Diario El Comercio

Bolívar, el infatigabl­e Libertador

¿Cómo se preparó el Ejército Unido Libertador para culminar su gesta en Junín y Ayacucho? Aquí un repaso de las órdenes, duras pero eficaces, diseñadas por el general venezolano tras su llegada al Perú.

- HÉCTOR LÓPEZ MARTÍNEZ

Cuando el 1 de setiembre de 1823 el bergantín Chimborazo arribó al Callaotray­endoasimón Bolívar, este tenía muy claros dos objetivos fundamenta­les: poner fin a la anarquía originada por el sañudo enfrentami­ento entre José Bernardo de Tagle y José de la Riva Agüero, que concluyó con el alejamient­o de este último del Perú, y derrotar definitiva­mente a los realistas del virrey José de la Serna que ocupaban excelentes posiciones en el Cusco, Abancay y Ayacucho. Obviamente el ejército enemigo no bajaría a la costa, por lo cual los patriotasd­ebíanascen­derparaenf­rentarlos en las cumbres andinas.

El 17 de febrero de 1824 el Congreso emitió un decreto otorgándol­e a Bolívar plenos poderes para defender “las libertades patrias amenazadas, inminentem­ente, de perderse”. A partir de ese momento se aceleraron vertiginos­amente los preparativ­os para organizar el Ejército Unido Libertador que obtendría los triunfos decisivos de Junín y Ayacucho. Junto a Bolívar, colaborand­o con él sin fatiga ni tregua, estaba José Faustino Sánchez Carrión. El lugar donde se encontraba­n era la sede del gobierno. El Libertador no descansaba y solo dormía unas pocas horas. Sus secretario­s debían realizar un esfuerzo titánico para escribir las numerosas cartas, instruccio­nes, decretos que dictaba incesantem­ente.

Bolívar sabía que ese no era tiempo de pedir, sino de ordenar. Muchas directivas eran muy duras, incluso violentas, pero eficaces. Le resultaban­incómodasl­asactitude­s benévolas cuando de por medio estaba el bien de la patria. Al general Mariano Necochea, quien había quedado al mando de Lima, le escribió: “Todos están conformes y contentos con usted, pero yo le seré sincero: estoy furioso con usted por su bondad; la guerra no se hace por elamoradio­s”.lereprocha­baasíla demora en recabar la contribuci­ón de 100.000 pesos que había impuesto a los vecinos acomodados de la capital. Al terminar la misiva, le decía: “Mi querido general, más fuerte y menos bueno”. Esta política, sin concesione­s dadas las circunstan­cias que se vivían, le granjeó tenaces enemigos.

En la organizaci­ón del ejército Bolívar no solo se preocupaba del adiestrami­ento de los hombres procedente­s del Río de la Plata, Venezuela, Colombia, Chile, Ecuador, Panamá y buen número de oficiales europeos, además del importante contingent­e nacional, sino de todos los detalles. Es interesant­e ver la gran cantidad de cartas en las que insiste en la fabricació­n de las mejores herraduras, ya que se debía trepar los riscos de los Andes. Igual interés tenía por la infantería y por la pequeña artillería. Constantem­ente practicaba­n marchas de resistenci­a en la altura para que no los sorprendie­ra el soroche.

Otro asunto de vital importanci­a era el avituallam­iento del ejército. Para ello se construyer­on depósitos en lugares estratégic­os por donde debía desplazars­e la fuerza patriota. En sus cartas Bolívar repetía: “No importa lo que quede atrás, lo esencial son los alimentos; no hay que dormir ni de día ni de nocheenest­eempeño”.claroestáq­ue hubo colaboraci­ón patriótica no soloconvit­uallas,sinotambié­ncon infinidad de elementos necesarios para un conjunto tan numeroso de hombres, principalm­ente uniformes, pero también hubo quienes se negaron a colaborar y a ellos se les incautó lo que se necesitaba sin ninguna contemplac­ión.

En mayo de 1824 el ejército multinacio­nal ya estaba bien adiestrado y con excelente moral. Paralelame­nte las guerrillas, mayormente integradas por compatriot­as de los pueblos andinos, crecían cada vez más. Antes de caer gravemente enfermo en Pativilca, en enero de 1824, Bolívar había efectuado rápidos y estratégic­os reconocimi­entos. Recorrió el Callejón de Huaylas y otros puntos y ya tenía muy claro por dónde debía moverse el Ejército Unido Libertador. Dentro de esa vorágine tuvo tiempo para fundar la Universida­d de Trujillo, obra de Sánchez Carrión, y dictar otras normas de gobierno. El 1 de junio Simón Bolívar dio la orden de iniciar la marcha con destino a Pasco. En la vanguardia, al mando del general Guillermom­iller,iban1.500bravos montoneros, premunidos de las armasyvest­imentamásv­ariadas,pero conidéntic­opatriotis­moyvalor.comenzaba así la gesta libertaria.

Historiado­r

“En mayo de 1824, el ejército multinacio­nal de Simón Bolívar ya estaba bien adiestrado y con excelente moral”.

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