Una reflexión sobre los temas que se hacen relevantes a los 40
La escritora lanzó la novela “Vida animal”, en la que explora las dinámicas de un grupo de amigas que no tienen tanto en común como creen.
¿Sigues viendo a tus amigos del colegio? Si la respuesta es sí, ¿cuánto tienes en común con estas personas? ¿De verdad podrías considerarlos amigos? Todas estas preguntas surgen al leer “Vida animal” (Alfaguara, 2024), novela en la que María José Caro (Lima, 1985) presenta a cuatro excompañeras del colegio que se reúnen a puertas del matrimonio de una de ellas. Se juntan en una casa vieja que las acompañó en su adolescencia, pero que ahora está en deterioro, como la relación que tienen entre sí.
Encuentro a Caro en la librería El
Virrey de Mira flores. Sentado sendos sillas minúsculas de la zona infantil, hablamos sobre cómo este libro suyo capta lo distintas que son las personas versus el recuerdo que se tiene de ellas. Pero que, a pesar de esta diferencia, el trato y las dinámicas, viven con la marca del pasado.
“Cuando uno está en un grupo de amigos de este tipo, de alguna manera cumple un rol, representa un papel. Un poco en las amistades cuyos cimientos están en la infancia, eso termina siendo muy vago. Al final esas reuniones son como representaciones de algo que ya no está; esa era la reflexión que quería dejar con el libro ”, cuenta la escritora, a más de 20 años de acabar su propia vida escolar.
—Mundo femenino—
La narradora, quien ya había publicado la novela “Perro de ojos negros”, cuenta que uno cree saber cómo son las personas con las que trató en la niñez, a pesar de que la vida podría haber llevado a estos seres por rumbos que los transforman. Ella en sí esotra persona compara da con su yo de la secundaria.
“He cambiado mucho. Soy la misma persona, pero a veces me pongo a husmear redes sociales y quien era yo en mis `veintes' me da vergüenza”, dice la autora, quien habla de la adolescencia que todos conocen, pero también de una “segunda adolescencia” en su generación: cuando uno se acerca a los 40 años de edad y cae en cuenta de las responsabilidades de la vida adulta.
“En mi generación –que hemos nacido en los ochenta– tengo la sensación de que seguimos siendo muy inmaduros para las cosas que nos suceden. Incluso nos vemos más jóvenes de lo que somos”, asegura la narradora. ¿Significa que esta generación es más inmadura? No necesariamente. Quizá a esta edad nuestros padres fueron igual de inmaduros, dice, pero acepta también que ellos podrían haber maquillado mejor su situación.