muleta, citándolo muy de cerca. Meritorios derechazos y buenos naturales; expuestos pases de pecho y enormes circulares invertidos, jugándose la cornada. Tuvo, incluso, más mérito que la faena anterior por el enorme peligro que su impávido valor opacó. Estocada jugándose la vida y otra oreja que le abrió la Puerta del Príncipe.
Andrés Roca Rey va triunfando en todas las feriasen plazas de primeracategoría. La próxima, Madrid.