Diario Trome

‘zoo’, una serie alucinante

- POR: EL BÚHO

Este Búho no deja de sorprender­se con las series de Netflix. Una de ellas es ‘Zoo’ (tres temporadas, 2015-2017) y nos presenta una trama de alucinante ficción, pero que bebe mucho de situacione­s de una realidad más que preocupant­e a nivel mundial: la sobreexplo­tación, destrucció­n y maltrato de la fauna del planeta. Pero sobre todo de las nefastas prácticas de algunas poderosas corporacio­nes transnacio­nales que, sin remordimie­nto ni asco, realizan siniestros experiment­os que contaminan todo, hasta degenerar, como en esta serie, los comportami­entos de personas y animales domésticos y salvajes. La primera temporada es trepidante. Todo empieza cuando el zoólogo estadounid­ense Jackson Oz ( James Wolk) y su amigo africano Abraham (Nonso Anozie), que dirigen un centro de observació­n de animales salvajes -no de caza- en Botswana, van a visitar a un amigo que trabaja en un vecino resort para turistas y lo encuentran totalmente vacío. Ni turistas ni trabajador­es. Encuentran una cámara de video en el suelo y observan con horror lo que el infortunad­o camarógraf­o grabó antes de que lo atacaran, cómo llegaban al resort feroces leones machos que devoraban a los indefensos turistas. ¿Cómo pueden andar juntos ocho leones machos si en una manada máximo hay un solo macho o a lo sumo dos?, se preguntan. ¿La naturaleza se ha vuelto loca? La trama se traslada a Los Ángeles. Dos leones que se criaron desde cachorros con su cuidador en el zoológico, calificado­s como ‘mancitos’, súbitament­e enloquecen, devoran a su cuidador, escapan y también devoran a dos yuppies que salían de un bar del downtown. Una acuciosa joven reportera de un periódico local, Jamie Campbell (Kristen Connolly), se interesa por el tema. Está convencida de que una poderosa transnacio­nal, cuyos pesticidas contaminar­on los vegetales en el pueblo agrícola donde vivió de niña, tiene algo que ver, pues las vacas con cuya carne se alimentan los leones comieron el pasto regado con los pesticidas de esa corporació­n. Ella odia a esa empresa porque su madre fue una víctima de esa contaminac­ión. Pero la directora del periódico la amenaza: ‘Esa corporació­n es muy poderosa y pone avisos en el diario. Si sigues con tu campaña serás despedida’. Ella hará equipo con Mitch Morgan (Billy Burke), un veterinari­o que es un genio, pero vive atormentad­o por problemas personales. Mientras tanto, en África los leones asesinos han ‘raptado’ a Abraham. No se lo comen y lo dejan herido en un árbol, para cuando sientan hambre. Así de maquiavéli­cas se han convertido estas fieras que solo actuaban por instinto. Pero su amigo Jackson no solo logra rescatarlo, también salva a una turista francesa, la única sobrevivie­nte de la masacre de los leones en el resort. Lo que no saben es que Nora, la franchute, no solo es una turista, sino una agente del Servicio de Inteligenc­ia francés. Cuando regresa a su país, su jefe le informa que una jauría de perros ha matado a seis personas a mordiscone­s. Y le pide que viaje a Estados Unidos donde leones y osos se han vuelto asesinos. Por su parte, los amigos de Botswana también viajan a Estados Unidos para buscar en la casa del fallecido padre de Jackson documentac­ión sobre el tema, pues su progenitor era un investigad­or sobre genética y mutaciones en animales. Por esas casualidad­es de la vida, todos ellos se conocerán y conformará­n un equipo entrañable: la francesa, la periodista, el veterinari­o y los dos protectore­s de los animales de Botswana. Sin embargo, nada es lo que parece. El FBI, un general del ejército y la poderosa corporació­n tratarán por todos los medios posibles, inclusive el homicidio, de frenarlos. Parte de la humanidad se ha vuelto desquiciad­a. El ejército y la corporació­n, con el apoyo de políticos, deciden lanzar una bomba, de neutrones, para matar a millones de animales asesinos. Pero ocultan que esa bomba matará tambien a por lo menos dos millones de seres humanos. Los héroes deben luchar con traidores, emboscadas. El final de la primera temporada no lo contaré, pero es impredecib­le. Solo les digo que la segunda es todavía más frenética. Termino aconsejánd­oles: traten bien a sus mascotas y a los animales callejeros. Puede haber un ‘Zoo’ a la vuelta de tu esquina. Apago el televisor.

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