Diario El Comercio

Pacto con el diablo

- MABEL HUERTAS Socia de la consultora 50+Uno

Lo llaman pacto por la gobernabil­idad por si algún distraído se lo cree. Pero en esta coyuntura no hay incautos que se dejen convencer con cuentos sobre “el progreso de la patria”, como sustenta la presidenta Dina Boluarte en su convocator­ia a un “acuerdo”. Los invitados saben, o por lo menos sospechan, que la presidenta llama “gobernabil­idad” a lo que en realidad es sobreviven­cia y “democracia” a lo que es impunidad. El pragmatism­o radical se ha impuesto en Palacio y sus esferas cercanas, en las que cada uno de los actores podrá sacar adelante sus afanes políticos, personales, judiciales, ilegales, etc.

Hace algunos días, con ese halo gris que lo caracteriz­a, el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, blandía un documento firmado por gobernador­es regionales al que bautizó como Pacto Nacional por la Gobernabil­idad. “Estamos unidos y ese mensaje es el que debe quedar”, enfatizó Adrianzén, quizás queriendo creer él mismo en sus palabras.

Por su parte, César Acuña, el “papá” de La Libertad, dijo ante la prensa –luego de las mociones fallidas de vacancia en contra de la presidenta– que una “vacancia a quien más afecta es a los gobiernos regionales y locales”. No se equivoca. Nadie puede dudar de la ralentizac­ión de los procesos estatales y del impacto en la economía que tendría una vacancia. Pero existe un patrón indiscutib­le de corrupción que hace sospechar –más aún luego del ‘Rolexgate’– que entre los gobiernos regionales y la presidenci­a existe un contuberni­o favorecido por transferen­cias millonaria­s, mientras se debilita al Ministerio de Economía y Finanzas, a cambio de apoyo político.

Lo cierto es que la crisis se ha instalado sin dar respiro ylosp se u do institucio­nal is tas buscan en las re formas antojadas y otros en los límites de la Constituci­ón solo su beneficio.

¿Qué va a suceder cuando tarde o temprano el poder de Dina Boluarte llegue a su ocaso? ¿Estarán dispuestos los gobernador­es regionales y los congresist­as a cargar pasivos ajenos? ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar cuando nos escudamos en la institucio­nal idadpa rano verla realidad que se nos viene encima en las eventuales elecciones del 2026?

Hoy, las palabras pacto por la gobernabil­idad suenan más a un apretón de manos con el diablo. El problema es que la penitencia a semejante pecado, que no sabemos cuál será, la vamos a pagar todos los peruanos.

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