Un viaje al paraíso socialista
En 1965, Mario Vargas Llosa, ya por entonces un escritor reconocido en todo el ámbito de la lengua española por sus primeras novelas, supo que en la Unión Soviética se habíapublicadounaedicióndemásde100.000ejemplares de “La ciudad y los perros”, a la que la censura oficial mutiló ciertas escenas de índole sexual. Entre desconcertado y mortificado, Vargas Llosa escribió a la editorial La Joven Guardia para preguntar por esa traducción no autorizada y por sus derechos de autor. Como respuesta recibió una invitación para viajar a la patria de Lenin y la promesa de que se le pagaría el monto de sus regalías. Luego de muchas idas y vueltas, el periplo se concretó en mayo de 1968. El Nobel peruano estuvo cinco días en la URSS, una estancia que, según declaró más tarde, significó el inicio de un gradual e irreversible desencanto por el socialismo.
Carlosaguirre,quienyahahechodosimportantes contribuciones a la historia cultural latinoamericana (la excelente “La ciudad y los perros: biografía de una novela”y“lascartasdelboom”,insoslayablecomplemento al monumental “Aquellos años del Boom” de Xavi Ayén), reconstruye en “Cinco días en Moscú: Mario Vargas Llosa y el socialismo soviético (1968)”con detalle y rigoresaexperienciadeterminanteparala decepción del Vargas Llosa socialista y su conversión liberal. Con la colaboración delahistoriadorarusakristinabuynova,
Aguirre se ha sumergido en los archivos y bibliotecas para desenterrar cartas, informes y entrevistas de difícil acceso, dispuesto a esclarecer uno de los episodios menos conocidos de la abigarrada biografía de nuestro principal novelista.
Pero el valioso aporte de Aguirre y Buynova no se queda ahí. También consiguen dilucidar la situación política de Vargas Llosa, sus convicciones durante los años 60 y la elaboración posterior que haría de ese período, cuando ya estaba instalado en la orilla del liberalismo. Vargasllosasostuvotiempodespuésqueesa visita había sido traumática, pero Aguirre pone en duda esta afirmación analizando el artículo “Moscú, notas a vuelo de pájaro”, donde el narrador arequipeño, más que renegar del sistemasoviético,exigequeestecumplaconlasprimigenias directrices del comunismo, aunque al mismo tiempo hace críticas duras a la censura y a la represión cultural, señalamientos que ya había formulado en columnas anteriores en la que levantaba su voz contra la condena judicial de los escritores Siniavski y Daniel, así como deplora la persecución al indoblegado Alexandr Solzhenitsyn.
Fue recién con el tristemente célebre Caso Padilla cuando Vargas Llosa entendió que el socialismo real y la libertad creativa no son compatibles: en la URSS, los autores sumisos vivían mejor que nadie, tenían prerrogativas como vacaciones pagadas en solariegas dachas y el privilegio de viajar al extranjero, mientras que los autores críticos eran silenciados, encarcelados en el Gulag o internados en hospitales psiquiátricos para acallarlos y destruirlos. Nada muy distinto a lo que ocurre en la Cuba de hoy —ese insular campo de concentración—, donde los artistas pagan cárcel por escribir poemas, dirigir películas o componer canciones. “Cinco días en Moscú” significa una contribución relevante que explora una etapa decisiva en el pensamiento político del Nobel, quien, al margen de sus mutaciones, siempre defendió el derecho de sus colegas, en cualquier parte del mundo, a mostrarse incómodos con el poder de turno, sea quien sea el que lo ejerza. Una lección que a veces muchos escritores locales de diversos bandos parecen olvidar.