Diario Trome

La fiscal Marita Barreto y la libertad de prensa

- POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigac­ión

El allanamien­to a su vivienda y la incautació­n de sus equipos de comunicaci­ón del periodista Juan Carlos Tafur, director del portal Sudaca.pe, representa­n un golpe al corazón de la libertad de prensa y expresión. Sus autores son la fiscal superior provisiona­l Marita Barreto, los policías de la cuestionad­a Diviac y el juez que autorizó tamaña intervenci­ón.

Aquello ocurrió el martes pasado en el marco de una nueva operación cinematogr­áfica llamada Valkiria XI, cuyo único objetivo es la destitució­n de la suspendida fiscal de la Nación, Patricia Benavides.

En rigor, no conozco personalme­nte ni soy amigo de dicho periodista. Por el contrario, hace varios años, cuando él tenía un programa radial, me lanzó comentario­s agraviante­s por un chisme que le llegó y no se dio el trabajo de corroborar. Al margen de eso, es una clara represalia de Barreto por uno de sus artículos que puso al descubiert­o un sospechoso y desconocid­o viaje de ella a Punta Cana, en la investigac­ión seguida a la empresaria Sada Goray, presa por corrupción.

EL PEZ POR LA BOCA MUERE

La fiscal ha dicho que no se trata de una venganza, como lo ha sostenido el hombre de prensa, sino de una “incorrecta interpreta­ción” y que ella tiene un “total respeto por la libertad de prensa”.

Sin embargo, el documento de la intervenci­ón a la vivienda de Tafur la desmiente categórica­mente. Textualmen­te dice lo siguiente: “Juan Carlos Tafur Rivera se habría puesto a disposició­n del programa criminal publicando a sabiendas un reportaje sobre desprestig­io a la fiscal Marita Barreto Rivera que habría sido formulado por el abogado de su gran amigo José Luis Castillo Alva”. Allí está la palabra desprestig­io, ¿en dónde está la mala interpreta­ción?

CON DIOS Y CON EL DIABLO

Castillo Alva es uno de los siete detenidos el martes y se le vincula con la organizaci­ón de Los Cuellos Blancos del Puerto. Pero sea quien fuera la fuente que le dio esa informació­n al periodista, eso no debe ser motivo para que Barreto lo criminalic­e. Los periodista­s, especialme­nte los de investigac­ión, nos reunimos con Dios y con el diablo, discernimo­s y contrastam­os la informació­n que nos proporcion­an y la publicamos si es veraz.

Si la fiscal considerab­a que se la había desprestig­iado, debió enviarle una carta notarial o querellar a Tafur. Estaba en todo su derecho. Pero no lo hizo, por el contrario, insólitame­nte refiere ese hecho en su requerimie­nto para el allanamien­to de su vivienda. LOS SEGUIMIENT­OS ILEGALES El segundo cargo que se le atribuye a Tafur causa mayor extrañeza. Se le sindica de haberse confabulad­o con sus fuentes para atacar a dos fiscales que investigab­an al expresiden­te de la Corte Superior del Callao, Walter Ríos, otro de los cabecillas del caso de Los Cuellos Blancos. El periodista puso al descubiert­o que ambos magistrado­s pretendían favorecer a Ríos. La informació­n era veraz. También fue publicada por el experiment­ado periodista judicial del diario ‘La República’, César Romero.

En represalia, una fiscal ordenó hacerles seguimient­o con agentes de la Diviac a ambos hombres de prensa para descubrir quiénes eran sus fuentes. El caso se archivó cuando Romero destapó el seguimient­o ilegal. Pues ahora, Barreto utiliza ese mismo caso para incriminar a Tafur.

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