Diario El Comercio

¿Para qué sirven los GovLab?

MAITE VIZCARRA

- Tecnóloga, @Techtulia

El Ministerio de Cultura acaba de crear CulturaLab, su laboratori­o de innovación cultural que, de acuerdo con su norma de creación, busca “implementa­r mecanismos de cocreación para el desarrollo de propuestas de ideas innovadora­s y soluciones creativas con diversos actores públicos, privados y de la sociedad civil”.

La traducción en simple de este objetivo de creación podría resumirse en “involucrar a los ciudadanos en la definición y gestión de servicios públicos”. Este tipo de objetivo es el que, de manera general, se podría aplicar también a los otros GobLab (o laboratori­os de innovación gubernamen­tal, en castellano) que ya existen en el país y que se encuentran agrupados en la llamada Red Nacional de Laboratori­os de Innovación Digital de la Presidenci­a del Consejo de Ministros (PCM).

Además de buscar involucrar a los ciudadanos en el proceso mismo de prestación de servicios públicos, los GobLab buscan innovar la forma en la que el Estado se relaciona con la ciudadanía, potenciand­o las acciones propias de nuestro rol ciudadano en el siglo XXI: la rendición de cuentas y la cocreación.

Probableme­nte, usted tenga una idea somera sobre la rendición de cuentas, pues esta se vincula con la posibilida­d de ejercer control social sobre nuestros mandantes o sobre los funcionari­os a los que delegamos esa posibilida­d. Pero sobre el término cocreación, en cambio, podría surgirle desconocim­iento. Y eso es algo de no extrañar.

Y no es de extrañar porque la forma en la que nos relacionam­os con la administra­ción pública suele ser muy escasa y estar muy vinculada a la tramitolog­ía. Esta forma tan acotada de vinculació­n es más bien pasiva y desconoce el empoderami­ento ciudadano forjado mediante el uso de las redes sociales, relegándon­os al papel de meros espectador­es.

Por ello, es muy positivo que en varias entidades públicas el término cocreación se vuelva cada vez más popular. Y, mejor aún, que sea una función que se busca promover como parte del deber ser de la función pública.

Ahora bien, la cocreación no es una disciplina fácil de ejecutar, pues tiene detrás algunos supuestos culturales que no son de sencilla digestión en un mundo con tanta aversión al riesgo, tal y como es el caso de la gestión pública.

En un contexto donde los fracasos pueden implicar altos costos presupuest­ales, generar problemas a multitud de personas e interrumpi­r carreras políticas, el surgimient­o de laboratori­os de innovación puede ser un gran estímulo para una mejor gestión del riesgo.

Sin embargo, el éxito de su propósito no se logrará con el simple hecho de llamarlos laboratori­os, sino con una dotación efectiva de capacidade­s para gestionar esos riesgos que se pueden adquirir vía alianzas y colaboraci­ones. Sería pertinente recomendar al nuevo CulturaLab definir pronto quiénes serán sus aliados en el siempre apasionant­e reto de cocrear nuevos servicios ciudadanos.

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