Mientras la noche va
De un tiempo a esta parte, Fernando Ampuero (Lima, 1949) ha ido publicando una serie de breves volúmenes de cuentos y textos autobiográficos. Ad portas de los 75 años, el narrador de “Caramelo verde” mantiene una producción sostenida en el corto aliento y proclive al paseo por recónditas estancias de la memoria. Últimamente ha demostrado mayor brío en esta faceta que en su vena meramente ficcional. Como ejemplos de ello están “Lobos de medianoche”, atractiva historia sobre dos perdularios periodistas que Ampuero conoció durante su dilatada labor en la revista “Caretas”, o “La bruja de Lima”, donde repasa sus aflicciones cuando tuvo que lidiar con un agresivo cáncer, ofrendándonos uno de sus libros más personales y sentidos.
Su más reciente entrega, “Tanta vida yo te di” no escapa a las circunstancias. Consta de cinco cuentos y un texto testimonial, los primeros escritos a lo largo del verano del 2023 y el último entre los rigores de la pandemia. Sobre los cuentos, estos son ligeros y concisos, centrados en los temas que recorren la obra de Ampuero: los amores contrariados, los inquietantes secretos de las clases acomodadas, el honor puesto en juego en el límite donde nada se puede conceder.
De estos relatos, el más logrado es el que da título al libro, un juego autoficcional efectivo y que regala, en su tramo final, una escena de limpio simbolismo acerca del envejecimiento, la pulsión de vivir y el sereno encuentro con la fugaz felicidad. El tiempo y el oficio le han brindado a Ampuero herramientas para acometer un perspicaz autoconocimientoy,lomásimportante,sercapazde cierta empatía para dibujar los temores y deseos de los personajes que lo rodean. En segundo lugar queda “Los amores canallas”, cuyo carácter conspirativo y frío sarcasmo recuerdan a “Taxi driver sin Robert de Niro”, una de las piezas claves de este escritor.
Los otros cuentos son menores en relación a los mencionados. “Pecados de familia” parte de una premisa muy interesante; no obstante, se agota sin desarrollar todas las posibilidades potenciales que prometía. “El despertar de Lena”
“Tanta vida yo te di”
Autor: es eficaz en su concepto, la conclusión redondea bien una historia sencilla y funcional, pero es una exhibición de buen oficio y poco más. En cuanto a “Las lágrimas se secan solas”, la falta de dirección y un estilo demasiado inclinado a la morisqueta frustran una idea quizá más propicia para una novela corta que para un cuento de contenida extensión.
De “Tanta vida yo te di” destaca con claridad “Noches de bohemia en Lima”, amalgama de recuerdos sobre las veladas deexcesosylospatibularioshabitantesde las madrugadas que Ampuero conoció en su juventud. Por estas páginas, escritas con melancólica sencillez, desfilan seres inolvidables como el poeta Guillermo Chirinoscúneo,alunadoygenialforjador de imágenes de sicodélica desesperación; o Enrique Verástegui, poeta que Ampuero afilia al ánimo beatnik y el delirio destructivo, así como personajes anónimos que frecuentaban las boites y los antros donde la intelectualidad, los artistas y los diletantes concurrían para inmortalizarse en anécdotas, desplantes o audacias aquíregistradasconhumoreindulgencia. Luego de leer este testimonio vital, uno quisiera que Ampuero siga explotando la veta autorreferencial con más ambición: un libro acerca de su experienciaen“caretas”sería,sinduda,deprovecho. La pelota está en su cancha.
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