El asesinato como curiosidad
¿Existe el crimen perfecto? Hace 100 años, dos universitarios en Chicago asesinaron a un adolescente para saberlo. El caso inspiró a Alfred Hitchcock para su filme “La soga”.
En el Chicago de los años veinte, con el recuerdo fresco de la Gran Guerra y el rápido aumento del crimen organizado tras la prohibición del consumo de alcohol, parecía que la ciudad estaba acostumbrada a las noticias violentas. sin embargo, nada pareció más absurdo, frío y morboso que el crimen perpetrado el 21 de mayo de 1924 por dos jóvenes universitarios de adinerada familia.
Nathan Leopold, entonces de 19 años, esperaba ser aceptado en la Facultad de Derecho de Harvard, mientras que loeb, un año menor, estudiabaen la facultad de derecho de la Universidad de Chicago. Movidos por una curiosidad intelectual surgida de distorsionados resúmenes de textos del filó so foFriedri ch Ni etzsc he, ambos querían experimentarla experiencia del asesinato. Después de escoger a su víctima al azar, mataron a un adolescente de 14 años, Bobby Franks, primo de Loeb. No se sabe quién dio los golpes de cincelen el cráneo de la víctima.
Ambos ocultaron el cadáver en una alcantarilla a las afueras de la ciudad. Al lado del cuerpo, Leopold olvidó sus gafas de diseño exclusivo. Esa fue la pista que permitió a los agentes, quienes hallaron a la víctima al día siguiente, dar con los asesinos 48 horas después. Bajo presión, Leopold confesó e implicó a Loeb. El país estaba conmocionado al ver a una pareja de jóvenes burgueses confesando como motivo de su crimen una curiosidad intelectual. Se veían así mismos como seres superiores en busca de emociones fuertes.
Luego de estudiar el caso, el periodista Luis Jochamowitz piensa que el motivo del interés sobre el icónico caso es claro: “Chicago siempre fue una ciudad brutal. Y a la violencia del crimen se suma la condición social de ambos jóvenes”, señala. Para el autor de “Ciudadano Fujimori”, el crimen perfecto no existe .“Todo crimensupone algo torcido, un error en el juicio. Por lo demás, de ‘perfecto’ este asesinato no tenía nada, fue una chambonada. Le tomó a la policía dos días dar con los asesinos ”, afirma.
El juicio comenzó en julio de 1924, con una enorme cobertura mediática y debates sobre el crimen, el castigo y la rehabilitación. La condena predecible era la horca, pero Clarence Darrow, brillante abogado criminalista (contrario tanto a la pena de muerte como a la teoría de la evolución de Darwin), ofreció un alegato histórico, aceptando la responsabilidad de ambos, pero pidiendopiedad por dos jóvenes descarriados. Luego cobró sus honorarios: Us $50.000( millón y medio de dólares actuales) alas familias.
El juez los condenó, por asesinato y secuestro, a 99 años de prisión. Pero la historia no terminó con su carcelería: el caso de Leopold y Loeb obsesionó de tal forma a la cultura popular que, 100 años después, su crimen aún mantiene su impacto en el cine, el teatro, la literatura y la televisión.