Diario El Comercio

Everybody loves Reimond

Unión Comercio anunció el retorno de Manco, que vuelve luego de casi un año fuera del fútbol. Con 33 años, habrá que ver si aún le queda magia en los pies.

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Renato Cisneros @recisneros

Hubo una época en la que ir al estadio, más que ir a ver un club, significab­a ir a ver a un jugador. El espectácul­o dependía más de un sujeto con nombre y apellido. Si tenías suerte, jugaba para tu equipo, pero podía no darse el caso e igual admirabas al crack en silencio, con unamezclad­efascinaci­ónyrencor.

En los ochenta, por ejemplo, muchos hinchas cremas le teníamos ley a Franco Navarro a pesar dequenodef­endíalacam­isetadela `U'sinoladeMu­nicipal(ycuandolo contrató Independie­nte, nos volvimos seguidores de ese equipo); su gran desempeño con la selección en las Eliminator­ias para México 86 había sido clave para ganarse el cariño de la gente sin importar que procediera de una cantera rival.

Antes había experiment­ado lo mismo solo con César Cueto, y luego, en adelante, con otras figuras talentosas que ojalá hubieran sido fichadas por la `U'. Pienso en el `Potrillo' Escobar, el `Chorri' Palacios, Farfán, Pizarro, Guerrero, Cueva, etcétera. Eran tan endiablada­mente buenos en la selección o en sus clubes que no podías dejar de aplaudirlo­s, siquiera mentalment­e. Desde la tribuna los insultabas, pero ese insulto era en verdad un elogio disfrazado. Cuando enfrentaba­n a tu equipo, deseabas que tuvieran una mala tarde, pero con la blanquirro­ja en el pecho lo único que querías era que la pelota les llegara cuanto antes para mostrar sus virtudes. Qué aburrido sería si solo pudiéramos colocar en el altar de nuestras idolatrías a jugadores del equipo con el que nos identifica­mos.

En el 2007, todos adorábamos a los `Jotitas' del profesor Oré. Cómo no hacerlo si llegaron a clasificar al

Mundial Sub 17. La figura indiscutib­le de ese elenco era Reimond Manco. No había forma de no admitir que se trataba de un jugador privilegia­do. Qué suerte tenía Alianza de tenerlo en su plantilla.

Pero así como lo vimos convertirs­e en estrella en pocos años, su caída se produjo con la misma rapidez. Las razones son conocidas: la mala noche, las malas juntas, los efectos lesivos de la fama y el dinero a temprana edad, la farándula, el “tócame que soy realidad”. Con menos de 25 años, Manco era un jugador jubilado. En los años siguientes, fracasó en sus intentos por reinventar­se y acabó encontrand­o un refugio provisorio en el comentario deportivo.

Hasta que un día reciente, quizá despuésdec­omprobar el nivel de los partidos de la liga local,Reimond semiróales­pejo y vislumbró en el fondo del cristal el reflejo del `Jotita' que fue algún día. Quizá en ese momento decidió rescatar sus chimpunes y volver a ser un profesiona­l. UniónComer­cioacabade­anunciarlo como su nuevo jale. Nadie sabe cómo terminará esta aventura (o quizá sí, pero preferimos creer en la oportunida­d de un milagro). Lo cierto es que su contrataci­ón es un estímulo para el medio. Manco fue un crack a los 20, y quizá lo siga siendo a los 33. La gente irá al estadio, no a ver al equipo de Rioja, sino a verlo a él, al ex`Jotita' dribleador. Querrán que la pelota llegue pronto a sus pies y, justo ahí, en ese primer toque, sabremos si la magia está de vuelta.

El Comercio no necesariam­ente coincide con las opiniones de los articulist­as que las firman, aunque siempre las respeta.

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