Prensa Regional

Mamita, mamá

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► Seamos protagonis­tas, no convidados de piedra.

Hace poco más de una semana celebramos el día de la madre, con restriccio­nes, pero lo hicimos.

Recuerdo que cuando era niña, tendría unos 8 años, leí una revista, escondida en el velador de mi tía, por cierto. Una niñita de 5 años, se hizo madre en 1939, en la fotografía se le observaba a la niña con su barriga, se imaginarán el impacto que tuvo en mí, 40 años después recuerdo esa imagen, a la cual acompañaba el siguiente titular: La niña madre más joven del mundo es peruana.

Este tiempo de pandemia ha sido tierra fértil, expresión literal, porque ante el encierro de nuestras niñas y adolescent­es, estas se han visto violentada­s, abusadas y en unos casos con el consecuent­e estado de gravidez.

Alrededor de 500 niñas, han sido madres a mediados del año 2020 y más de 26,000 adolescent­es menores de 19 años, son mamás.

Abuso y falta de todo.

Me ocuparé de lo segundo, en los años '80 era “mirado” que una muchacha termine el 5º de secundaria embarazada.

El cero nuestro es el veinte de nuestros sucesores, sí. En el año de la pandemia, estudiante­s de que ni siquiera han terminado la educación básica regular son madres y padres.

¡Qué pasó! Falta de esa palabrita tan fácil de decir, pero difícil de sentir:“amor”.

Este sentimient­o no solo se halla en el sexo opuesto, sino en todos los lazos humanos y con la naturaleza. Se debiera también enseñar a sentir este tipo de amor, por cierto, más seguro que el primero.

Nuestra adolescenc­ia, hoy más que nunca hace referencia a su denominaci­ón “adolece”, padece, sufre.

Otrora contábamos con algún familiar, un buen amigo. Hoy por el trabajo ambos progenitor­es e incluso todo familiar que pueda producir, salen a trabajar. Resultado: un adolescent­e solo, y no lo digo por su estado físico sino por el emocional. Solo o sola.

Ese reparo que se tenía antes para proceder a la entrega corporal total, actualment­e es, en una llamativa cantidad de muchachos y muchachas, casi nulo.

Tarea de los padres, madres, tarea de los docentes. Y aunque reza un dicho: Tarea de todos, tarea de nadie, en este caso concreto no es así.

Todas las personas que tienen algún contacto con nuestros adolescent­es están llamadas por las circunstan­cias a ser protagonis­tas salvadores, no solo de ese muchacho o muchacha, sino de nuestra sociedad.

Testimonió una señora que atendía en un quiosco, cómo los estudiante­s le contaban sus cuitas de amor y más. Yo misma presencié como una muchacha se quejaba en donde otra señora que atendía en otro quiosco, sobre la desatenció­n de su madre. Solo dos ejemplos, y así el señor o señora que transporta a escolares, también tienen historias.

El punto crucial, es qué hacemos en este tiempo de pandemia, en donde nuestros escolares no cuentan con los múltiples consejos de sus docentes y auxiliares, de alguna forma, la comunidad educativa, daba ese calor de hogar.

Esta Covid, no solo nos arrebata la vida sino agudiza la falta de atención a nuestros adolescent­es.

¿Qué futuro les espera a los hijos de nuestros muchachos? ¿Tenemos, usted y yo responsabi­lidad en ello? ¿Sufriremos las consecuenc­ias como país? ¿Ya las estamos pasando? ¡Hasta cuándo convidados de piedra! ¡Hasta cuándo!

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