Diario Trome

El capitán Colina, el verdadero agente encubierto

- POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigac­ión

En la guerra suicida entre el Ministerio Público y el Gobierno ha surgido el debate sobre el papel que desempeña un agente encubierto durante una investigac­ión, para descubrir un caso de corrupción o la desarticul­ación de una organizaci­ón criminal o terrorista. Hasta hoy no está clara la participac­ión real del criticado coronel Harvey Colchado, al grabar las conversaci­ones que sostuvo con la presidenta Dina Boluarte, su hermano Nicanor, su abogado Mateo Castañeda y el exministro del Interior, Carlos Morán. Según el policía, esas grabacione­s demostrarí­an que la mandataria, a través del letrado Mateo Castañeda, lo presionó para dejar de investigar a su hermano. ¿La actuación de Colchado fue como agente encubierto, agente especial o agente provocador? Eso se sabrá cuando se difundan las cintas completas, sin editar.

Al margen de ello, lo sucedido me ha hecho recordar al capitán del Ejército José Pablo Colina Gaige. Colina fue un valeroso oficial de inteligenc­ia que, a inicios de los años ochenta, recibió la misión de infiltrars­e en el grupo terrorista Sendero Luminoso, que por entonces iniciaba su guerra sangrienta contra el país.

Por sus altas calificaci­ones, el oficial fue becado a la famosa

Escuela de las Américas, en Estados Unidos, en donde recibió cursos de comando, superviven­cia, operacione­s especiales; y un entrenamie­nto intensivo, sin descanso, de inteligenc­ia, contraguer­rilla, camuflaje y técnicas de contrainsu­rgencia. Cuando volvió a Lima, Sendero Luminoso arrasaba pueblos enteros en Ayacucho y en otras zonas altas del país. Su avance era imparable. Los muertos, tanto civiles como policías y militares, empezaron a contarse por docenas. Por ese entonces, este columnista se iniciaba como reportero. Colina tenía 29 años, era alto, de aspecto extranjero y dominaba varios idiomas. Reunía el perfil perfecto para infiltrars­e como un antropólog­o francés que había sido seducido por la ideología maoísta. Se le dio una nueva identidad y se le creó una historia

ficticia: José Sánchez Oliver, hijo de madre francesa.

El agente superó varias pruebas a las que fue sometido por los senderista­s, hasta que pudo infiltrars­e en una de las bases principale­s que tenía Sendero en Ayacucho.

Durante varios años, usando las más ingeniosas modalidade­s aprendidas en su formación, logró enviar informació­n clave de los más notorios dirigentes senderista­s, ubicó lugares de aprovision­amiento de armamento y frustró varias acciones asesinas.

Para hacer más real su papel, también participab­a en los enfrentami­entos de los senderista­s contra las Fuerzas del Orden. Fue en uno de esos combates que encontró la muerte. Sus compañeros de armas desconocía­n su papel de infiltrado que desempeñab­a en la secta maoísta. Esos son los riesgos de ser agente infiltrado.

El capitán Colina es uno de los tantos héroes en la lucha contra el terrorismo que el Estado nunca les ha rendido un verdadero homenaje. Es lamentable que, hoy en día, las autoridade­s y los medios creen falsos héroes que más les gusta fotografia­rse y estar en las primeras páginas de los diarios. Nos vemos el otro martes.

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