Prensa Regional

Pídele a Dios Éxito y Gracia

- POR: OTONIEL FONT

Ante un problema, ante una dificultad, ante la situación difícil que vivía el pueblo de Israel, Nehemías no oró para que Dios resolviera el problema, sino que le presenta el problema a Dios, le recuerda a Dios las palabras que él había declarado, y le dice: Dame éxito a mí.

Si tú tienes éxito, tu familia tiene éxito, y tu ciudad completa puede cambiar. Mucha gente está orando para que Dios resuelva. Pero Dios no va a resolver de otra manera que no sea dándote éxito a ti, y dándote gracia a ti.

Hace falta personas que no solo le pidan a Dios que haga algo, sino que le digan a Dios: Envíame a mí.

Muchas veces nos reunimos a orar para pedirle a Dios que haga las cosas. Nuestra oración debería ser: Señor, así está nuestro pueblo, está disperso, pero tú has prometido que si nosotros nos volvemos a ti, tú nos recogerás.

No hace falta que toda la nación se vuelva a Dios, lo que hace falta es alguien que le pida a Dios: Dame éxito, y dame gracia. Y que con ese éxito, y con esa gracia que Dios le dé, resuelva el problema.

Ahora bien, tampoco nos podemos ir al otro extremo, y pedirle éxito y gracia a Dios, pero no orar. Es necesario el arrepentim­iento de pecados, es necesario clamar, es necesario conocer su palabra, conocer lo que Dios ha dicho para poder reclamar como hizo Nehemías. Nehemías le citó a Dios su palabra.

¿Le puedes citar tú a Dios sus palabras? Entre el capítulo 1 y el capítulo 2 de Nehemías pasaron cuatro meses. Nehemías pasó cuatro meses orando y ayunando, antes de comenzar la reconstruc­ción del muro.

Lo que necesita tu familia es que tú te encierres a orar y a ayunar, que tú le recuerdes a Dios sus palabras acerca de tu familia, y en vez de estar esperando que venga un libertador de afuera, le pidas a Dios te haga a ti el restaurado­r de las murallas de tu familia.

Es fácil irse a un lugar a orar para que el Señor sea quien haga algo, pero ¿qué tu vas a hacer? Pídele a Dios que te dé éxito a ti. Tú puedes creer en que Dios te puede dar éxito, pero no te olvides de la primera parte. Porque el éxito con Dios no viene sin la primera parte, el éxito con Dios no viene sin oración. Y la oración de éxito de Nehemías no era para que Dios lo salvara a él, sino para salvar a otros. Tiene que haber un propósito, tiene que haber algo que te apasione lo suficiente para que Dios te dé éxito.

¿Qué te apasiona a ti?

Hay personas a las que nada les apasiona. Nehemías lloró porque le apasionaba Jerusalem, y quería hacer algo por restaurar aquel muro. Pero, probableme­nte, lo que hoy te hace llorar no es tu pasión, sino tu condición. Y tu condición es resultado de la condición de tu nación.

Por eso la oración de Nehemías era por su nación. Nehemías no estaba en la cautividad. Nehemías estaba en el palacio del rey.

Tú estás en el palacio del rey. Quizás como copero, pero estás en el palacio del rey. Desde el día que le entregaste tu vida al Señor, tú estás en el palacio del rey, donde hay vino, que representa revelación. Nehemías tenía acceso a revelación. Estás donde se mueve el vino del Espíritu Santo, estás donde está la revelación. La pregunta es: ¿Qué has aprendido? ¿Qué has recibido?

Tú piensas que tu posición es de crisis, pero no. En crisis están los que están fuera del palacio del rey. Tú estás en el palacio del rey. Has recibido palabra que ha sido declarada sobre tu vida.

Créele a Dios por un milagro que cambie tu condición.

Lo que necesita tu familia es que tú te encierres a orar y a ayunar, que tú le recuerdes a Dios sus palabras acerca de tu familia, y en vez de estar esperando que venga un libertador de afuera, le pidas a Dios te haga a ti el restaurado­r de las murallas de tu familia.

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